30 enero 2007

Radio

En el aire. Esta mañana tocaba visitar varias emisoras de radio para sendas entrevistas por lo de mañana. Me gusta mucho ir a la radio porque yo de pequeño jugaba a hacer programas de radio con un cassette donde, lo confieso, tenía grabadas las cuñas de publicidad de la única emisora que había entonces en la frecuencia modulada de esta ciudad. Yo hacía programas reales para mis oyentes imaginarios pero les ponía las cuñas de la Autoescuela Iberia, que entonces se anunciaba un montón. Qué paliza lo de la Autoescuela Iberia, oye. Conforme me van saliendo cosas de mi infancia, así, involuntariamente, de post en post, me voy dando cuenta de que yo debí ser un niño un poco rarito, porque vamos a ver: yo veía el programa de la lavadora, dibujaba grúas con plastidecor y edificios en construcción: ahora los pilares, ahora el suelo del primer piso, ahora los pilares del primer piso, ahora el suelo del segundo, luego los ladrillos, uno a uno, en marrón, y en los ratos libres hacía programas de radio para una audiencia imaginaria. Si verdaderamente somos nuestra infancia ahora me explico muchas cosas.

Pero estaba contando lo de la radio. Las emisoras también tienen algo de irreal porque mientras esperas a que te toque escuchas las noticias o lo que sea y según en la emisora que estés oyes versiones muy distintas del mismo asunto. Es curioso. En la primera emisora, la culpa de no sé qué la tenían unos señores y a última hora, en otra emisora, los mismos señores eran unos benditos, qué haríamos nosotros sin esos señores, se diría que ni los merecemos. Y entre versión y versión sonaban las cuñas (no de la Autoescuela Iberia) y cuando se encendía la lucecita roja pues me ponía a responder preguntas. Con lo que me gusta. Ahora no sé si de mayor me gustaría más entrevistar o ser entrevistado, no lo tengo muy claro, porque es que soy al mismo tiempo un poco voyeur y un poco exhibicionista. Mientras me decido podían ser más imaginativos en las entrevistas, todo sea dicho sin menosprecio de la atención tan afectuosa que te prestan, pero es que siempre me ha dado la sensación de que el medio radiofónico, en general, no está todavía aprovechado del todo. Cuando me hacen una entrevista siempre la empiezo con la esperanza de que terminemos hablando de algo muy distinto al tema en cuestión. Me gustaría. Imagínate, te llaman para hablar de una charla sobre Saramago y terminas hablando sobre si realmente hay diferencia de sabor entre la cocacola de vidrio y la de lata o preguntándote quién mató a Laura Palmer (ssst, no cuentes el final!).

Y luego siempre pasan cosas.

Estaba haciendo tiempo entre emisoras por la calle cuando ha empezado a lloviznar y ha sonado el móvil: otra emisora, que se les había pasado, que si les podía atender para grabar una pequeña entrevista. Pues sí, pero voy por la calle. Ah, no importa si a usted no le importa. No, no me importa pero dime de tú si no te importa. Pues tres, dos, uno (dicen eso cuando graban, a veces tienes la sensación de que vas a saltar por los aires) y ha empezado la entrevista mientras caminaba por la acera. Mientras hablaba, la llovizna ha dejado de merecer tal nombre de forma que la gente, desprevenida y por tanto sin paraguas, ha empezado a acelerar el paso. Pero a mí me pasa que cuando estoy concentrado hablando no puedo caminar y me paro. Fijo que no soy el único que le pasa, aunque hable por móvil. Quiero decir que era consciente de que me estaba calando pero estaba quieto, con el móvil en la oreja izquierda y la mano derecha gesticulando. Yo hablo mucho con los gestos. Cuando toco el piano a veces dejo algunas notas sueltas para gesticular con la mano (para muestra, la foto del post anterior). Bueno, vale, no las dejo sueltas, las recojo con la otra mano que tampoco hay que derrochar las notas.

A lo que voy.

Llevaba unos minutos debajo de la lluvia cuando alguien ha pasado a mi lado con paso rápido, me ha rozado el hombro y tras de sí ha dejado la estela de este susurro:

-(Por favor, no te mojes)

Así lo ha dicho. Me he vuelto enseguida y he visto a un tipo desconocido, como de mi edad, o igual más, o igual menos, para eso de las edades soy muy malo, quizá menos, sí, con un anorak de esos que llevan los mensajeros. La cosa es que estás hablando de lo que se esconde detrás de una palabra impresa y alguien pasa corriendo y te dice por lo bajini:

-(Por favor, no te mojes)

Y no me digas que no es curioso. Casi te dan ganas de decir gracias y de sentir un poco de pena por tí mismo porque te estás poniendo perdido de agua pero claro, la entrevista sigue. Total, que cuando he llegado a casa he esperado para escucharme, que esa es otra: escucharse. Eso tiene algo de irreal también, oir por la radio que tenemos con nosotros a emejota y, sin embargo, tener la convicción de que te encuentras sentado en la silla de tu cocina o frente al ordenador, o mirando por la ventana. Es una sensación peculiar. No tengo costumbre de escucharme a mí mismo porque quien habla no me hace mucha gracia pero si lo he hecho este mediodía ha sido para poner el oído atento al instante en que el desconocido se ha preocupado por mí y comprobar si se ha producido alguna interrupción breve en el discurso, o alguna fluctuación en la voz que atestiguara lo sucedido. Al fin y al cabo, el hecho ha sido recogido en la grabación. Te hacen una entrevista y cuando la ponen suena una entrevista con ángel de la guarda al fondo. Pasan cosas, sí, pero está bien eso.


9 Comments:

Blogger Paralelo 49 said...

Y encima seguro que lo dijo así, en cursiva y entre paréntesis...

5:48 p. m.  
Blogger Miguel Cane said...

Querido Mariano:

Yo maté a Laura Palmer.
Tengo una T-Shirt con su rostro de teen queen que lo denuncia.

Y por favor, no te mojes.

Muchos abrazos.

Yo también soy mi infancia.

8:08 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¡Ah...! la radio
Que le voy a contar a usted.
Radio y libros
¡que gratos recuerdos!

-Un abrazo en forma de paragüas-

1:08 a. m.  
Blogger emejota said...

Qué nos vamos a contar, jp. Mejor dicho, cuánto nos contamos. Gratos recuerdos, sí señor.

Esa frase final suya, la del abrazo, merece un marco. Y otro abrazo, por supuesto.

5:18 p. m.  
Blogger emejota said...

Muerto me dejas del susto, Miguel. Tú! ;)

Tengo para mí que el episodio piloto de Twin Peaks es un Lynch mayúsculo. Y que si convirtiéramos Twin Peaks en mini serie nos saldría un monumento.

(te confesaré que me encanta mojarme bajo la lluvia, pero te aseguro que ni bailo ni canto como Gene Kelly)

Todos somos de nuestra infancia, Miguel. Un abrazo

5:21 p. m.  
Blogger emejota said...

Te lo aseguro, paralelo: en cursiva y entre paréntesis. En cursiva por lo de la velocidad con la que pasó, que las letras se inclinaron un poco. El paréntesis porque lo dicho tenía algo como de secreto revelado sin que se enteren los otros.

Así fue.

Un abrazo.

5:23 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Un marco y una corrección:
Paraguas que no Paragüas...

Pero es que pensaba que con dieresis le tapaba mas.

12:42 a. m.  
Blogger emejota said...

Tapa más, sí, tapa más. No quite las diéresis, por favor.

1:26 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

cuando no se esta bien o se es un poco limitadico , fallan hasta los acentos...
Incluso las diéresis se ponen en cualquier parte...
lametablemente creo que la ortografia ha ganado la partida sobre el afecto.
pd: No tengo ni puta idea(con perdón) si me olvide alguna regla básica de ortografia,pero son casi las 6 de la mañana y la verdad es no me apetece ni intentarlo.

5:52 a. m.  

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