17 junio 2005

Vacaciones

Hoy he estado en una agencia de viajes. Destino: el Mediterráneo. La chica que me ha atendido me ha preguntado si tenía alguna idea o preferencia y le he contestado que sí, que buscaba que la playa fuera ancha por los lados. Por poco se cae de la silla de la risa. Mientras se secaba las lágrimas me ha dicho que en todos los años que llevaba en ese puesto de trabajo había oído muchas cosas pero ninguna como "esa". A mí me ha extrañado porque, a ver, no sé qué manía les ha entrado de un tiempo a esta parte de parcelar las playas construyendo espigones artificiales cada 50 o 75 metros. Un disparate. Yo quiero una playa ancha, sin barreras, que pueda andar por la orilla y abarcar con la vista kilómetros. ¿Acaso es mucho pedir?

La chica ha dicho "bueno, vamos a ver qué encontramos" y ha puesto encima de la mesa un folleto muy gordo que asustaba sólo de verlo. Han comenzado a desfilar multitud de fotos de hoteles en miniatura que, vistas así, parecían colmenas y me ha empezado a entrar un cierto agobio. Me he acordado en ese momento de que sería necesario que el hotel en cuestión no tuviera orquesta-monserga por las noches, que eso me da mucha grima, pero entonces he caído en la cuenta de que no llevo coche y que, por tanto, habría que buscar un sitio al que se pudiera acceder en tren; en autobús no, que me deprime.

Estaba dando vueltas a esas consideraciones mientras pasaban a toda velocidad las fotos en miniatura de las colmenas cuando, inesperadamente, ha entrado en escena el factor psicológico: la radio que sonaba de ambiente ha avisado de que mañana entra una ola de calor y que mucho ojo y, de paso, ha señalado que las autoridades de no sé dónde han activado no sé qué alerta por temperaturas altas ¡hasta el 30 de septiembre!

Eso ha sido definitivo.

Le he agradecido las explicaciones a la chica y le he preguntado si me podía llevar el tocho con las colmenas. Para pensarlo. Y si eso ya vuelvo. El caso es que ya estamos otra vez igual: pensar en las vacaciones me estresa, lo cual es el colmo. Y si me estreso me paralizo y ya me veo yo otro año sin mi dosis estético/espiritual de Mediterráneo, tan necesaria. Pero, ¿a dónde ir?

Se admiten sugerencias.


4 Comments:

Blogger Unknown said...

Tal vez lo que ocurre es que la imagen idílica de "Mediterráneo" se está perdiendo. El hormigón, en forma de espigones, bloques-hormigueros, chiringuitos, bermudas, cremas, niños chillando... Si es que la idea de relax de unas vacaciones empieza a ser difícil. Y si buscas un sitio mas tranquilo, te lo encuentras plagados de autobuses del INSERSO y uno se siente más bicho raro que de costumbre. En fins...
Yo me apunto a la imagen del acorde. Casitas encaledas, calles estrechas con señoras sentadas a la fresca, el ruido del mar al doblar cada esquina, las persianas azules ( me gustan de ese color) y el rayo verde del amanecer.
Si alguien encuentra ese sitio...... sssssssh no se lo digais a todo el mundo seamos un poquito egoístas. ¿Nos Vamos?

P.D: sigo sin oder dejar una foto. Y esta era muy bonita

2:25 p. m.  
Blogger Paralelo 49 said...

Yo que tú iría al norte. Nunca al mediterraneo, siempre al norte. "A buscar el silencio absoluto, el fondo que llenara los intervalos musicales"... Ese sueño imposible, infinito.

10:24 p. m.  
Blogger emejota said...

Hace años le propuse a un amigo hacer un "Viaje de Invierno", un encuentro con el frío, con el paisaje blanco; algo así como una experiencia espiritual: sin calendario y sin reloj. Repetimos varios inviernos y de esa experiencia guardo recuerdos de encuentros fantásticos.

Al mediterráneo hay que volver por la luz y para escuchar.

Un abrazo.

2:06 a. m.  
Blogger Paralelo 49 said...

El frío es mi refugio

6:34 p. m.  

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