Nocturno
Uno de esos misteriosos azares del destino quiso que la otra noche, de madrugada insomne, me asomara a uno de tantos directorios de blogs y, entre todos los que había allí listados, decidiera adentrarme en uno. Era un sitio extraño de un tipo que se denominaba "anónimo". En su empeño por serlo no había señal de perfil alguno; ningún nombre, dirección, fecha o pista. Ningún dato. El blog resultaba además muy austero y no se permitía una alegría tipográfica o alivio cromático, ni siquiera el reconfortante gesto estético de un párrafo justificado (reconfortante por gesto, que los párrafos justificados a veces me dan frío). Pero el tipo escribía muy bien y abordaba de manera lúcida una tarea de instrospección con ese tono de verdad y de intensidad que se da en las conversaciones íntimas a media voz. Fuera de aquellos monólogos absorventes, ni un comentario, ni un enlace. Nada. La lectura me atrapó, así que decidí apuntar la dirección de ese lugar solitario y regresar.
A la noche siguiente, volví. Para mi sorpresa, me encontré las luces apagadas y las persianas echadas hasta abajo. No quedaba rastro de los textos que había leído apenas 24 horas antes y los archivos habían sido borrados. En su lugar aparecía una escueta frase clavada en la pared que decía así:
"Este blog ha cerrado por haber dejado de ser anónimo".
Me quedé perplejo y conmovido.
Ahora me siento culpable.
3 Comments:
Bonita historia, emejota.
Yo recuerdo que de pequeño me colaba en la habitación de mis hermanas buscando lo que entonces me parecía un gran tesoro: la diminuta llave de sus diarios.
Supongo que un diario puede ser una terapia, sobre todo los que albergan íntimas confesiones, esperanzas o conflictos personales. Uno puede guardarlo bajo siete llaves y volver a él cuando crea que lo necesite, para reelerlo y, la mayoría de las veces, asombrarse de cómo el tiempo es el bálsamo más potente para aliviar las heridas del alma.
Pero gracias a la técnica, ahora se puede ir más allá: puedes meter tu diario en una botella y lanzarlo a las aguas cibernéticas con la esperanza de que algún navegante despistado como tú lo lea e incluso deje un comentario a tus entradas de bitácora. Si ésto ocurre, por casualidad o por reincidencia, supongo que el autor ha de sentirse feliz de que otros sean testigos, mudos o no, de sus opiniones, problemas, sabidurías o reflexiones. Y el navegante que encuentra su botella, también se siente feliz por el hallazgo.
Pero el blogger de tu historia quiso poner puertas al mar, con lo bonito que es lanzarle botellas, ¿verdad?
Ay, nunca lo hubiera pensado de ti, emejota. ¡Asesino de blogs!
Sólo me falta añadir una frase del imaginario "pulp" americano: "The Shadow knows!"
causal: a mí me despiertan mucha curiosidad los testigos mudos de este blog. Según el panel de la estadística que está en la trastienda los hay y muchos de ellos vuelven. Según esa estadística, por ejemplo, hace unos minutos alguien ha estado leyendo el post que en su día dediqué a Eric Rohmer, "el tiempo suspendido". Vaya juguete este de la estadística!
Lo dicho: quiénes son, de dónde vienen... Me intriga mucho.
ferre: no conocía esa frase del tal pulp :)))
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