30 junio 2006

Funeraria



Que la pequeña pantalla puede dejar ídem a la grande con productos muy superiores es un hecho que tiene en las series de la cadena norteamericana HBO un reflejo ejemplar. Tengo encima de la mesa la tercera temporada de "A dos metros bajo tierra" (Six feet under), la maravillosa serie creada por Alan Ball y que es uno de mis placeres predilectos que me reservo para un tiempo de vacaciones. La veo en dvd porque escucharla doblada seguro que es pecado mortal. Como hace mucho tiempo que vi la segunda temporada he rebobinado un poco la memoria y he empezado revisando el precioso episodio 7 de dicha temporada y a partir de ahí voy a continuar hasta completar la habitual tanda de 13 que me deposite, al fin, en la tan ansiada tercera entrega.

"A dos metros bajo tierra" es un serial que se debate entre la vida y la muerte y cuyos capítulos tienen forma de lápida. Cada entrega comienza en el instante de la muerte de un ciudadano anónimo, el consiguiente inserto en pantalla de su esquela (nombre y apellidos; año de nacimiento y muerte debajo y entre paréntesis) y su posterior aparición en la funeraria "Fisher & Sons" donde será convenientemente tratado. Allí asistimos a las vicisitudes de los vivos (las peripecias de los miembros de la familia Fisher) y a su contrapunto representado por la presencia silenciosa del difunto de turno y su propia circunstancia colándose durante unas horas por debajo de las puertas.

Todo aquí es un gozo, empezando por los maravillosos títulos de crédito y el collage musical que los acompaña al compás del más allá y el más acá, impagables en su diseño y realización. Impecable el trabajo de casting para poner piel y carne a un elenco de personajes, todos, los principales y los secundarios, ricos en matices y en profundidad psicológica, de una singularidad extraordinaria. Maravillosos los guiones, la fotografía, los escenarios, los encuadres; cuidados al extremo los detalles (los fundidos en blanco como pincelada sutil que remite al hecho trascendente de la muerte presente en cada fotograma), y, sobre todo, el tempo de la narración (sorprendentes los intensos momentos de introspección, de intimidad sobrecogida y de silencio conseguido en un medio, el televisivo, que tiende a sentirse incómodo ante estas cosas)

Todavía recuerdo en la primera temporada (desapareció posteriormente) la aparición de una breve y recurrente ráfaga incidental de música que llevaba incorporado el olor de la tierra recién removida, el estremecimiento de la luz de una vela solitaria, un latido que se extingue y una mano buscando consolar la congoja del pecho mientras la mirada se eleva a un cielo que atesora preguntas y misterios ilimitados.


4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

SI! creo que se de que serie hablas, vi una vez una serie de capitulos que hecharon seguidos y no volví a saber de ella! ¿Los de la funeraria ven a los muertos y hablan con ellos? Igual me equivoco... espero que no y ya me diras donde y a que hora la echan vale?

Un saludo,

David

10:31 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola Emejota,
justamente durante toda esta semana estuvimos viendo en casa la primera temporada de esta serie, que nos pasó un amigo. Y es cierto, es realmente deliciosa. Ahora nos faltan la segunda y la tercera ;)

1:55 p. m.  
Blogger emejota said...

Hola David: no, no es esa serie (ésta es mejor!) Aquí no hablan con los muertos, hablan entre los vivos pero lo que se dicen a veces te deja muerto :)

Tenemos que estudiar en clase los títulos de crédito y su banda sonora, cuya idea central es un acorde formado por superposición de cuartas capaz de recoger él solito la esencia de toda la serie. Recuérdamelo.

Un abrazo

1:07 a. m.  
Blogger emejota said...

Hola Barbarita,

pues a por ellas rápidamente ;)

Tengo referencias de fuentes muy fiables que la tercera temporada es de cosecha excelente. Le tengo unas ganas...

Un abrazo.

1:10 a. m.  

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