09 enero 2007

Traducir

A mí la Editorial Planeta me daba mucha grima hasta que leí el periódico el fin de semana. Desde entonces me da más. La señora de la foto es Matilde Horne, de 92 años, y lo que sale detrás es la residencia de ancianos donde vive. Lo de la señora Matilde Horne fue toda su vida la traducción de libros, dice que nació con "la necesidad de expresar un idioma en otro, de recrearlo, inventarlo". Dice también que aprendió a traducir "leyendo y poniendo alma, que es la única capaz de percibir más allá de lo visible y lo audible". La señora Horne, como casi todos los buenos traductores, dice y hace cosas muy interesantes. Basilio Losada defendía la lectura en voz alta y Matilde Horne ahora escribe con la mente lo que imagina traducir porque sus ojos ya están gastados y el día es muy largo. Tanto como para pensar lo que hay dentro y alrededor de las palabras: "La palabra 'llovizna' me parece hermosísima, con esa elle como tartamuda y los sonidos que vienen a continuación; me gusta mucho. Otra que me impresiona mucho es 'muñón'; me parece terrible: es un trozo de carne que no está vivo, pero tampoco está muerto".

¿Y qué pasa con Planeta? Después, después.

Matilde Horne tradujo al castellano los tomos II y III de "El Señor de los Anillos" de Tolkien para Minotauro. Ya sólo por eso merece el reconocimiento de generaciones de lectores que tuvimos la fortuna de descubrir a Tolkien en la blancura de papel antes que en la blancura de la pantalla de cine. Mi amigo Javi y yo decidimos hace un par de meses que si hacen "El Hobbit" no vamos a ir al cine a verla porque queremos seguir viéndola como la imaginamos cada uno: con los ojos de dentro. Así lo decidimos y brindamos con un vasito de sake. Dijo Javi que el sake sabía a rancio. Yo es que no entiendo el sake así que no sé. Dónde estaba. Ah, sí. Dice Matilde Horne que nunca vio poesía en Tolkien pero en eso no tiene razón: la poesía en Tolkien está en los tránsitos, en los viajes, en las largas marchas; se encuentra al atravesar un bosque frondoso y silencioso que filtra la luz del sol ardiente de la tarde, en las canciones que aligeran el paso y confortan el ánimo, en las descripciones de los árboles arrugados y, finalmente, en la contemplación de las casitas al fondo del valle cuando llegas cansado y polvoriento al atardecer y el aire huele a matorral dulce. Lo que pasa es que esos versos riman mejor en el tomo I y en "El Hobbit" y a Matilde Horne le tocó la parte épica de la lírica. La Comarca quedaba lejos. También puede que esa afirmación tenga algo de acto de modestia por la estupenda traducción: "Me dijeron que era muy linda y poética pero". Nada de peros, señora Horne, es muy linda y poética.

¿Pero qué pasa con Planeta? Ahora, ahora.

Cuando el dueño de Minotauro no tuvo más remedio que vender a Planeta, le tuvo que dar a Matilde Horne 6.000 euros por 50 años de traducciones. Al principio la mujer tan contenta pero enseguida se dio cuenta del disparate y le dio un poco de miedo mirar a mañana. Con razón. El antiguo dueño de Minotauro también se dio cuenta cuando se le había pasado el apuro de lo de la empresa e intentó negociar con Planeta para que tuvieran en cuenta eso pero Planeta dijo que quería las obras libres de derechos y que así lo ponía en la letra pequeña.

Qué cabrones.

El antiguo dueño de Minotauro le ingresa a Matilde Horne 5OO o 1OOO euros para su cumpleaños o para Navidad, para ir tirando. Es el precio de 50 años de traducciones que siguen generando dinero, mucho dinero. Y es que, para colmo, fue vender la editorial con Anillos y todo y llegar Peter Jackson a la pantalla, con lo que Planeta empezó a ganar millones de euros con las reediciones de las traducciones de la señora Horne. Ahora que se ha descubierto el pastel los de Planeta dicen que no sabían nada y que ya lo mirarán, faltaría más.

Ya.

A mí me gusta mucho la palabra "azul", señora Horne, aunque todavía no encuentro las palabras para explicar la razón. Sin embargo, tengo muchas razones para dedicarle a usted la palabra "gracias".


4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿Alguien sabe si es posible que una editorial pueda vender (esté o no en la letra pequeña) publicaciones libres de derechos sin el consentimiento expreso por escrito del autor o traductor? ¿O la Sra. Horne firmó algo que no debería haber firmado?

Saludos,

Ferre

8:47 p. m.  
Blogger emejota said...

El problema, Ferre, es que Minotauro era una editorial familiar; el propio jefazo tradujo el Tomo I del Anillo, con eso está dicho todo. La relación editor-traductora era de amigos y los contratos siempre fueron verbales. Esas cosas funcionaban bien en ciertos años, cuando las cosas eran entre uno y otro y la palabra propia primaba sobre la dentellada del tiburón de turno que es lo que pasa ahora. Yo creo que Minotauro salió del bosque de los elfos para encontrarse a las puertas de Mordor, valga la metáfora.

Un abrazo

11:09 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

La relación Minotauro-Horne puede haber sido muy bien avenida con sus pactos verbales, pero la compra por parte Planeta (que es parte externa a aquel contrato verbal) es lo que hace que me pregunte sobre necesidad o no de un renuncia expresa de derechos para que Matilde Horne no reciba una pequine de su trabajo en la saga de Tolkien.

De todas formas, después de lo que dices, tengo mis dudas sobre si la Sra. Horne ya percibía sus liquidaciones por derechos de traducción (y creo que estos existen, ¿no?) o si en Minotauro eso no se llevaba y simplemente se pagaba por el hecho de traducir (pago por trabajo hecho y punto).

Personamente, nunca me pareció bien la costumbre del contrato verbal. Es más, si alguien me lo propone, me daría mala espina. Cuando todo somos amigos, funciona estupendamente, pero cuando ya no lo somos tanto, la cosa tiene su miga. Como los matrimonios. Así que mejor dejar esas cosas bien aclaradas desde el principio por escrito. No hace mal a nadie y la dignidad o el honor no tiene por qué verse herido.

Es que los gallegos somos desconfiados por naturaleza... como dice el el refrán popular por estas tierras: "Amiguiños sí, pero a vaquiña polo que vale" (aunque no creo que sea muy necesaria, aquí va la traducción, haciendo constar por la presente que renuncio a los derechos que pueda yo tener sobre ella: "Amiguitos sí, pero la vaquita por lo que vale")

Saludos,

Ferre

5:01 p. m.  
Blogger emejota said...

Quizá en Minotauro se llevaba lo de las liquidaciones pero luego vino Planeta y dijo: ya no.

(lo siento pero es que me da una tirria Planeta...)

(si yo hablara o hablase...)

El contrato verbal tiene sus riesgos, ciertamente, pero me da que en aquellos años un contrato verbal de estas características se daba entre gente hecha de una pasta (y no precisamente económica) especial. Si el antiguo editor sigue ingresándole dinerillos a la Sra. Horne una de dos: o la ha timado y le remuerde la conciencia o es que lo hace porque sigue manteniendo el vínculo amistoso. Es posible que Planeta ofreciera una cantidad ridícula por una editorial que no tenía un duro y no podía aspirar a nada mejor en momentos insostenibles.

No sé si los gallegos sois desconfiados por naturaleza pero desde luego tenéis un sentido de la ironía que particularmente me gusta.

Por cierto que yo a mi editor, sí, ese de los 0,04 euros que por teléfono se ponía borde perdido cuando le pillabas alguna trola, le diría que ni amiguitos ni vaquita ni hostias. La llamada me resultaría más cara que los beneficios pero me quedaría más ancho... En fin.

5:25 p. m.  

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