13 junio 2007

Sentir



Cameo acaba de lanzar en dvd "Shortbus" (2006), de John Cameron Mitchell y pasan dos cosas: una, que a ver cuándo le dan a Cameo el premio que se merece por ocuparse y preocuparse en dar salida a un cine paralelo (que no para lelos) y dos, que al del video-club por poco le queman el negocio (en sentido literal). Pasaba yo la otra mañana por allí cuando presencié una secuencia bastante histriónica, por cierto, a cargo de un señor mayor de los de voz de cuartel y bigotillo inquietante que con el índice erecto le decía al pobre hombre del video-club que qué vergüenza, qué degeneración, qué asssco (con muchas eses), mira que permitir que su señora viera esas cosas, que su señora es una señora, eh, y que por poco vomita y todo viendo esas, esas, esas guarradas, esas pervertidas y esos pervertidos, qué inmoralidad, y así todo el rato el hombre.

Al principio resultaba hasta divertido pero luego te ponía de los nervios. En casos así a mi me entran ganas de actuar a lo Fernán-Gómez (valga el ejemplo ya que estamos dentro del video-club y la cosa va de cine) y mandar al que sea a la mierda; a veces hasta lo hago y todo lo que pasa que me sube la tensión y eso no y, además, cómo le iba a montar una escena añadida al del video-club, bastante tenía ya con una toma única. Afortunadamente el tipo se fue, eso sí, todo digno, con la cabeza bien alta. A mí me dio por pensar en la cantidad de pelis porno que se tragará a escondidas de su señora a buen seguro pero lo pensé poco porque enseguida el del video-club, entre asustado y abochornado, dijo que qué pasaba con esa película, que ya era el tercero que le venía con esas y me preguntó mi opinión. Y yo le dije:

-Preciosa.

Y el del video-club dijo:

-Joer, emejota.

Pero es verdad. "Shortbus" es una película estupenda. Es cierto que antes de que te de tiempo a acomodarte en la butaca ya has visto dos o tres eyaculaciones (una de ellas apuntando a la boca de su legítimo propietario) y también es cierto que esa exhibición de fluidos es sólo el comienzo de un desfile donde hay espacio para todo. Pero ese interés de la cámara por explorar la intimidad de los cuerpos y por mostrar explícitamente la urgencia del instinto y la manifestación del deseo y sus obsesiones actúa de hilo conductor de una trama coral donde una serie de personas de ambos sexos, inmersos en lo que podíamos denominar un trasunto neoyorkino de la movida madrileña, con sus antros y su hambre desinhibida, coinciden en algo comun: la necesidad desesperada de sentir para poder llegar a ser. Son, cada uno con su propia circunstancia a cuestas, personas anestesiadas que lo único que sienten es que no sienten: la sexóloga que fuera de su horario profesional desconoce en su propio cuerpo qué es un orgasmo o el artista que se consume porque se descubre impermeable al amor que le da su compañero, aún amándole, como si la piel fuera por libre, como si fuera sorda o todo el amor del mundo no fuera suficiente.



Y en "Shortbus" las historias y las personas se entretejen como en un vodevil y coinciden en el drama, y son al mismo tiempo divertidas y terribles, que ese es uno de los valores de esta original película: que en lo estrambótico emerge de pronto la ternura, que del dolor descarnado surge la chispa de la sonrisa. Y los actores (no todos profesionales) se salen a la hora de encarnar unos personajes que huyen de los estereotipos y están dotados de una profundidad psicológica admirable.

Por eso le dije al del video-club lo que le dije. Lo que pasa que el resto era muy largo para contarlo.


6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¡¡ que bonito !!

9:20 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

La película, para mi gusto, se desboca de mitad hacia el final que da gusto, y se torna histriónica y excesiva. Pese a todo, recomendable.

Por cierto los tudelanos tienen otra ocasión para verla en pantalla grande este mes.

Perdón por el spam.

Mucha salud.

10:02 a. m.  
Blogger emejota said...

Yo creo que la película ya nace desbocada porque habla de unos personajes al límite; más bien son los personajes al límite los que hacen a la película. La parte final no es otra cosa que la inevitable explosión de las tensiones acumuladas. Que sea una explosión liberadora o catastrófica nos lo guardamos para no destripar la cosa a quienes no la hayan visto.

También pienso que todos los personajes, y las situaciones que viven y los lugares que frecuentan son histriónicos y excesivos porque se ven desbordados por su propia tormenta interior y porque la película adopta y adapta la fórmula del esperpento para enfatizar esa crisis.

No es spam, es spot, ¿adónde mando la factura? ;)

10:35 a. m.  
Blogger emejota said...

Atrévete a decirle eso mismo al señor del bigotillo, Sergio. Pero con las dos exclamaciones y todo.

;)

10:37 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

jaja, el señor del bigote y yo vivimos en mundos diferentes, yo a él si que lo puedo ver pero él a mí no, así que, ¿para que voy a decirselo?.

y que conste que con esto no digo que uno de los dos sea mejor que el otro.

8:18 p. m.  
Blogger Miquel said...

A mí también me encantó la película, aunque hay otros aspectos que me dejaron bastante descolocado.

8:57 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home