13 julio 2005

Jean Vigo, analógico



Abrumado por tanto celuloide digital necesité del contacto con un alma analógica así que me pasé por la FNAC a por la integral Jean Vigo que acaba de salir en un doble dvd. Compartía estante con "2 colgaos muy fumaos" y allí plantado me pregunté si tan estrambótica estampa sería portadora de algún significado que se me escapa porque no me puse a pensarlo, la verdad. Tenía prisa.

Jean Vigo nació en París para ser breve: no llegó a cumplir los 30 años y rodó solamente 4 películas que, juntas, apenas sobrepasan las dos horas y media de duración. Pero fue más que suficiente para ocupar para siempre un puesto entre los grandes. Su filmografía se compone de 2 documentales y 2 obras de ficción narrativa (un mediometraje y un largometraje) y fue realizada con el viento en contra de su pésima salud y el apoyo inestimable de su operador Boris Kaufman.

La impronta de Vigo, de pulso inquieto y aliento poético con alma de anarquista surrealista, está presente en cada uno de sus fotogramas. Su original concepción del "documental de autor", que consiste en sorprender a la realidad atrapándola sin artificios para posteriormente poner los puntos sobre las íes en la sala de montaje, encuentra acomodo en la vertiginosa "A propósito de Niza" (1929/30) donde Vigo realiza su particular ajuste de cuentas con la ociosa y decadente alta sociedad que se divierte al sol de la playa y de la ruleta (al fin y al cabo, sol nocturno de niquel). La visión de "A propósito de Niza" me sorprendió mucho.

De todas formas, para sorpresa, "Cero en conducta" (1933) que es un canto a la anarquía infantil basado en la propia experiencia personal de Vigo en los internados y cuya proyección causa perplejidad: sus evidentes deficiencias de realización desconciertan y descolocan aunque no hacen más que poner en evidencia -lo que son las cosas- las virtudes de su obra maestra "L´Atalante" (1934) su único largometraje y obra póstuma, un poema de lo mínimo en el que Vigo alcanza, de pronto, la maestría. Uno no puede menos que preguntarse cómo es posible que de una a otra se haya producido un cambio semejante, como si Vigo hubiera encontrado de repente la afinación justa y a partir de ahí todo fluyera con esa rara naturalidad de lo bello y lo verdadero.