10 julio 2006

Carta

Tengo delante de mí una carta. No es una carta cualquiera. Para empezar, ha tardado 4 años en llegar y contiene noticias en primera persona sobre alguien de quien me dije en su momento que no quería volver a saber aunque en realidad no haya pasado un solo día (ni uno siquiera), por la mañana, a mediodía, por la tarde y por la noche, en primavera, verano, otoño e invierno, que no haya dejado de preguntarme "¿qué es de tí?". Soy muy contradictorio.

Cuando pasan 4 largos años de incertidumbre y te encuentras de repente con la respuesta entre las manos, fijada en un papel, tienes dos opciones: o precipitarte velozmente sobre el contenido, aunque te lleves por delante alguna coma y se te desdibuje algún adverbio por la prisa, o tomarte cierto tiempo, pasando los dedos sobre el papel antes de desdoblarlo, quizá para tomar conciencia del valor del instante.

La ansiada carta contiene 1830 caracteres agrupados en 424 palabras que, a su vez, están apiladas en 11 párrafos. De la lectura de una carta así puedes esperar algo bueno o algo malo, indiferente del todo no te quedas. Lo raro de esta carta es que la leo una y otra vez (la he leído muchas veces) y después de la lectura me quedo confortado e inmediatamente esa palabra produce algo parecido a un eco frío. Me pareció sentirlo en la primera lectura pero luego lo corroboré. Una cosa un poco rara. Ahora he descubierto que la explicación está en los 456 espacios en blanco, estoy convencido; vamos, si lo sabré yo. Hay cartas que dicen más en el silencio del espacio en blanco que en las palabras que sombrean (¿asombran?) el papel, o dicho de otro modo más común: hay cartas que dicen más por lo que callan que por lo que dicen, por reconfortante que sea lo que dicen o quieran aparentarlo al menos. Vete tú a saber. A mí siempre me ha parecido un poco inquietante que la sombra de las palabras impresas en papel sea blanca, porque entonces es una sombra sin perfil y sin rastro, sombra de párpados cerrados y silencio hermético, que ya no te mira ni te dice, sombra sin sombra (pero sombra al fin y al cabo).


8 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Un gran amigo mío se fue a Paris hace un año y no he tenido noticias de él hasta hoy por la mañana cuando he yegado a casa de los San Fermines.

Mi madre me ha dicho "ha venido Dominique, la madre de Andrew, mañana vendra a comer" (Andrew es mi amigo), y yo le he respondido, "¿Y Andrew?", "no, no ha venido ni vendra, se ha ido a ver a su padre a París para pasar una allá temporada".

Cosas como esta te hacen replantearte si mereció la pena conocer a aquellos a los que un dia quisiste.

4:25 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Seguro que mereció la pena, Eram.

Yo tengo(o tenía, no lo se)un amigo muy especial, de esos que piensan como tu, que sienten como tu ...un amigo de esos que hay pocos. Hace cuatro meses que salió de mi casa ... aparentemente como cualquier otro día; con un beso y un luego te llamo, y aún estoy esperando. Aunque su actitud duele, se que mereció la pena conocerle y quererle. Solo espero que le vaya bien y que él tampoco olvide los buenos ratos que pasamos juntos, y que sea ese recuerdo el que le lleve a dar señales de vida. Yo sigo esperando esa llamada.

Un saludo.

6:19 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿Y el autor de la carta era autor o autora?

8:50 a. m.  
Blogger emejota said...

Hola Eram:

Bueno, tu amigo se ha ido una temporada, eso no quiere decir que se haya ido para siempre aunque muchas veces las personas cumplen un lugar en nuestras vidas por un tiempo determinado (y viceversa) y luego las cosas siguen su camino.

De todas formas, si no has tenido noticias suyas, él las ha tenido de tí? A lo mejor se alegra de ello. Yo las he tenido hoy de tí por móvil justamente cuando salía de ver a un médico que ha puesto una cara un poco rara al ver unos datos y me he alegrado de oirte, mira por dónde.

Así que, de paso, gracias ;)

Un abrazo.

12:09 a. m.  
Blogger emejota said...

Hola every:

Por lo que leo, entonces tú no tenías sólo un amigo: tenías un amor. Actitudes como las que refieres duelen, sí, mucho, personalmente creo que es uno de los dolores más insoportables, así que admiro mucho la manera que tienes de verlo. Para eso hay que tener un talento especial.

Ojalá se produzca esa llamada que esperas (piensa que si no, eso que se pierde)

Un abrazo.

12:15 a. m.  
Blogger emejota said...

Hola Jose:

creo que de la lectura del post se deduce que la carta no es precisamente del banco, sino que su naturaleza es muy distinta (y muy obvia) Por eso, leer tu pregunta sobre si su remitente es autor o autora me ha sonado por un momento a sarao televisivo rollo Salsa Rosa que me ha desconcertado un poco, la verdad (espero que no te molestes, no es mi intención).

La carta es de una rosa. De la mía. Saint-Exupèry nos contó que el Principito tuvo la suya también y nos enseñó que para cada uno de nosotros, nuestra rosa es única. "Lo que hace que tu rosa sea única para tí es que tú eres responsable de ella y la has cuidado".

Creo que lo verdaderamente importante es eso.

Un abrazo.

1:22 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Lo que pasa con las rosas es que tienen espinas y a veces te pinchas con ellas.

Yo es que cuando leo algo intento comprenderlo y las entradas misteriosas me desconciertan. Bueno, cierro el circulo de la entrada pensando que es alguien a quien has enseñado, a quien has "hecho". Eso tiene pinta de ser una explicación lógica.

10:34 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola, me he ido de la escuela sin noticia tuya. Espero que la respuesta a mi ultima carta no tarde unos cuatro anos...:) Un amigo de la juventud me mando hace poco una postal, representaba dos hombres fumando. El comentario era:" el amor es como la cerillas, solo sirve una vez." Menos romantico que lo de la rosa, verdad...Las rosas que tienen espinas, las cerillas que se tiran una vaz gastadas y el amor a empezar cada dia... el mayor de los trabajos. Pero vale la pena!
Un abrazo.

4:52 p. m.  

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