03 julio 2006

Desarrollo

¿Se puede desarrollar una idea musical confiriéndole un nuevo sentido con una mínima transformación de su identidad original? Interesante cuestión y no menos interesante reto. La respuesta es que sí, que se puede. Un ejemplo extremo nos lo brinda Johannes Brahms en el primer movimiento de su Trío para clarinete, cello y piano Op. 114. Compárese el dibujo sobre el pentagrama del tema principal, que suena a cargo del cello:



Con la versión que del mismo nos ofrecerá más adelante el clarinete:



No hace falta entender un ápice de música para comprobar, mediante un simple ejercicio visual de comparación, que las notas en uno y otro ejemplo son exactamente las mismas, que no falta ni una y que ocupan el mismo lugar entre las líneas y los espacios del pentagrama. No perdamos de vista estos dos gráficos mientras los escuchamos porque cuesta creer que ambos partan de una sustancia musical idéntica:

Audio del pentagrama 1: mp3, 8'', 108k.

Audio del pentagrama 2: mp3, 22'', 265k.

Se trata de un juego en el que Brahms se ha impuesto a sí mismo una limitación, un pasatiempo con una regla por cumplir: no modificar los sonidos de la melodía original, ni siquiera rozarlos; hay que desviar los procedimientos de elaboración a otros ámbitos que no sean el de la configuración melódica. Para conseguirlo, Brahms empieza insertando pequeñas pausas que trocean lo que en el tema original era una unidad, una melodía de amplio fraseo.

Pero introducir unos silencios, por breves que sean, requiere ocupar un espacio en el tiempo, de manera que aquí se produce un desplazamiento a la derecha de la melodía, como si los silencios irrumpieran reclamando su sitio dando un pequeño codazo a las notas. El efecto resultante se traduce en un cambio en la acentuación rítmica de la melodía: las notas que en el pentagrama 1 ocupaban un acento fuerte aquí lo pierden (y viceversa en algún caso). La melodía avanza a contratiempo. Una vez puesto a trastocar el orden imperante, Brahms todavía tiene tiempo para invertir los papeles asignados: si observamos la flecha del pentagrama 1 veremos que señala la nota que tiene asignada una mayor duración; de hecho, la misión de ese trazo en forma de semicírculo es la de estirar su duración.

Curiosamente, si buscamos la misma flecha en el pentagrama 2 nos encontramos con que Brahms hace cerrar la boca a la nota de inmediato, introduciendo ahora la mayor cantidad de silencio. Del resto se ocupa la armonía, que nos recuerda, una vez más, su fascinante capacidad para transformar la atmósfera de un mismo paisaje.


2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Tomo nota, es realmente interesante. A ver cuando me pasas alguna cosilla por mail. Por cierto, ya estoy pensando en una nueva melodía, pero ¿que hago? ¿la escribo o espero a tener mas conocimientos?

Un saludo,

David

1:57 a. m.  
Blogger emejota said...

Ya tienes el mail, David.

Tú escribe, no te cortes. Los conocimientos sirven para encauzar adecuadamente los pensamientos que a veces se apelotonan. Pero la materia prima son las ideas.

Un abrazo.

5:00 p. m.  

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