Adios
Ha muerto la tía Carmen. La noticia me llegó a través del móvil mientras regresaba ayer de un viaje y, por unos instantes, me quedé en silencio mirando la espesa cortina de agua que cubría el parabrisas en la tarde desapacible. La tía Carmen en realidad no era mi tía hasta que un día me dijo al oído que lo iba a ser y me sirvió un trozo de riquísimo bizcocho. Lo dijo el mismo día que me conoció después de ponerme como única condición para serlo que no la tratara de usted, y entonces se sonrió, me dio un empujoncito cariñoso con el codo y salió hacia la cocina llevando unos platos y sin dejar de hablar. La tía Carmen era puro nervio y alegría de vivir. Vivía sola en Maliaño, cerca de Santander, donde era toda una institución querida por todos. Durante unos años, su casa nos sirvió a mi amigo Fernando (que era su sobrino de verdad) y a mí (que lo fui adoptivo) como cuartel general de nuestros viajes por el Norte, al encuentro del invierno, de la nieve, de las aldeas remotas y los gruesos portones de madera que se abrían para dejar salir una voz que dibujaba nubecitas de vaho en el aire mientras nos decía: "el frío va en el precio".
La tía Carmen fue una mujer excepcional capaz de hacerte sentir que su casa era la tuya. Recordaré siempre su conversación infatigable (llegué a llevarla a la radio para grabarla contando cuentos y conseguí un documento precioso cuando su voz se acopló de manera mágica a la primera Gymnopedia de Satie para contar la melancólica historia del muñeco de nieve que se derrite a la llegada de la primavera ante la indiferencia de los mismos niños que le habían dado forma); también sus proverbiales despistes (a veces se levantaba de la mesa para ir a la cocina y desde el pasillo te preguntaba si le podías decir a qué se había levantado porque ya no se acordaba). Pero sobre todo, de la tía Carmen nos quedará, a los que la conocimos, ese corazón que no le cabía en el pecho y que le llevaba a alojar en su casa a un transeunte o a una familia entera durante tiempo indefinido para sorpresa y susto de la familia.
La tía Carmen y su sobrino Fernando mantuvieron una relación de complicidad absoluta a la que asistí profundamente conmovido. Juntos creaban un acorde perfecto, un microcosmos armonioso donde no tenía cabida lo convencional y sí la ternura concretada en un entendimiento y un afecto profundo. Yo no me prodigo en funerales. No puedo, me siento incapaz. Pero no he dudado esta mañana en acercarme a despedir a la tía Carmen, mi tía, y a acompañar a Fernando y a su familia. No ha habido lágrimas pero sí una sensación de sosiego que ha sido percibida por todos los presentes y que nos ha puesto un nudo de emoción en la garganta y la sonrisa en los labios. Sólo ella podía conseguir algo así; sólo ella, generosa hasta el final, podía ser capaz de dejarnos ese regalo antes de marcharse.
10 Comments:
La verdad Mariano que tu forma de contar tu relación con las personas es super conmovedora.Me alegro de que algún día cruzaras tu camino con "tu tía Carmen" porque eso seguro enriqueció dos vidas, la tuya y la suya.
Un abrazo muy fuerte y gracias por compartirlo con nosotros
Yo también me alegro mucho de haberla conocido, Marta y seguro que a tí te habría pasado lo mismo: saldría a tu encuentro como si hubiera estado esperándote toda la vida y te llevaría de la mano a su cuarto de estar, te sentaría en la mesa camilla y te prepararía el mejor chocolate con churros del mundo. Se levantaría de la mesa para coger algo y le tendrías que recordar que iba a por el chal para ponérselo sobre los hombros, porque hacía un poco de frío. Y te contaría historias increíbles con su voz dulce que puntuaría con risas en vez de con comas y puntos y aparte. No te quepa duda.
Un abrazo.
siento mucho lo de tu tia carmen siempre es una pena ver o saber que han desaparecido personas buenas, con buen corazon, porque son tan escasas ultimamente ese tipo de personas que cuando una desaparece se te encoje el corazon...Son personas en peligro de extincion ojala siempre estuviesemos rodeamos de gente asi, la vida seria mas facil y mas enriquecedora para todos. Mi mas sincero pesame para tu primo y para ti y un beso grandote con aires del sur...
Siendo así como dices, no hay ninguda duda, sin duda me hubiera encantado.
Por cierto, ya sé que no viene ni a cuento ni nada, pero te quería decir que el otro día vi la peli de regreso a Moira y que muy chula ( gracias por hablar de ella porque sino probablente no la hubiera visto)y ya he visto que está en cartelera la de "cabeza de perro" así que en cuanto pueda iré a verla, jajaja
Un abrazo muy fuerte
Querido Mariano,
Recién llego esta semana de un viaje largo y me entero.
Te abraza y lo siente, sinceramente,
MC
Qué belleza de post, Emejota.
Y ella, una muñequita.
A mí me encantaría tener, cuando sea vieja, esa expresión que tiene la tía Carmen en la foto. Y dejar un recuerdo en la vida como el que describes.
Un beso.
Gracias Barbarita. La expresión de la tía Carmen, sí, la cara es el reflejo del alma...
Personas como la tía Carmen no es que escaseen, eva, es que son únicas. Por eso cuando se tiene la oportunidad de encontrarte con alguien así te sientes afortunado, y cuando se van... te sientes protegido. Muchas gracias
Un abrazo a las dos
(Hola Marta, me alegro por lo de Moira. Tengo pendiente lo de "Cabeza de perro" (grande el Ballesta, sí señor) aunque me temo que ya no la tienes en cartel. Pero ya haré como en el post de octavo de básica y te la cuento a la hora de gimnasia si quieres)
;)
Un abrazo
Bienvenido, Miguel, y muchas gracias. Se te echaba de menos.
Un abrazo
Claro que quiero que me la cuentes, jajaja, seguro que me gusta también más si me la cuentas, jajaja. El domingo sí que estaba en cartelera en Pamplona ( aunque hoy no sé si seguirá)
Un abrazo
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