15 octubre 2006

Collage

A Ferre, modulando hacia otro tema.

Menos mal que está el dvd. Sí, porque muchas veces me pasa que pongo un episodio de "A dos metros bajo tierra" (Six feet under, Alan Ball) y cuando termina el minuto y medio de cabecera no puedo resistir coger el mando y volverla a pasar otra vez. Y otra. Me fascina, está a la cabeza de las cabeceras (valga el juego de palabras) o, si se prefiere, es la joya de la corona de las cabeceras, lo que es lo mismo porque, ¿dónde se colocan las coronaaaas? Pues en la cabeza.

(Me parece que me estoy yendo por las ramas)

(y puede que del árbol que sale... encabezando esta cabecera)

A lo que voy, que aprovechando que alguien ha tenido a bien colgar en YouTube la cabecera como Dios manda (formato 16:9, buena calidad de imagen y, sopresa!, sin los créditos impresos) me he decidido a comentarla. Pero sólo algunos aspectos porque si me pusiera a largar sobre esta cabecera (tantas veces visionada) nos podrían dar las uvas. Y como que no.

HBO es una cadena que echa el resto en el diseño de sus cabeceras. Aquí se trata de una cabecera narrativa porque nos cuenta muchas cosas pero no lo hace de forma meramente lineal sino que lo que presenta es un curioso collage de motivos y símbolos, todos ellos con un punto en común: la muerte.

La música hace lo mismo por lo que podría pensarse que el compositor lo tiene difícil. Pues no. No si se la dan a Thomas Newman porque Newman es un músico que brilla especialmente en ese terreno. Soy de la opinión que Newman trabaja creando pequeños e ingeniosos gadgets musicales, breves ráfagas que en muchas ocasiones funcionan en bucle, como ocurre en la genial banda sonora de esa película curiosísima que fue "Una serie de catastróficas desdichas" y que aquí nadie fue a ver: los mayores porque pensaban que era para niños; los niños porque les daba miedo. Yo como no soy ni mayor ni niño pues la vi. Y me gustó. Mucho.

(Me estoy volviendo a ir por las ramas)

Collage. Símbolos. En el ámbito visual y en el musical. Lo primero que vemos y oímos son los símbolos esenciales que van a reaparecer a lo largo de la cabecera: el cuervo (pájaro de mal agüero) y el árbol (ay los quebraderos de cabeza que les dio a los chicos de la HBO dar con "el árbol"!). Al mismo tiempo, y con igual importancia, escuchamos un acorde pianístico punzante y agudo que se repite con insistencia, un acorde de séptima mayor construído por superposición de cuartas. Traduccción: un acorde gélido. Un hallazgo lo del acorde, oiga. Dicho acorde viene a representar el impacto súbito que produce en nosotros el inesperado anuncio de un deceso, el estupor en el que nos sumimos en un trance así y el estado de confusión, preguntas, desconcierto, todo lo que se quiera, que viene a continuación. El acorde es un grito, un dolor. ¿Todo eso cabe en un acorde?. En este sí, desde luego.

Podría hablarse, y mucho, de la acertada sincronía entre lo que vemos y lo que oímos. Dos ejemplos: el hermosísimo plano de la separación de manos (se separan bruscamente coincidiendo con la enésima repetición del acorde -la brusquedad nos habla del doloroso momento de la separación, de la pérdida- para flotar en el aire a continuación a cámara lenta como contraste -representando, quizá, el estupor de quien se queda y el misterio que deja quien se marcha: ¿hacia dónde va?-). Otro ejemplo: la música se pone verdaderamente en marcha coincidiendo con el brusco giro que hace la rueda de la camilla de un difunto al iniciar su viaje a través de un largo pasillo de hospital que deja atrás el mundo de los vivos -representado por la silueta de un ser humano al contraluz- y se adentra en un más allá cuyo misterio insondable se traduce en un blanco deslumbrante que ciega la pantalla.

Pero lo que me interesa en este post no es tanto la sincronía como el trabajo de collage en sí, la suma de trocitos que, juntos, conforman un todo narrativo. En este sentido hay tres momentos especialmente significativos que se corresponden con tres reflexiones fundamentales que nos plantea el hecho en sí de la muerte, a saber: 1) la ancestral inquietud del ser humano sobre la posibilidad de la existencia de un más allá de la muerte; 2) la condición del ser humano como un ente mortal y 3) el inexorable paso del tiempo, la fugacidad de la existencia.

Estos tres fragmentos del collage están representados de la siguiente manera: la incertidumbre ante un más allá lo representa la cámara girando sobre sí misma mientras mira al cielo, al tiempo que la música cesa su ritmo dejando suspendido en el aire un acorde estático que viene a significar un instante sin contornos ni pliegues, un infinito, mil preguntas sin respuestas. El resultado es estético, estático y extático.



Similar procedimiento musical (ausencia de ritmo dejando flotar un acorde en suspenso) acompaña la breve ráfaga visual que representa la inexorabilidad del final: unas flores marchitándose en un jarrón mientras el acorde fluctúa, languidece.



Curiosamente, esta ausencia de ritmo en los fragmentos claves contrasta con el segmento que nos habla de la fugacidad de la existencia. Aquí no sólo hay ritmo sino que es un ritmo insistente; en realidad se asemeja al sonido de la maquinaria de un reloj: el paso del tiempo. No es menos significativo (y me parece todo un acierto) que las imágenes nos presenten entonces un recipiente de líquido de embalsamar graduado y numerado: simbolizan las dimensiones de un todo finito que descuenta latidos progresivamente.





Con estas pistas sólo queda disfrutar del estupendo y minucioso trabajo realizado que invita a ser visionado varias veces porque una vez sabe a poco. A mí me pasa. Menos mal que está el dvd y siempre puedes echar mano del mando a distancia y volver al principio. Sobra decir que lo que viene después de la cabecera está a la altura. Qué gran serie (ya difunta, por cierto).

"Six Feet Under" - Cabecera


(Click en el centro de la imagen para visionar el video)


7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Cuando empecé a ver esta serie me llamó la atención su cabecera. Pero no musicalmente, sino por su apropiado desconcierto. Pero centrémonos: lo mejor es el acorde, sin duda (lo peor el forzado pizzicato de teclado), pero yo no oigo la séptima mayor (mi-b) por ningún sitio; lo que le da ese aire inquietante es una quinta disminuída una octava más alta, es decir, construyendo un acorde de Mi con Si, Fa-# y Si-b.

8:49 p. m.  
Blogger Paralelo 49 said...

Thomas Newman!!!!!! Cuánto tiempo mi favorito!!! aquí lo copian muchísimo

9:21 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Acabo de ver el vídeo que has puesto y he de puntualizar que está un poco más bajo de tono (medio, más o menos) que el del capítulo que tengo; en el vídeo el acorde sería de Mi-b en vez de Mi.
Antes olvidé enviarte un abrazo. ;-)

9:54 p. m.  
Blogger emejota said...

Hola jam!

Mmm, abrimos debate armónico... me gusta!

No hay séptima alguna sobre mi-b, sino sobre si-b (la séptima si bemol-la). Uno de los atractivos del acorde es que de primeras desconocemos la base tonal sobre la que se asienta: no podemos saber si mi bemol es una nota pedal o una fundamental... todavía. Esos momentos de incertidumbre y ambigüedad cumplen también un papel importante.

¿Quinta disminuída? O cuarta aumentada, depende de cómo enarmonicemos las notas (yo lo sigo viendo como un asunto de cuartas superpuestas)

En cuanto al fa, tienes razón, está ahí presente, pero yo lo escucho "fuera" del acorde agudo de tres notas que he anotado en el post. Está en otra región, como si fuera una sombra sonora de esas tres notas. En cualquier caso, es indudable que aporta un matiz de color notable, estoy plenamente de acuerdo.

Un abrazo!

11:16 p. m.  
Blogger emejota said...

Hola Paralelo!

¿Lo copian? Claro, le pasará como a Danny Elfman: cuando alguien tiene una acusada personalidad musical surjen los inevitables imitadores intentando reproducir los giros característicos. No falla. Pero el original es el genuíno!

Un abrazo
(fuerte)

11:19 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Emejota, no sé yo cómo tomarme tu dedicatoria. ¿Es que me quieres ya cadáver? ;-) Bueno, te daría las gracias, pero los muertos no tenemos capacidad de habla. A ver si con la ayuda de un medium: "uuuuuuhhhhh.... graaaaaaaciaaaaaasssssss" (dígase con iluminación de velas y en ambiente de decoración kitsch).

Yo empecé a seguir "A 2 metros..." cuando la habían emparejado en la 2 con "El Ala Oeste" (que sabes que es mi debilidad). Evidentemente, en esa época yo todavía estaba vivo. Ambas dos series luego bastante maltratadas por la programación. O sea, que también pasaron a mejor vida.

Pude recuperar el "ala", pero no la "tierra"... pero estoy en trámites de conseguirla (el lenguaje burocrático viene a cuento porque quien me la deja también es funcionario... y ya se sabe, nos juntamos dos y hacemos competiciones de poner sellos y nos pedimos las cosas por instancia).

Sobre la cabecera, ciertamente es de las mejores que se han hecho (a ver si un día señalo yo alguna de las que más me gustaron a mí). Me llama la atención que no hayais mencionado el atractivo contraste de esas frías imágenes (incluso en su apagado colorido, lleno de colores fríos) con la música que suena una vez se pone en marcha la camilla, que, sin ser alegre, sí que tiene ciertos tintes que apuntan a la comedia. Como la serie.

En el acorde, me gustaría hacer otra aportación: la separación entre cielo y tierra. Suena por primera vez cuando el cuervo atraviesa la imagen, se produce un silencio y se inicia el movimiento panorámico hacia abajo para encontrar el árbol y la tierra. El silencio no es enorme, pero tampoco es corto: una funeraria tiene contacto con los muertos justo cuando éstos fallecen, no más tarde. Por cierto, que, en ese movimeinto vertical de la cámara el árbol sirve de enlace visual entre los dos mundos.

Bueno, este muerto se despide, agitando la mano llena de tierra,

Ferre.

8:48 a. m.  
Blogger emejota said...

Ferre, tú piensa que más mosqueante sería que le dedicaran a uno un post sobre Mozart, que lleva a dos metros bajo tierra una jartá de tiempo :)

Si vas a pedir la serie por instancia (intuyo por tanto que tu compañero funcionario vive) me permito aconsejarte vivamente que la veas en VO. ¡Esa Ruth Fisher por Dios! Es una serie de voces, los personajes se describen por medio de la voz y el doblaje, para colmo, parece que lo han hecho con los pies. Yo siempre la he visto en dvd. Una vez puse una escena doblada y me entró dolor de estómago. Así que tú verás.

No se ha mencionado lo que dices y tantas otras cosas porque, como ya advertí en el post, nos podrían dar las uvas y he preferido centrarme en el asunto collage. Pero ya que apuntas lo de la música que tiene tintes de comedia, creo que ese "toque" viene dado ya por el pizzicato que suena como base rítmica desde casi el comienzo y, especialmente, el momento en que la melodía del oboe (la melodía de la camilla) hace un giro grotesco hacia el minuto quince de la cabecera (échale un "oído" a ese instante en que la línea melódica se tambalea). Preludian, efectivamente, esa cualidad magnífica de la serie de conciliar el puro drama con las singulares neuras de la familia Fisher: dolor y humor en perfecta armonía y sin disonancias.

Le pongo sello al comentario, lo firmo y te lo mando para allá (que no al más allá)

Emejota

11:46 a. m.  

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