Compras
Los probadores de las tiendas de ropa me dan muchísima pena. Yo no sé si eso es muy normal pero, por si acaso, un día se lo pregunté a mi psicóloga y me sonrió de manera tierna y dijo: ¡Cómo eres!. Y yo le contesté que justamente para responder a eso estaba allí sentado y ella se rió aún más.
Viene a cuento porque esta mañana he entrado a una tienda a comprarme una camisa y cuando la dependienta me ha indicado la dirección del probador le he dicho si era realmente necesario y ha sido realmente necesario, qué le vamos a hacer. Y mira qué casualidad que luego he tenido que esperar a que mi hermano se probara unos pantalones y ha sonado mi móvil y era la psicóloga. Con su voz dulce me ha dado los buenos días y me ha preguntado qué tal y no me ha quedado más remedio que confesarle que con la pena de los probadores. Y con su paciencia infinita ha dicho, y qué más, y rodeado de gente que examinaba prendas le he dicho: al margen. ¿Al margen de qué? No lo sé, es sólo una sospecha. Ella ha hecho una pequeña pausa valorativa y luego un leve ajá, tan suave que la "j" casi ni lo era, mejor, y entonces me ha preguntado si hago las respiraciones. Y como yo soy muy sincero le he dicho: pues mira, no, pero de mayor no me importaria ser una que estoy escuchando estos días por los auriculares y que hace más efecto, de verdad. Y otra pausa valorativa. Y otro a(j)á. Y entonces he sido yo el que ha tomado la iniciativa y le he preguntado: ¿Y tú qué tal? Y entonces se ha reído dulcemente y ha vuelto a decir lo de "¡Cómo eres!", y yo he pensado: a saber! mientras veía las intenciones de una tía de empeñarse en una camiseta que toda ella era un error (la camiseta, no la tía). Pero los psicólogos son muy hábiles y no dejan que tomes la iniciativa y ha reconducido la conversación. Resulta que me llamaba para cambiarme el día de la consulta. Ah, pues no pasa nada, mujer, si a mí me da igual. Y en eso hemos quedado.
A veces me pregunto por qué sigo yendo a la psicóloga si las razones que me llevaron a ella felizmente ya no son razones, pero creo que aparte de que es bueno y recomendable vaciarse verbalmente, es que a mí me encanta que me entrevisten, de hecho si por algo me gustaría ser algo de provecho de mayor es para que me entrevisten. Me hace ilusión, ya ves. Si hasta me he auto-entrevistado yo en este blog! Hay pacientes a los que, al parecer, hay que sacarles las palabras. A mí no, al revés, en todo caso lo que me calla es la llegada del siguiente paciente.
Hay días que la psicóloga se sienta enfrente de mí, en posición de las seis de la tarde: ella es la aguja de los minutos y yo la de las horas, para que nos hagamos una idea. Pero según transcurra la conversación o la naturaleza del tema, a veces estamos a las seis menos diez o seis menos cuarto, minuto arriba minuto abajo. Sólo una vez se puso a las seis menos veinte. Es curioso eso. También es verdad que en alguna ocasión yo he adelantado el horario y me he acercado a las siete. Una vez me preguntó mirándome muy fijamente qué cosas me daban miedo en este momento, así lo dijo, qué cosas te dan miedo en este momento y yo le dije que, por este orden, me daba miedo:
-Morirme
-Enamorarme
-Los visitadores a domicilio de la Editorial Planeta
-La mera contemplación de un langostino
y, ah si, -Karmele Marchante.
Y por una vez el minutero se volvió un poco loco de la risa (yo me quedé fiel a la media tarde) y lo que la hizo detenerse en las seis menos veinte en punto fue el punto dos, claro, no falla. Qué pereza, tener que argumentar el punto dos otra vez. Ella: "¿Te importa si hablamos de eso?". Yo: "En absoluto, pero es que es tannnnn largo que da una pereza...". "No importa, hay tiempo". Pues nada, a largar. En realidad ella sabe de sobra que hay miedos mayores que el miedo número tres, cuatro y cinco, pero también sabe que me gusta a veces jugar un poquillo con la realidad y la ironía, por aquello de hacerla más digestiva, que las seis es la hora de la merienda.
A mí los probadores de ropa me dan una pena infinita, sufro por los folios que se desmayan hacia atrás de dolor dislocados por el puñetero clip y en mañanas como la de hoy me compro una camisa de un color que no sabría definir porque ponerle nombre a los colores me parece una cosa muy complicada. También me da por pensar a veces que soy una frase o quizá un capítulo ocasional en la vida de muchas personas y que luego siempre termino archivado en el anaquel. Y también vivo con la sensación de que mi mayor misterio soy yo mismo. Poco más.
12 Comments:
Pues vaya lo que da de sí una tarde de compras, jajajaja.
Un abrazo muy fuerte, jajaja
Yo soy de la teoria,querido Mariano, de que los probadores los inventó un Psicólogo.
Me explico:
uno entra tranquilamente en una de esa pequeñas jaulas con el pantalón mas grande de la tienda y ¡horror, no me abrocha!, seguidamente uno se busca la mirada en el espejo de enfrente para pedirse explicaciones y
!horror, que ojeras tengo!.
Finalmente, en un acto reflejo uno esquiva la mirada y... ¡horror,el espejo de detrás delata que tu perdida de pelo es ya imparable!.
Asi que sentado en la soledad de ese pobador,uno decide gastarse los cuartos de esa compra en un psicólogo que le suba la autoestima hasta las proximas rebajas.
Pd: Yo no podria tener una psicóloga con coz dulce...
Estoy seguro de que acabaria enamorándome y queriendo tener esas amigable charlas en posición de seis y media o doce en punto.
-un abrazo-
hace sólo dos días que me encontré contigo en la pantalla.
y fue de casualidad.
no sé muy bien cómo, pero ahí estás.
a pesar de que garabateo mis dedos contra el teclado y salen muchas, pero muchas letras seguidas, casi nunca leo bitácoras (que me gustan más que los blogs) que tengan más de veinte líneas.
pero el tuyo sí.
ah, y el de mi amigo Rafa.
pero él hace mucho que no escribe. así que sólo quedas tú.
hasta que Rafa vuelva, claro. que seréis dos.
y todo esto para decirte que me gusta como cuentas las cosas que cuentas. me río de verdad la buena. y más cosas que no te pienso decir por ahora porque acabamos de conocernos.
salut (con t)
me ha encantado tu comentario de hoy, tu ironia resulta muy divertida a veces. Animo y para consuelo tuyo sobre tus miedos ninguno nos vamos a quedar asi hay que esperar la muerte sin ningun miedo es una parte de nuestra vida y tu que tanto has sufrido deberias tenerla mas asumida que otras personas que no han pasado por cosas tan fuertes solo hay que saber algo, que el tiempo que nos queda hay que vivirlo a fondo y que hay que disfrutar hasta de comprarnos una camisa, teniendo esa premisa la muerte es un mero tramite...besos con aires del sur y mucho animo y nada de miedos, QUIEN HA DICHO MIEDO!!!!
La frase no es literaria sino literal, celusceli. No hay que mezclar lo profesional (lo visible) con lo personal (lo no visible), entre otras cosas porque se puede dar una imagen que no corresponde a la realidad: la de alguien (yo) que hace oídos sordos al afecto. Nada más incierto. Yo estaba al otro lado, celusceli, nadie como yo vió las miradas, las sonrisas, y presintió las emociones. Nadie como yo porque eran ellas las que me sostuvieron. Y los silencios que todo lo dicen y lo dan. Y la complicidad. Y las palabras que caen de la carpeta cuando llegas a casa y que una mano dejó apresuradamente. Eso no tiene precio y para mí queda la satisfacción. Pero todo es mucho más complicado que eso. Algún día.
Por otra parte, pensar eso no presupone en modo alguno ninguna mala intención en nadie, Dios me libre. Pero insisto: no confundamos lo profesional con lo personal, aunque el profesional mostrara su yo auténtico. Para encontrar un poco de luz y compartirlo, a veces hay que pasar muchas noches oscuras en vela. Esto sí es literario y literal.
Un abrazo.
Yo, eva, yo digo miedo. Todo va en el precio, y no precisamente en el de la camisa ;). El miedo, el consuelo, la alegría... todo ese zumo del que está hecho todo.
Un abrazo
Hola toni, bienvenido:
yo tampoco sé muy bien cómo, pero aquí estoy.
Tengo una debilidad por escribir mails con frases cortas.
Y utilizar mucho los puntos y aparte.
O volver a empezar sin punto
(así)
o como has hecho tú.
Sólo por eso ya me gusta tu comentario, por lo de fuera.
(por lo de dentro también)
Es verdad lo de las 20 líneas
pero a veces no cabe todo lo que pienso en 20 líneas.
Otras veces pienso 20 cosas a la vez y no escribo una sóla línea
(como ayer)
A ver si Rafa vuelve y un día me dices si también escribe así.
Salut (con t de tú y de toni)
Interesante teoría, jp, y plausible...
Pero lo mío es más raro. A mí no me da pena lo que pase dentro del probador. A mí me da pena el probador en sí, es el colmo!
Pd: mi psicóloga tiene la voz dulce, sí. Y en los silencios se oye en la habitación tic-tac, tic-tac. Normal ;)
Un abrazo
Lo de la Marchante, sí, Muskarias...
Los de Planeta son unos pesaos, aunque no les abras la puerta se cuelan por la ventana. Y pereza, lo que se dice pereza, a mí me dan pereza las infusiones y los domingos por la tarde.
(si no me archivas igual me traspapelo encima de la mesa. No sé qué es peor!)
;)
Un abrazo
Una mañaaaana, Marta, una mañaaaana; que no fue por la taaaaarde. Por las tardes los probadores aún dan más pena y la psicóloga no llama porque me da que está con otro (sospecho yo)
;)
Un abrazo
No te sientas para nada incómoda, mujer, que no me has molestado para nada. De verdad, pero de verdad, eh?
Igual es que estoy un poco espeso para expresarme, ya he puesto por aquí que en ocasiones sucede.
(Cocacola? Trufas? Mmmm)
Querido Mariano:
A mí el shopping me causa en general ansiedad.
Y sí, todos somos nuestro mayor misterio.
A propos de nada, ya estoy en la ciudad vecina. Frescos vientos del norte.
Mil abrazos,
(mientras como una Pantera Rosa)
Yo
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