13 enero 2007

Clase

Hace unos años, José Antonio Marina escribió un artículo en prensa donde hacía una defensa de la lentitud frente al frenesí del hipertexto y la búsqueda rápida que marca el compás de nuestra existencia cotidiana. Alberto Manguel hace hoy unas declaraciones en las que afirma que "el capitalismo actual no puede permitirse un consumidor lento, y la literatura requiere lentitud", lo que le lleva a concluir que, en el futuro, "leer será un acto de rebeldía". No sé si en el futuro leer será un acto de rebeldía pero en el presente es un signo de (absurda) distinción, lo que me lleva de nuevo a Marina cuando dice que "la Cultura nos hace sentirnos seguros". Es verdad. La palabra "cultura" se ha convertido en una palabra-comodín, un cajón de sastre que da cabida a muchas cosas dispares que funcionan todas ellas como una herramienta de autoafirmación social. Parece como si "la cultura" fuera un espacio de distinción al que conviene pertenecer y eso nos importa más que leernos los estatutos y enterarnos siquiera en qué consiste eso de la cultura. Precisamente ese "vacío legal" es hábilmente aprovechado por quienes quieren colarnos su rollo bajo el estandarte de "La Cultura".

¿Qué hace "cultural" a algo y qué lo excluye de esa categoría? En su espléndido ensayo "¿Para qué sirve el arte?", John Carey advierte con agudeza que a la mayor parte de las personas en el fondo les importa un bledo el arte pero, sin embargo, "toman muy en serio cualquier crítica a su gusto artístico", ese que nos hace sentenciar: ésto es una obra de arte y ésto no lo es. Si nos tomáramos el esfuerzo de aclarar los conceptos quizá llegáramos a la conclusión de que lo importante no es tanto leer sino qué leer (y ya puestos, incluso cómo leer). Hay quien siente los efectos de inmunidad que proporciona la oportuna dosis de "cultura" porque lee, aunque lo que lleve bajo el brazo sea la biografía de Carmina Ordóñez y por otra parte hay "intelectuales" que se escudan en la dignidad de la novela para denostar el género del culebrón olvidando al parecer que, en su tiempo, la novela que hoy está elevada a los altares de lo clásico fue tratada por la intelectualidad de la época con el mismo criterio despreciativo, como recordaba el otro día alguien que ahora no recuerdo.

En fin, todo esto rollo viene a que en Gran Bretaña está cosechando un gran éxito un libro sobre cómo aprender latín de manera rápida y sin complicarse mucho la vida. El autor anima a los lectores a que se pongan a ello alegando que es un "signo de clase" y como reclamo lanza la siguiente pregunta: "¿Por qué, si no, David Beckham entre los nueve tatuajes que lleva en su piel, tiene tres en latín?".

Yo de la "13 Rue del Percebe" toda la vida, oiga.


1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Interesante reflexión sobre la cultura, emejota, que sabes que comparto.

Que conste que no me parece intrínsecamente mal que la cultura sea una herramienta de autoafirmación social, supongo que la cultura puede tener varios niveles, y es en la cultura "de masas" o "popular" donde esta confusión entre rito social y cultura se da más.

A mí lo que me parece más peligroso es sacrificar la cultura y el arte minoritarios, como está pasando en muchos sitios, entre otros en nuestra querida ciudad, en aras de "lo popular", como por ejemplo:

- Confundir cultura y folklore (significativamente aquí representados por un mismo concejal), incluir actos "culturales" en las agendas culturales municipales y de medios de prensa que poco tienen que ver con la literatura, la música, la pintura o cualquier otro arte, como procesiones y demás actos religiosos, actos navideños (por citar los más recientes), etc.

- Gastarse el presupuesto del año en un concierto de música pop multitudinario con el objetivo de "llenar la plaza", y dejar propuestas más originales y minoritarias fuera.

La visión mercantilista de ofertar la cultura buscando como objetivo llegar a mucha gente produce las aberraciones que comentas: de los tatuajes en latín de beckham al simple hecho de que te vean lucir palmito en el cine, en un concierto o que el color de la portada del libro que sobresale del bolso combine con el color de los calcetines o la bufanda. Así nos va.

salud emejota, mucha salud.

10:08 a. m.  

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