12 noviembre 2005

Encargo

El parte de batalla es el siguiente: se me ha formado una dolorosa contractura en la espalda como resultado del exceso de horas delante del teclado del ordenador. Se va acercando la hora del parto y empiezo a notar las contracciones. Esto se ha convertido en un duelo: o puede Gould conmigo o puedo yo con él. Desde ayer he conquistado otra habitación donde he colocado el portátil y el material sobrante. Voy y vengo por el pasillo. Mari ya no dice nada quizá porque, al menos, me he afeitado. En el desayuno he mirado por la ventana la mañana desapacible y he estado a punto de volverme y decirle que a lo mejor somos una fluctuación cuántica del vacío pero en ese mismo instante ha sonado el teléfono: un encargo de una Asociación de Belenistas, que quieren un artículo. Lo que me faltaba. Me pidieron uno el año pasado y cuando estaba a punto de decirles educadamente que no, que lo sentía mucho, me dijeron sobre qué debía tratar, y era la cosa tan difícil que dije que sí sin dudarlo. Mira que me fastidia, pero los retos me ponen, no lo puedo remediar. Y me fastidia porque luego lo paso fatal.

Me dijeron: se trata de escribir un texto mínimo, como de cristal, sobre el efecto que produce la audición del "Noche de paz". Tela marinera. A ver, por dónde se agarra eso, díme. Estas cosas te tienen que atrapar por algún sitio y mí lo que me llamó la atención, lo que me resultó estimulante y atractivo, fue equiparar el fondo con la forma, es decir, que el recogimiento y la fragilidad de la archifamosa melodía navideña se correspondiera con una estructura literaria liviana. Y además, el matiz de que no se trataba de hablar de la música, sino de la impresión producida por la música. Demasiado difícil así que, ¿cuándo tengo que entregarlo?

Por la tarde me empezó a rondar la ansiedad así que fui a dar un paseo. Caía una niebla que calaba hasta los huesos. Iba pisando las hojas caídas de los árboles sobre el pavimento mojado y, pensando en el dichoso artículo, me decía a mí mismo que prohibidas las sensiblerías baratas. Ante mi sorpresa, de pronto la vocecita de dentro me dictó la frase con la que debía empezar el artículo. Sin previo aviso, sin un carraspeo previo que anunciara su llegada; como si alguien de quien te fías te dijera al oído: tome el camino que tome el escrito, tiene que empezar así, hazme caso. Y eso fue el colmo, porque si ya de por sí el encargo era difícil, a la vocecita no se le ocurrió otra cosa que dictarme al oído la siguiente frase:

"Lo que nos conmueve de la nieve es que no hace ruído al caer".

Así tenía que empezar. Llegué a casa pensando la manera de hilvanar eso con la melodía del "Noche de paz" pero fui obediente y le hice caso y a primera hora de la mañana ya tenía el artículo entregado. Parece ser que a ellos también les conmueve que la nieve no haga ruído al caer porque me han vuelto a llamar. Pero este año es imposible: mientras fluctúe entre habitación y habitación pasillo a través tras los pasos de Gould no puedo dedicarme a otra cosa. Digo yo que si todos los años se canta el mismo villancico bien podrían poner el mismo artículo. La nieve viene incorporada.

Feliz Navidad.


3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Encontré esto en el blog de un joven francés:

Le silence.
Tout est silence.
Matière transparente du corps fragmenté.
Automne rouillé des mots.
Luxure des îles où flotte la mélancolie.
Fleurs écrasée entre les doigts.
Le silence.
Tout est silence.
A l'intérieur des usines où les mêmes gestes chaque jour effeuillent avec monotonie les saisons.
Au milieu des grandes marées.
Au coeur des volcans, des ordinateurs, au milieu des cris et des pleurs, aux fils des grands discours.
Le silence.
Les coeurs balbutient tout bas des mots,
des mots qui ne savent plus la couleur du jour et de la nuit.
La main anonyme.
Le visage qui se détourne.
Partout des mains appels.
Chute, une pause.
La nuit.
Un regard arborescent au milieu du désert urbain.

Le silence.
Tout est silence.


El enlace, en mi nombre.

11:38 a. m.  
Blogger emejota said...

(muchas gracias)

1:37 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

A mí también me conmueve esa maravillosa frase. No me extraña que tengas encargos. Un abrazote.

11:46 p. m.  

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