Gould
Trabajar en algo que te apasiona, por laborioso que sea el trabajo, es un privilegio que no dejo de valorar. La semana próxima sale a la luz, al fin, un proyecto largamente acariciado: un ciclo de conferencias sobre Glenn Gould. Llevaba tiempo con la mirada puesta en un ciclo que tuviera al intérprete como protagonista. Los cursos de divulgación musical suelen olvidar ese eslabón fundamental en la cadena de comunicación entre la obra musical y el oyente. Un cuadro, una película, no necesitan intermediarios; la música sí. Plantear una pregunta como ¿qué parte de sí mismo pone el intérprete en la obra que reproduce? me ha parecido desde siempre sumamente estimulante para poner al oyente en predisposición de descubrir este mundo fascinante en el que reparamos tan poco.
Hay otra razón para hacerlo ahora y hacerlo con Gould. En realidad, dos razones: la primera es que se conmemora el cincuentenario de la grabación de la primera versión de las Goldberg y los aniversarios, siempre lo digo, son excusas estupendas para traer a colación asuntos que nos apasionan. La segunda es que Gould es el tipo perfecto para ejemplificar un proyecto de este tipo porque Gould representa lo mejor y lo peor, es un personaje excesivo y torrencial. Y contar con un material tan enfático es bueno desde el punto de vista pedagógico.
Como el formato es novedoso y, lo reconozco, atrevido, que ésto no es Madrid sino una pequeña ciudad de provincias, el ciclo Gould es el primer proyecto de producción propia que Aula Clásica asume en solitario; vamos, que no contamos con el apoyo de nadie. Otro reto a afrontar: ¿se animará alguién a adentrarse en la aventura?
Estoy del todo inmerso con Gould y hay algo que me desasosiega: demasiado para elegir, para seleccionar, aunque tengo muy claro en la cabeza de dónde parto y el punto exacto al que quiero llegar. Acabo de visionar su grabación de una Gallarda de Byrd con la cámara fija en la vertical del teclado, y de esa excentricidad de un par de minutos sale una lección de contrapunto que los dedos de Gould delinean exquisitamente. Antes he escuchado el fragmento de audio de lo que aconteció en el Carnegie Hall de New York el 6 de Abril del 62 cuando Bernstein, antes de comenzar a dirigir el Concierto en re de Brahms, se vuelve inesperadamente al público y lanza un discurso advirtiendo de lo que se avecina, que no está del todo de acuerdo con lo que el señor Gould va a hacer pero que si no ha sido cancelado es porque, en el fondo, cree en las ideas de este "pensador del piano", así lo denomina, y se confiesa fascinado. Después, ante la sorpresa y las risas del auditorio, Bernstein se pregunta encogiéndose de hombros "¿pero aquí quién es el jefe, el pianista o el director de orquesta?".
En conclusión, que tengo todo el archivo Gould sobre la mesa y por el suelo: montones de carpetas, apuntes, cd´s, fotografías, vídeos, libros, papeles... Y todo lo reflexionado durante años, lo vivido con deleite, lo soportado con indignación, que a mí Gould me cae simpático hasta cuando se pone insoportable. Me encuentro estresado y pasándomelo en grande; divirtiéndome y algo asustado. Así es entrar en Gould. Pero la oportunidad ha llegado: 14, 15 y 16 de Noviembre. Tengo que encerrarme para dar forma al puzzle, no queda mucho tiempo, así que en este blog que tanto debe al espíritu gouldiano no sé qué va a pasar los próximos días; una de tres: o lo desatiendo (sería la primera vez que dejo pasar varios días sin escribir), o escribo con frecuencia sobre Gould de manera paralela a lo que vaya saliendo en el trabajo en el que estoy inmerso, por lo cual pido (más) paciencia a mis lectores o, quién sabe, lo mismo no pasa nada y mañana salgo con un post cualquiera, como si de unos días normales se tratara. A saber. De momento, vuelvo al trabajo.
10 Comments:
¡Cómo me gustaría estar ahí, pero no puedo! Ya sé que es una putada, pero me gustaría que escribieras sobre ello en el blog. Como es una petición, naturalmente puede que no sea respondida (afirmativamente). Yo también amo y detesto a Gould (ya te he contado que a veces ni siquiera lo tolero 5 minutos), pero todo lo que tú sabes sobre él yo lo ignoro. Me gustaría que lo compartieras conmigo y con los otros que te leen (te leeemos), aquí.
Beso.
Y lo más importante. ¡No pises todo lo que tienes por el suelo! Haz el favor de no hacerle más difícil el trabajo a Mari: tener que pasar el aspirador vadeando un CD con las Invenciones de Bach para chocar con un libro de conversaciones con al amigo Glenn, convenientemente abierto y subrayado, no debe ser nada, pero que nada fácil.
Ánimo con esas conferencias, Emejota.
Buenos días/tardes. He estado poniendome al día de los post atrasados que después de todo el fin de semana paseando por el monete toca aterrizar de lleno en la realidad. Ánimo Mariano que seguro que es un éxito. ¿Cuando te llevo el chocolate? Una tableta de Lindt para la inauguración del nuevo proyecto.
Un saludo a todos!!!
jajajajajajajajajaja que malo eres MAriano :p el monete es como vulgarmente se conoce al sitio ese donde una va a caminar y perderse. El MONTE que se me van las teclas!!!!!!!!!!!
Trataré de ir a verte alguno de los tres días. Mañana me voy a Barcelona, pasado a Nuremberg, y mi semana acaba en un boda en Castellón.
El destino quiere que no nos veamos, Mariano. Pero habrá que desafiarlo.
Querida Gabriela: en realidad sí que vas a estar porque, con tu permiso o sin él, voy a contar con algunas de tus impagables apreciaciones vertidas en los comentarios cuando hemos debatido sobre Gould. Me han resultado muy inspiradores. Así que eres tú la que va a compartir con nosotros... :)
Gracias!
Un beso
Ferre: Mari sortea obstáculos con una precisión y una paciencia admirables, digo yo que será por la costumbre ;)
Gracias por los ánimos.
Un abrazo
Ahhhhhhhhhhhhhh, qué susto, Raquel. Me habías dejado todo intrigado con el sitio ese del monete :D
Han aumentado el tamaño de la tableta de chocolate Lindt por el mismo precio. ¿A que parece una buena noticia? Pues no, porque al engordarlo le han quitado parte de la gracia que tenía saborearlo tan delgadito en el paladar ;)
Un abrazo
Lo desafiaremos, causal, no te preocupes. Buen viaje (trae algo de recuerdo, unas chocolatinas o algo, anda)
;)
Un abrazo
¡Me auno a la petición de Gabriela!!
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