04 diciembre 2005

Llamada

La secuencia transcurre de la siguiente manera: los niños descienden disfrazados por la gran escalinata hacia el salón principal de la mansión. La pequeña Flora lleva en sus manos una cajita de música abierta y reclama la atención de la institutriz, Miss Giddens, y del ama de llaves, la afable señora Grosse. Siéntense, por favor. Los niños quieren jugar a representar una función de teatro. Flora se encarga de hacer los honores ante la sonriente y satisfecha mirada de las damas y anuncia que el pequeño Miles, a quien da paso con una graciosa reverencia, va a recitar a un poema.



El niño comienza a recitar con tono solemne unos versos sombríos:



"¿Qué le cantaré a mi señor desde mi ventana?
¿Qué cantaré si mi señor ya no está?
¿Qué cantaré si mi señor ya no escucha?
¿Adónde iré si mi señor se fue?




¿A quién amaré cuando salga la luna?
Mi señor se ha ido y la tumba es su prisión.




A estas alturas del poema, Miss Giddens se ve sacudida por una honda conmoción. Ella conoce los estrechos vínculos que unían al pequeño Miles con el siniestro señor Quint, el fallecido jardinero de la mansión; sospecha que algo extraño viene ocurriendo desde hace tiempo y que pretende corromper a las inocentes criaturas y se diría que el niño, que parece haber entrado en un estado de trance, ha transformado el juego de la representación teatral en el ansia de una llamada desesperada, en una declaración de entrega, en el lamento por una ausencia insoportable.

¿Qué diré cuando mi señor venga a visitarme?
¿Qué diré cuando llame a mi puerta
?



¿Qué diré cuando entre su sombra
dejando las huellas de su tumba sobre mi suelo?


El pequeño Miles se dirige lentamente hacia la ventana tras la cual se extiende el oscuro manto de la noche.



¡Entra mi señor, sal de tu prisión!
Abandona ya tu tumba pues la luna salió..."

Y una vez concluído el poema, Miles todavía susurra una última, inesperada e improvisada frase antes de volver su mirada hacia Miss Giddens:

("Bienvenido seas, mi señor")



Los niños pueden ser los mejores actores del mundo y lo que consigue en esta escena el joven Martin Stephens, a sus 13 años, es antológico. He aquí el instante mágico del recitado (atención al sobrecogedor susurro final):


("The innocents", 1961. Jack Clayton. 20th Century Fox)


4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El día que conseguí la novela "Otra vuelta de tuerca" un escalofrío me recorrió la espalda. El día que la acabé me quedé con la mirada perdida en sus tapas. El poema, la voz.... UUUUUF me la voy a llevar estos días a mi pequeña escapada

12:55 a. m.  
Blogger emejota said...

(¿me llevas contigo?)

;)

11:45 p. m.  
Blogger emejota said...

Muchas gracias, Diana, y bienvenida a "La Idea del Norte".

Un abrazo

3:02 p. m.  
Blogger Unknown said...

Esta noche voy a empezar a releerla. Ha ido y venido conmigo pero no ha salido de la maleta. Acabo de escuchar de nuevo al niño y el últino "Welcome my lord" es IMPRESIONANTE.

P.D. La verdad es que no había muchos bingos. Díle a Wanda que a la próxima elegiré destino para ir con ella pero el "monete" no es el sitio propicio

11:53 p. m.  

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