Vuelta
Los chavales vuelven al colegio, así que este post me parece que me va a salir negro. Me he asomado a la ventana al mediodía para verlos pasar con sus uniformes, mochilas y libros nuevos y me ha dado mucha tristeza, la verdad. Yo tengo una pesadilla recurrente en la que vivo con pavorosa angustia la inevitabilidad de que mañana hay colegio. Entonces me despierto y me incorporo de golpe empapado por el sudor, con el corazón a toda máquina y un bolo de angustia en la garganta y tras comprobar que ha sido un mal sueño me dejo caer de espaldas sobre la almohada. Es horroroso. Yo pasé la mayor parte de mi vida escolar en un colegio de monjas donde lo único que aprendí fue la existencia del mal reflejado en las actitudes de algunos y algunas profesoras. Es una desgracia, lo sé. Lo peor es que algunos de ellos todavía siguen al pie del cañón, que ya se sabe que hierba mala nunca muere, y mañana por la mañana recibirán a estos niños que estrenan ilusionados tantas cosas sin saber que pueden perder, de golpe, algo tan valioso como es la inocencia. Al menos que no sea de golpe, por favor.
3 Comments:
Yo también toda mi primaria y secundaria estuve con monjas, pero eran monjitas muy lindas, las recuerdo con gran cariño. A las pobres les hacíamos cada cosa...
Pero sí, se que la mayoria son una desgracia, sobre todo cuando son tan tradicionales, esto es un horror.
Un beso, Mariano.
Lo que pasa es que las escuelas de monjas y de curas en México estaban (y están), bajo un régimen laico (y más bien anticlerical), Magda.
Yo estuve en la secundaria con Mercedarias y también éramos muy traviesas y ellas muy buenas gentes. No se puede comparar con la "penumbra ideológica" de las escuelas de curas y monjas de España. En México esas escuelas se "toleraban" pero las cosas de la religión no contaban en las notas o en las actividades. Se les podía "caer el pelo" (o el velo) a la primera de cambio. Es más, no podían ir vestidas con hábitos por la calle, porque estaba prohibido hacer ostentación de su religión en público. En fin, que no es comparable y pobre emejota: no me extraña que todavía tenga pesadillas.
Saludos.
Pero pesadillas bien gordas!
Besos a las dos.
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