Gráfico
Si tuviera que plasmar gráficamente el proceso de aprendizaje de una obra musical, dibujaría un triángulo. Empiezas desde la base estableciendo un primer contacto con la obra y poco a poco vas ascendiendo hacia la cima. Por supuesto, ese ascenso no está exento de tropiezos e irregularidades en el camino; no es un ascenso llano. Llega un momento en que, al fin, pisas cumbre y sientes la satisfacción correspondiente y proporcional al esfuerzo invertido mientras llenas los pulmones de aire fresco. Pero la cosa no termina ahí. La experiencia te dice que la satisfacción es todavía mayor porque sabes que ese instante va a ser breve; a continuación inicias, inevitablemente, el descenso por la cara opuesta.
¿Y cómo es posible que tal cosa suceda si el camino que conducía a una interpretación satisfactoria tras superar las dificultades todas, las mecánicas, las físicas y las químicas, ha concluído? Pues es posible, a la vista de la evidencia. Pues sí que es usted rarito. Pues no le digo que no, pero no debo ser el único porque oiga usted a tantos y tantos músicos, de primera, octava y última fila. ¿Les ocurre algo similar? Les ocurre algo similar. Acuérdate de Gould, que defendía distanciarse de la obra si había que tocarla en público. Distanciarse de ella para reencontrarla, para redescubrirla. Para volver a sentirla nueva. Quizá sea ese el secreto.
Creo que lo que ocurre es que llegado ese instante en el que algo se estremece por dentro y te dice: "ya lo tienes", inevitablemente va perdiendo frescura; es como si a partir de entonces, por muchos medios que pongas para evitarlo, lo que hasta entonces era una búsqueda con los cinco sentidos puestos se va transformando en una repetición mecánica. Y cuando te das cuenta de ello y pretendes recuperar la satisfacción que te reportó la vista panorámica que contemplaste en la cumbre del triángulo caes en el mayor de los errores, porque fuerzas una interpretación artificiosa que sólo puede dar como resultado una caricatura de lo que entonces fue una pose natural. Ya lo dijo el sabio: "en el ser humano, la felicidad está en la búsqueda". Pues va a resultar que es cierto en todos los sentidos y que cuando encuentras lo que buscas empiezas a perder el interés (aunque te resistas).
Todo esto viene a cuenta (y a cuento, nunca mejor dicho) de que desde ayer, a la caída de la tarde, estamos perdidos en el bosque encantado junto a Pulgarcito. Ocurrió que el martes alcanzamos cumbre y yo no dije nada, sólo toqué madera, cosa fácil porque estaba sentado al piano, pero el miércoles se escapó un pasaje que, casualidad, nunca se había escapado antes; el jueves ya eran tres o cuatro, y un problema con el pedal izquierdo que hasta ese momento no habíamos percibido. El viernes, la pavana de la bella durmiente casi nos duerme a nosotros y ayer, mientras seguíamos al cortejo que acompañaba a la Emperatriz de las Pagodas al estanque de nenúfares tropezamos torpemente con un pedrusco que había en el camino y la caída de uno empujó al otro. Para disimular, nos apartamos de la comitiva entre unos arbustos.
Hemos decidido de mutuo acuerdo hacer un alto para distanciarnos de la obra sin dejar que el miedo nos atenace (al menos eso nos decimos el uno al otro, otra cosa son los temores de dentro de cada cual) No hay ensayo hasta el miércoles, tras la rueda de prensa presentación de los conciertos, digo bien, conciertos, porque al final van a ser tres. Esperar al miércoles puede parecer una distancia mínima, pero teniendo en cuenta la minuciosa y disciplinada pauta de ensayos diarios que hemos venido manteniendo supone una pausa considerable.
No pasa nada, entra dentro de lo previsible, es algo normal y superable.
(¿verdad?)
3 Comments:
VERDAD :D Esta tarde me he encontrado a Pulgarcito y me lo ha comentado. Que estaba un poco cansado de recorrer el bosque sin encontrar el pàisaje lleno de pagodas. Que ya no sabía si tenía que tirarle las piedrecitas a la infanta o al camino, que la niebla de la repetición le estaba obnubilando. Le he dicho que es normal, que nos pasa a todos. Lo mejor una siesta al pie de la montaña.
Tú sabes bien de qué hablo, Raquel, eh? ¡Qué recuerdos!
mi, sol, siiiiiii
:)
miiiiii sooooool famireeeee mifa siiiiiii (jajajaja)
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