14 febrero 2006

Amor

En el escaparate de la tienda de enfrente han colocado un corazón grande de cartón forrado de rojo y a media mañana me han llamado desde una emisora pidiendo permiso para volver a emitir la grabación de una intervención mía en una tertulia, hace hoy un año, en la que hablaba del proceloso asunto del enamorarse y que debió producir cierta marejadilla en la centralita de los teléfonos. Por mí no hay inconveniente, les he dicho. Era el día de San Valentín y yo, que tengo la costumbre desde pequeñito de ceñirme al enunciado de las preguntas, hablé de enamoramiento. Pertinente es señalarlo puesto que a veces tendemos a con-fundir los conceptos de amor con el de enamoramiento, y si bien es cierto que el enamorado ama, no todo amor conlleva necesariamente enamoramiento. El amor sabe manifestarse de muchas maneras.

Para enamorarse, rectifico, para saber mantenerse a flote en el trance de enamoramiento hace falta tener una habilidad especial, un talento, del que yo no dispongo, lo reconozco: "quien lo probó lo sabe", que dijo el poeta. No quiere decir que no tenga capacidad para amar, por supuesto, pero en lo del enamoramiento tropiezo desastrosamente, quizá porque mi capacidad de amar no es precisamente pequeña. Lo confieso: yo tengo miedo a dos cosas en la vida: a morirme y a enamorarme. En realidad no hay tanta diferencia entre las dos: ambas son inevitables (por eso las temo) y siempre que me he enamorado he terminado (y digo bien, porque mi temor se refiere al momento en que el hechizo que es el enamoramiento se evapora, porque siempre se acaba), un trocito de mí se ha muerto para siempre.

Pero, ¿acaso no es maravilloso enamorarse? Por supuesto: cuando te enamoras eres en la otra persona y la otra persona es en tí. Nada hay más maravilloso. Pero yo no tengo balanza de medir y me doy hasta que dejo de ser yo en mí (¿me sigue alguien en este laberinto de palabras?) de tal forma que cuando la cosa se acaba me encuentro con que "no soy" y entonces me quedo sin capacidad de reacción. Porque el problema, insisto, es que se acaba: a lo mejor luego queda el afecto, la complicidad, pero el enamoramiento caduca. ¿Y eso no te es suficiente? Pues no lo sé, porque tal situación no la he conocido. ¿No? No.

No me arrepiento de mi falta de habilidad, oído, talento, llámalo como quieras; no puedes arrepentirte de algo en el que pones alma y corazón: toda y todo. Pero he aprendido a temer, aunque eso de poco sirva: sé que, más pronto o más tarde, volveré a caer porque soy humano, porque necesito amar, porque quiero amar (y si no quisiera no me valdría para nada mi protesta) y cuando ocurra volveré a experimentar la embriaguez de quien se deja arrastrar con los ojos cerrados por ese "trastorno momentáneo de la atención" (como lo denominó Stendhal con la certeza de una precisa incisión con bisturí en su particular disección sentimental), en el remolino vertiginoso que el enamoramiento supone y que te hace decir: "sea", y, al mismo tiempo, tendré perfecta conciencia del peso de un temor de mármol que espera, paciente, al fondo.

Mientras tanto, y según la época y el estado de ánimo en que me pilla, yo me debato entre cierta envidia al ver pasar una pareja que se refugia en sí misma y el alivio por poder disponer de un espacio propio, libre y gozosamente solitario. Yo no sé mantener el equilibrio cuando la ola del enamoramiento rompe inevitablemente en la orilla: siempre me he quedado maltrecho y naúfrago. Cierto es que yo no he conocido lo que ocurre cuando las burbujas del enamoramiento se posan y sigues teniendo a tu lado a la persona que quieres; a lo mejor es que no me gusta el mar en calma porque me asusta su monotonía. Pues entonces no te quejes. No, si no me quejo.


3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

IMPROMPTU

Y es que enamorarse es eso:
una estrellita fugaz
que nos deslumbra la faz
y nos tiñe de embeleso.
El amor es un proceso
que implica dejar de ser
para ser un nuevo ser.
Y cuando te llega, amigo,
recuerda lo que te digo:
no tienes nada que hacer.

Un abrazo, emejota.
Te sigo.

10:02 a. m.  
Blogger Magda Díaz Morales said...

Querido Mariano, el amor y sus misterios...

Yo vengo a dejarte un gran abrazo en este día del amor y la amistad. Llegue a ti desde México una flor.

4:57 p. m.  
Blogger emejota said...

Precioso Impromptu, precioso. Otro abrazo y muchas gracias.

Gracias a tí también por el regalo, Magda. Flor recibida. Abrazos.

2:03 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home