19 abril 2006

Cuaderno de rodaje (II)

Hemos introducido un cambio drástico en la escenografía. Ahora nos movemos en una noche inducida en la que la luz se proyecta principalmente al teclado. El efecto resultante es muy interesante a todos los niveles: la luz parece emanar de las teclas, convirtiendo el teclado en escenario y reclamando para sí la atención de los ojos. El rostro, en penumbra, participa ocasionalmente de ese halo de luz cálida al acercar la cara al teclado. A veces la música pide que acerques el rostro al teclado, como si te quisiera susurrar al oído una confidencia o como si necesitara sentir el calor del aliento en el cuello.

Hoy el piano se ha quejado: le duele un "re". Ayer ya me pareció que, al tacto, esa tecla no respondía a veces como debía pero hoy los síntomas eran visibles: se queda un par de milímetros por debajo de sus compañeras, como si tuviera una pequeña contractura y en las carreras de escalas se resiente. He llamado por teléfono a Urko, el afinador, que al enterarse se ha dolido a su vez y por partida doble: por lo sucedido y porque estaba en un teclado lo suficientemente lejano como para venir a solucionarlo. Así que el pianista y el piano estamos, al menos, a la par. Tomémoslo con resignación e ironía.

A pesar del tiempo empleado en la creación de la nueva atmósfera, hemos podido grabar dos segmentos y medio, lo cual no está nada mal teniendo en cuenta que ayer sólo hicimos uno (y probablemente no servirá). Mentiría si dijera que no me he encontrado mejor que ayer pero mentiría igualmente si dijera que ya he encontrado lo que buscaba. Estamos en ello. A veces pienso en lo que pasará por la cabeza de Julio cuando al otro lado del visor, pacientemente, me ve repetir cuatro veces la exposición de la K.570 sin obtener un resultado satisfactorio y, de pronto, sion avisarle, me pongo a tocar la K.330 en la misma toma y sale de un tirón. Hay que seguir.

Hoy hemos metido más tiempo y me he cansado menos tanto física como psicológicamente pero llegado un momento noto que las manos se resienten y hay que parar. La voluntad y la posibilidad no caminan juntas en la misma dirección, pero lo más razonable es asumir y aceptar las condiciones e intentar sacar el máximo provecho de ellas. Ponerse delante de una cámara a tocar con unas manos como las mías una música que requiere un control preciso de la pulsación puede parecer un disparate (y quizá lo sea) o una exhibición de soberbia. Para mí es un sano ejercicio de humildad que te recuerda dónde estás y quién eres. Y siempre he pensado que sólo entonces puedes mostrarte verdadero. Eso es lo que la música espera de tí.


2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me encantó el quejío del piano!, espero que se mejore , así como espero que vaya muy bien la grabación de hoy. Será un éxito seguro!!
Me relaja y me hace amar mucho más la música leer el blog.
Gracias!!

10:03 a. m.  
Blogger emejota said...

A mí no me encantó tanto (al piano tampoco) pero qué le vamos a hacer ;)

Gracias por tus ánimos y celebro que este blog te haga bien. Un abrazo.

2:03 a. m.  

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