17 junio 2007

Móvil

Que se me olvidaba lo del móvil. Tengo un móvil nuevo, qué cosas, yo que soy refractario al teléfono.

(en estos instantes hay tres o cuatro llevándose las manos a la cabeza diciendo que cómo es posible que diga que soy refractario al teléfono, por Dios. Pero es que no me han dejado terminar la frase, qué impacientes)

Decía que tengo un móvil nuevo, qué cosas, yo que soy refractario al teléfono menos con tres o cuatro con quienes, por cierto, me comunico con intermitencias, a rachas, a síncopas, queriendo decir con ésto que, o llamo de seguido, o no hay cobertura durante una temporada. Más bien larga.

Pues tengo móvil nuevo y soy refractario al teléfono.

Y tuve que ir a comprarlo justamente el día que yo estaba poco comunicativo, también es casualidad, así que prácticamente me limité a decir a todo que sí para que el vendedor se quedara tranquilo y yo poder salir de allí cuanto antes. En parte la urgencia viene dada por la mala leche que hace uno cuando a su derecha y a su izquierda ve a clientes venidos de otras compañías llevarse flamantes (y carísimos) móviles a O euros mientras los fieles a los votos del sagrado matrimonio con nuestra compañía somos vilmente engañados con docenas de campañas que por la cara se deshacen en detalles hacia nosotros como señal de gratitud por nuestra entrega mientras que por la cruz lo atan todo para que en caso de divorcio les quede tajada.

Comprar un móvil es una experiencia rarísima. No me extraña que alguien con la capacidad de ver lo extraordinario en los pliegues de lo cotidiano como es Juan José Millás haya elegido este objeto para protagonizar algunos de sus más memorables microrrelatos. Porque entras en la tienda con tu teléfono del Jurásico y dices que quieres cambiar de móvil y el de la tienda pone encima del mostrador tres o cuatro modelos y lo primero que dice, sujetando uno de ellos entre las manos, es que lleva cámara de no sé cuántos megapíxeles, que puede captar vídeo, que lleva reproductor mp3, radio FM, videojuegos... Y escuchas todo eso esperando a que termine para preguntar si también se puede llamar por teléfono, es decir, si ese teléfono es también teléfono.

Parece que sí, pero es dificilísimo porque intenté enviar un sms y casi termino sudando. Pero lo más interesante es que salía de la tienda y no pasaron ni diez minutos cuando recibí una llamada perdida de un teléfono no registrado en mi agenda. Y eso me pareció curioso; extraño no, curioso. Estimulante más bien, porque eso de cambiar de móvil y que te haga una perdida alguien cuya identidad desconoces hace que pongas en marcha la imaginación, como si ese teléfono realmente fuera de otro y al otro lado de la línea se encontraran otras voces que en unas cuantas llamadas te van a poner otro nombre, otro cuerpo, otras costumbres, otra vida. Y todo por la misma tarifa.


5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

hola a todo el mundo, lo sien, me tengo que ir, hasta pronto

1:05 p. m.  
Blogger emejota said...

Hasta pronto, Sergio

(?)

1:21 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

espero que nos des mas detalles de como es tu super movil y quien era esa persona anonima que te llamaba, yo es que soy muy cotilla y todo me intriga, cualquier cosa que nutra mis neuronas, por absurda que sea me saca de mi aburrimiento y mi claustro privado... Besos con aires del Sur

1:46 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

uy, parece que sergio anda con prisas, hast lueg.

Y tú, alfredo, no me has cogido la llamada, mira que te dije que nada más salir de la tienda te encargaba la comida, pero siempre haces lo mismo, te irías por ahí, vete tú a saber dónde.

6:18 p. m.  
Blogger emejota said...

Hola Eva: es que mi súper movil es un móvil que no tiene súper, debe ser de gasoleo; me conformo con poder marcar un número y que al otro lado salga quien se supone que debe salir. De momento así ha sido. A mi me intriga también todo aunque los móviles precisamente no me entusiasman. Te puedo contar, no obstante, que este móvil es de los de tapa y tiene forma como de R2D2 en miniatura. Quién sabe si de repente un día proyectará un holograma de la Princesa Leia repitiendo una y otra vez lo de "ayúdame Obi Wan, eres mi única esperanza". De todas las especificaciones que me soltó el vendedor a mí sólo me interesó una: que si lo tenían en negro. Dijo que sí. Y entonces yo también dije que sí. Esa es la historia del móvil...

Un abrazo.

Alfredo! (ummm, curioso, curioso)

12:47 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home