16 agosto 2007

Sal

La solución está en la sal.

Es que cuando me sacaron la sangre me quedé bien, no? pero a las horas ya no tan bien y luego ayer me desperté fatal pero no tan fatal como al mediodía y mucho menos fatal que por la tarde, que es cuando estuve fatal fatal. Y como después de dormir un sueño de once horas que más que un sueño ha parecido un desmayo (por lo profundo) me he despertado parecido pues ha habido que llamar al doctor normal, ese santo que, recordemos, recibe aquí el nick de doctor normal porque todo lo ve normal, afrontando todas las cosas con una serenidad encomiable. El doctor normal lo ve todo normal menos lo de la informática, que se le rebela más que el hematocrito (el mío, el de él creo que es normal). Ahora que lo pienso, mi hematocrito no le parece normal, aunque lo que le parece normal es que el hematocrito sea tan elevado dadas las circunstancias. Lo dicho: todo normal.

Pues el doctor normal me ha recibido esta mañana y tras la pertinente exploración cardio pulmonar y el examen de la saturación de oxígeno y la tensión arterial ha concluído diciendo que la sangría practicada el otro día provocó una acusada bajada de la tensión arterial que se ha mantenido. ¿Es normal? Por supuesto. En los dominios del doctor normal todo es normal. Parecerá que lo estoy diciendo con cierta coña marinera cuando lo cierto es que no hay ninguna coña marinera en lo que digo sino la constatación de una verdad como un piano de gran cola. Tras extraer medio litro de sangre es normal que se produzca eso y, por tanto, o por consiguiente, que diría aquél, es normal que se presente un cuadro como el que he pasado y que, como se verá por la fluídez con la que manan estas líneas, está en remisión.

Todo por la sal.

Ha dicho el doctor normal que tome sal para fijar el líquido en el cuerpo y favorecer una correcta hidratación que, al parecer, ha debido quedar comprometida. ¿Es normal que eso ocurra? Por supuesto. Pero si administramos agua, el agua sale como entra, dice el doctor normal. Y la sal la fija. Eso no lo sabía yo, mira. Pues sí, no todo es malo en la sal. Y el doctor ha hecho un excursus tipo "Saber y Ganar" para contar que a los legionarios romanos que atravesaban los desiertos en pos de las conquistas se les pagaba con sal precisamente para poder fijar el poco líquido que podían llevarse al gaznate. La sal era la mejor recompensa que podían recibir en esas circunstancias, y de ahí viene el nombre de salario. Te cuentan eso y es inevitable decir algo así como: ¡anda, qué curioso!

Pues en esas estamos, saliendo, que también se escribe con sal.


4 Comments:

Blogger Unknown said...

Qué cosas aprende uno oye.

Voy a prepararte unos salarios fresquitos

7:04 p. m.  
Blogger emejota said...

Vale, pero no te dejes el IVA en el frigorífico.

7:08 p. m.  
Blogger Miguel Cane said...

Ten. Es sal.
¿Recuerdas ese cuento?
"¿Cuánto me quieres, hija mía?"
"Tanto como el pan a la sal..."

Es una de las versiones de donde emergería Lear, supongo.

Un abrazo.

11:15 p. m.  
Blogger Unknown said...

Podriamos agregar que para los cultos paganos la sal es practicamente magica porque purifica todo a su paso.
Muchos saludos Mariano "purificado"

5:04 a. m.  

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