10 enero 2006

Color

El problema es el color. Me ha dicho el médico que para no verlo todo negro procure distraerme y que pasee y lea pero es que la mayor parte de las novelas que veo en los expositores de novedades son de color gris y eso no ayuda. Cuando digo gris hablo del contenido, claro. A veces da la sensación de que una novela es un nombre sonado en la portada de alguien que tiene que llenar, por compromiso, un número determinado de páginas. Y punto. Hay que reivindicar el color en la novela. Hoy me he acordado de repente de dos nombres nuevos que escriben con pincel de colores y de los que hace un tiempo no he vuelto a saber: Eloy Tizón y Unai Elorriaga. Hay más, afortunadamente, pero tengo especial simpatía por ellos. Con diferencia y por deferencia.

Del primero recuerdo en especial su primera novela, "Labia" (Anagrama), que es una delicia de palabras que caen en cascada refrescante y que me llevó al resto de su producción, todavía breve. Lo de Unai Elorriaga es un surrealismo lírico precioso y yo todavía no me he apeado de su "Tranvía en SP" (Alfaguara). De hecho, allí leí su segunda novela, donde daba una vuelta o dos más a la misma fórmula y no sé cómo le funcionaría porque al pasar una página tuve un presentimiento morado. Por cierto, ¿lo soñé o estaba haciendo algo sobre mariposas azules la última vez que supe de él? En fin, quiero pensar que ambos siguen escribiendo pero que lo están haciendo tomándose su tiempo, cuidadosamente, cocinando a fuego lento, que es como salen al final bien las cosas. Que ya vale de plomos en nómina (millonaria) cuya inspiración es el cheque con el suculento adelanto y cuyo objetivo es, siempre, llegar a tiempo a firmar en la feria del libro del año siguiente.


1 Comments:

Blogger Unknown said...

Gracias a ti descubrí a Unai Elorriaga y la verdad es que es como poner palabras a un sueño. Imágenes oníricas que parecen reales. Cuando lo leí no bajé ni del tranvía ni de la nube. MUY BONITO

10:18 p. m.  

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