29 marzo 2007

Afinación

El sistema tonal con el que se ha escrito toda la música durante cuatrocientos años se asienta sobre una falsedad. Dicho así sorprende pero es verdad. A una persona que comienza sus estudios musicales enseguida se le dirá que entre las notas "do" y "re" hay un tono y lo mismo entre las notas "re" y "mi". Pero la verdad es que eso no es cierto o, para ser más exactos, no es verdad del todo. Porque en la naturaleza, el tono que hay entre "do" y "re" es más grande que el que hay entre "re" y "mi". Y eso es un problema a la hora de transportar una pieza de música de un tono a otro. Transportar una pieza de música es, por ejemplo, lo que pide una cantante cuando se dirige al pianista que la acompaña y le pide por favor un tono más alto y entonces canta la misma melodía un poco más aguda.

Si la cantante se puede permitir eso sin que en el resultado suene un disparate es porque en su día se inventó un sistema de afinación tramposillo que es muy ingenioso pero que tiene efectos secundarios, como todo. Ese sistema se llamó "Temperamento Igual" y consiste en falsear deliberadamente la distancia real entre las notas que componen una escala para que entre ellas haya, por bemoles, la misma distancia, como cuando desplegamos una cinta métrica y vemos que todos los centímetros que componen un metro miden lo mismo. De esta manera nos aseguramos que, estemos en la escala que estemos, no resbalaremos por los peldaños; dicho musicalmente: nos aseguramos que una melodía suene igual en cualquier tonalidad. El invento supuso sobre todo una alegría para los intérpretes de teclado porque entonces ya podían subir y bajar por las escalas que quisieran (lo que en música se llama "modular") y visitar libremente a los vecinos de más arriba o de más abajo. Es significativo que el taller de pruebas de este sistema fuera una obra de Bach para teclado que se llama "El clave bien temperado" y que es un catálogo de piezas en todas las tonalidades posibles.

Los efectos secundarios de ésto empiezan con la ingesta de una dosis masiva. Dado que todo lo que oímos está temperado, es decir, falseado, nuestro oído acepta como "correctos" intervalos que en la naturaleza se dan de otra manera. Los músicos son los primeros que se contagian: en la educación musical, las primeras entonaciones de solfeo se hacen con la ayuda de un piano, es decir, un instrumento temperado. Hay quienes se muestran partidarios de formar el oído a partir de la afinación pura o real. Gerald Eskelin, autor de un libro tan interesante como divertido y de título provocador: "Mentiras que me contaba mi profesor de música" (Idea Música), insiste sobre todo en las ventajas del uso de la afinación pura en la música vocal. Cuando los sonidos individuales que componen un acorde consiguen encajar en su verdadero sitio ocurre un fenómeno acústico fascinante: rápidamente son absorbidos por la masa sonora y el acorde deja de ser percibido como la suma de varios elementos para pasar a ser una sólida unidad. Con ello se consiguen aciertos sonoros asombrosos. Desde mi educación musical como pianista, este asunto va últimamente in crescendo en lo que a mi curiosidad se refiere.


2 Comments:

Blogger Unknown said...

Y luego vas, eliges un instrumento de cuerda como tu acompañante y un día alguien te cuenta (si tienes suerte) que no es la mismo un mi # que un fa y que ese re tiene que ser más alto porque ocupa este u otro lugar en un acorde y escucha bien tu escala porque ese tono se te ha quedado pequeño.

Que curioso.


Pero es verdad, cuando se consigue afinar un acorde siguiendo estas bases naturales la sensación es de inmersión en una campana de cristal. El sonido se abre,te envuelve, resuena de una manera especial.

8:36 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

O_o

Sí es curioso, sí.

11:01 p. m.  

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