20 junio 2007

Vidas

Teresa
5 de Junio, 10:28 de la mañana.
Acaba de telefonear Ana para recordarme que tenemos que ir a visitar a Lourdes que por fin se ha hecho la estética. No sé cómo se las arregla Ana pero siempre llama en el único momento del día en el que puedo desahogarme de toda esta pesadilla. Me desahogo escribiendo porque ni siquiera Ana sabe lo que sucede. Nadie lo sabe, nadie lo puede saber y eso lo hace todo aún más angustioso. Desde hace unos meses llevo una vida paralela. No puedo decir que al principio fuera divertido porque aquéllo fue tan inesperado que apenas me dio tiempo a reaccionar; lo que sé es que luego ha ido pesando cada vez más. Lo más curioso de todo es que otra persona, en mis mismas circunstancias, estaría feliz en estos momentos, de eso estoy segura. Pero yo no.

Los días se hacen largos en esta urbanización privada de las afueras aunque procuro acudir con Ana a todas las actividades que se organizan. Pronto empezarán los cursos de natación en el club y volveremos a apuntarnos. La natación ayuda a relajar mis tensiones. Dentro de casa parece como si los minutos del reloj transcurrieran más despacio y no es que esté sola, no, pero vivir con un hijo adolescente no proporciona demasiados momentos de diálogo precisamente. En cuanto llega del instituto, Oscar se encierra en su cuarto con la música a todo volumen, la consola, el mess... Pero Oscar es un chico sano, deportista, sale con amigos y la palabra "chicas" está continuamente en su boca, como es normal en alguien de su edad, pero estoy segura de que no ha habido más, es demasiado temprano y mi hijo es un chico sensato aunque a veces la tele me hace dudar de estas cosas. Tampoco tengo queja de su rendimiento escolar: siempre ha sido un chico inteligente aunque no emplea muchas horas de estudio y es consciente de que tiene que sacar una buena nota media en el bachillerato si quiere hacer la carrera en la Universidad.

Por lo demás, mi hijo sabe que en esta casa hay 3 normas de obligado cumplimiento: nada de piercings, llegar a casa antes de las 2 los fines de semana y, de lunes a viernes, estar siempre a las 9 en la mesa para cenar con su padre, dado que es la única vez a lo largo del día que podemos coincidir los tres. Manuel es corresponsal de la tele en Oriente Próximo y siempre sale en las Noticias de las 9 por lo que tengo puesto un televisor junto a la mesa donde Oscar y yo cenamos, como si fuera un comensal más, y así le vemos. Menos es nada. Hablar por teléfono hablamos, claro, pero sólo cuando mira a la cámara y puedo mirarle a los ojos sé con certeza que está bien, porque esa zona es un polvorín y vivo con el alma en un puño sobre todo porque no entiendo quién es el bueno o el malo, la verdad, y mira que me lo ha explicado veces.

Lo de Manuel es pura vocación de reportero porque, en realidad, podríamos vivir holgadamente sin ese dinero. Mi padre nos regaló al casarnos esta casa de dos pisos y jardín en una urbanización exclusiva y desde entonces es generoso mensualmente. Pero entiendo a Manuel y respeto su decisión, nuestras discusiones nos costó, no quería ser un mantenido de nadie. Es mi padre quien no entiende que tenga que jugarse la vida todos los días y encima para una cadena progre. Mis padres es que son muy conservadores y nos dieron una educación muy estricta a mis hermanas y a mí en un colegio de monjas de Burgos. No pude ir a la Universidad porque se nos inculcó que nos debíamos a nuestros maridos y a la casa. Mi hermana Virginia se fue de casa porque siempre fue muy echada para adelante y muy moderna y les recordaba a mis padres que Franco había muerto hacía tiempo pero confieso que yo no hice nada por rebelarme. No tuve una adolescencia rebelde, más bien creo que fui una chica sosa de puertas afuera: mi adolescencia son tardes de domingo en una confitería de Burgos con Amalia y Esther hablando de Los Pecos y cosas así y aunque nunca me atreví a comprar el SuperPop, por dentro yo vivía todo de manera muy distinta a como después lo exteriorizaba.

No sé por qué estoy escribiendo otra vez sobre ésto si ya lo he contado en otros posts, supongo que es el aburrimiento y el silencio de esta casa. Y la necesidad de evadirme de esta tensión que a veces me asfixia. Porque fue precisamente el aburrimiento y las horas lentas del reloj los que me llevaron una tarde a subirme a esta buhardilla que acondicioné para que fuera a la vez un pequeño despacho y refugio, y después de ojear la revista de Ana Rosa (a la que estoy suscrita) ví en el periódico el anuncio de un concurso de narrativa erótica y sentí una punzada en el estómago que me decía que podía ser divertido intentar garabatear alguna cosa. Yo creo que fue más decisivo el carácter clandestino y secreto del acto de escribir más que la escritura en sí, porque yo nunca había escrito nada antes aparte de algunas cartas a Amalia, que ahora vive en Francia. Dejé volar la imaginación (tenía todas las horas del mundo para mí y todo el silencio) y enseguida empezaron a salir páginas y páginas de cosas que me ruborizaban cuando luego las leía por la noche con un poleo menta en las manos pero también me divertían. Creo que fue algo liberador de una manera superlativa aunque, a veces, estando escribiendo sola en la buhardilla, no podía evitar tener la sensación de que en cualquier momento alguien se asomaría por encima de mis hombros a leer y me reprocharía mi desvergüenza y por eso me detenía unos instantes temerosa. Quizá todavía pese en mí la influencia de Sor Venancia y sus enseñanzas de la EGB porque en algunos párrafos me preguntaba a mí misma si lo que había escrito no sería un poco pecado mortal.

Cuando terminé mi obra miré las bases del concurso. Era un concurso de ámbito nacional. Me mordí los labios mientras me decidía qué hacer, si enviarlo o no. Pero lo hice. Y gané.

Jamás imagine lo que se me venía encima a partir de entonces.


Etiquetas:

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Buen comienzo, emejota. A ver si leemos lo que se le vino encima.

8:14 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

me gusta...

más soma, ¡¡ por favor!!

11:45 a. m.  
Blogger sara olmos said...

No sé si esto es consecuencia del cambio de móvil, pero hay interferencias en tu blog (como no sé a manos de quién llegará este comentario, especifico que me dirijo a emejota y no a Teresa).

Pero yo no lo arreglaría, que se cuelen otras vidas, así vemos cómo continúa la historia azul.

11:54 a. m.  
Blogger emejota said...

Hola causal: en realidad va a tener razón lene (hola lene) y debe ser algún cruce de cables (en sentido literal y figurado) pero creo que no voy a llamar al técnico porque ya sabes de mi debilidad por las series y de cara al verano me resulta estimulante poder contar con uno, como hacen los periódicos por estas fechas. Además me sale gratis!

p.d: descargado y visionado. Gracias.

Hola sergio: me alegro que te guste, aunque ella, Teresa, parece bastante angustiada. Igual eso la anima, veremos a ver.

No sé qué es "más soma" pero si es algo de comer me parece que no queda ;)

Hola lene (esto es un bis, que ya te había dicho hola más arriba): lo del azul es mi única aportación en el asunto para que no me llamen vago ;)

Un abrazo para todos.

PD: a mí me gustaría tener una buhardilla que fuera despacho y refugio pero sin suscripción a la revista de Ana Rosa. La revista de Matías da más morbo para leerla en soledad (es un chiste local, disculpas a los demás)

5:34 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

soma:
http://es.wikipedia.org/wiki/Soma_%28literatura%29

11:21 p. m.  
Blogger emejota said...

Cierto Sergio! Ahí me has pillado con la página en blanco ;) Yo necesitaría también un poco, la verdad.

11:25 p. m.  
Blogger emejota said...

Así mejor, que la dirección ha llegado con interferencias, como el relato de Teresa ;)

http://es.wikipedia.org/wiki/Soma_(literatura)

11:29 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home