
Este blog abandona el barco de
Blogger donde ha estado alojado dos años y dos meses. En próximos días abro cuaderno en otro lugar. Me llevo, eso sí, todo lo anotado; esta noche pasada,
755 textos y 3804 comentarios han llegado, sin sobresaltos, al nuevo destino donde, por el momento, todo está un poco patas arriba. Pero todo se andará. El cambio es a
WordPress y allí, a diferencia de lo que ocurre en Blogger, puedes hacerte un blog a tu estilo ("
customizable" es la expresión que se utiliza en estos casos) pero, a cambio, cuesta más tiempo abrir el garito porque te lo tienes que montar todo tú. ¿Y cómo es el nuevo sitio? Pues está saliendo
minimalista; creo que esa es la palabra adecuada para definirlo. Y normalito. He partido de una plantilla de las muchas que WP pone a disposición de los navegantes y le estoy haciendo algunos retoquillos, poca cosa pero me sirve. Me apetecía construir un espacio en el que poder encontrarme a gusto y, en ese sentido, estoy contento, sobre todo ahora que he podido quitar algún andamio y ya se va viendo algo más.
¿Qué razones me han llevado a tomar la decisión de levantar el campamento? Realmente han sido las circunstancias las que han tomado la decisión por sí mismas: dentro de dos meses, expira el alojamiento que tengo contratado en un servidor que, hasta hace unos meses, albergaba una página web personal (ahora inactiva). Durante este tiempo, ese dominio ha servido para alojar el material de imágenes y audio que alimenta a este blog y así lo seguirá haciendo hasta finales de Octubre, por lo que va siendo hora de pensar en alguna solución.
¿Y no se puede renovar la estancia en ese servidor? Pues sí... pero no. En primer lugar, resulta bastante caro para tenerlo como simple contenedor de unas fotos y un puñado de archivos de audio que ocupa muy poquito. Y resulta muy caro cuando uno descubre que, en realidad, más que para sí mismo está pagando el alojamiento de unos terceros a los que ni siquiera conoce (que si por lo menos los conociera, pues aún). Me refiero a eso que tan atinadamente observaba
Ferre en su blog y que dice que le sabe mal (no me extraña): hay quien buscando imágenes o ficheros de audio para su página, blog o space, en lugar de bajárselas guardándolas con el botón derecho del ratón (como hacemos todos) lo que hace es establecer un enlace directo de manera que cada vez que se entra a ese lugar el enlace se activa. Total: dos años después de abrir este blog, y según las últimas notificaciones recibidas del servidor, hay un tráfico mensual de
2GB (!) dedicado
exclusivamente a estos menesteres. El ancho de banda que tengo contratado yo es muy bajo (una página personal no requiere apenas nada) y al paso que vamos me expongo a tener que empezar a pagar por extralimitarme. Y lo que faltaba.
Así que mejor borrón y cuenta nueva.
¿Y en el nuevo sitio no terminará por pasar lo mismo? Pues sí, pero al menos empezamos de cero y la sombra de la multa se pierde en el horizonte por un tiempo laaaargo.
¿Y no se puede cambiar de servidor, reetiquetar los archivos y quedarse en el mismo blog? Pues claro, pero es que queda una última razón:
me apetecía cambiar de aires. A veces pasa. Les pasa a los escritores, que cambian de teclado o de boli o de marca de folios; les pasa a los escolares, que con el comienzo de curso cambian de archivador, de color de gomas (de las de borrar y seguramente de las otras) y de lo que sea que lleven ahora los escolares. Le pasa a todo el mundo. Y cuando has pasado una etapa difícil, más. Es curioso cómo nos comportamos y cómo somos. En ocasiones un cambio de aires viene bien para recuperar, retomar, reparar y otras muchas cosas empezadas por re-. En mi caso, empiezo a tener ganas de recuperar el hilo introspectivo, por ejemplo y entre otras cosas. Empezar a tener ganas de algo es buena señal en estos casos; si no, un cambio no sirve para nada.
Creo que para el
lunes 20 podré inaugurar el nuevo sitio. Desde ese mismo instante, este lugar se convertirá en una islote solitario y abandonado flotando en el océano del ciberespacio. Cuando eche la llave, dejaré en la puerta una nota con la nueva dirección para las visitas que todavía recalen a estas latitudes y quieran pasarse por allí. Serán bien recibidas.
(Me va a dar pena marcharme de aquí)