31 diciembre 2006

Propósito

Y a partir de mañana volveremos a encender el farol en el porche y haremos como si nada.
Feliz Año a todos. Y un abrazo fuerte.


30 diciembre 2006

Aprendizaje

"Los escritores podemos escribir con gran sabiduría acerca de la vida, pero no somos muy buenos para vivir la realidad. Los artistas no somos otra cosa que bebés enormes, sentados en nuestras habitaciones, jugando a nuestros juegos mientras el gran mundo acontece en otra parte"
John Banville

28 diciembre 2006

Normalidad

Ya he podido comer. Y al comer he notado los efectos de la sangría de ayer porque me he notado la cabeza más despejada y el pensamiento más fluído. Ha dicho el médico que eso era normal. Pero sigo quedándome en blanco con frecuencia. Pasa de repente. Me he acostumbrado a eso de tal manera que ya sé intuir cuándo una frase va a terminar precipitándose a un agujero negro quedándome agarrado a un saliente de la pared con forma de cinco palabras: "me he quedado en blanco". Ha dicho el médico que eso también era normal.

Esperando en un pasillo (para variar) pensaba yo que a ver si los efectos también empiezan a notarse en el blog y deja de parecerse a un culebrón hospitalario de tropecientos capítulos y consigo que salgan los posts atascados. Por falta de tiempo no va a ser, desde luego, porque después de decir varias veces "normal", el médico ha insistido en el descanso y que permanezca fuera de cobertura porque dice que arrastro una suma de cosas: lo que me llevó al hospital, la paliza de todas las pruebas de estos días y las que faltan y, sobre todo, sobre todo (lo ha dicho dos veces), ha recordado que en estos momentos camino sin red, vamos, que tengo retirada mi medicación habitual. Está bien que haya dicho dos veces eso (sobre todo, sobre todo) porque se me había olvidado. "Normal", ha vuelto a decir, "estos días han sido muy complicados".

Así que permanezco inmerso en esta vida casi monacal de tranquilidad, descanso y desconexión del mundanal ruído y del mundanal frío, que estamos a bajo cero.


Parte

El parte médico de hoy es que me han quitado medio litro de sangre porque las medidas provisionales que los médicos acordaron la semana pasada mientras concluían las pruebas no han debido servir de mucho y, según han dicho, era peligroso continuar así. Para colmo luego no he podido recobrar fuerzas porque llevo dos días a dieta rigurosa dado que mañana me hacen un estudio de digestivo y riñones. La geografía expande sus fronteras: una vez conquistado el terreno neurológico y a la espera del scanner (próximo martes a las ocho y media de la mañana) ahora andan a la búsqueda de algo en el tracto digestivo o en los riñones. Para variar, yo he preguntado si buscaban algo o "algo", ya nos entendemos, pero ellos contestan, lógicamente, que para saberlo necesitan hacer la prueba. Así que ahora arrastro una flojera terrible. Y la incertidumbre. Y el turrón intacto diciendo el muy cabrón "aquí estoy y estoy muy bueno, que lo sepas". Tengo ganas de terminar ya con todo ésto, de verdad. Dí que ayer recibí, de manera inesperada, el regalo de Navidad más bonito del mundo, al menos lo es para mí en estos momentos. Eso mismo me dijo una amiga mía y también dijo que se le había escapado una lagrimilla de emoción al saberlo. A mí varias. Va a tener razón Saramago cuando en su memorable "Memorial" desvela ese misterio según el cual hay lágrimas que purgan dolores para después manifestar el sosiego del espíritu reconfortado. Y a eso me agarro hoy.


27 diciembre 2006

Tarjeta

James Barrie y Michael Llewelyn Davies, Peter Pan, en los Jardines de Kensington (1906)

Aquí no hay ramito de violetas, ni marido que mire de reojo ni laísmo que valga, pero la variación en la letra de la canción es pertinente: Cada veintisiete de diciembre, como siempre con tarjeta.

Y es que por muchos años que pasen sigo recordando con especial afecto la nota que redacté y envié por correo postal (a la vieja usanza) a un determinado número de personas invitándolas a una conferencia sobre James Barrie que pronuncié tal día como esta tarde coincidiendo con el centenario de Peter Pan. Lo de la nota y el correo postal costó una pasta, vale, pero cuando se me ocurren cosas de este tipo disfruto tanto que me compensa con creces el gasto; por otra parte, celebrar el centenario de Peter Pan tenía su miga porque como es sabido por todos, "todos los niños crecen, excepto uno": Peter. Eso pensaba cuando entregué en la ventanilla de la oficina de Correos el fajo de cartas.

Lo que se encontraron quienes abrieron esos sobres fue ésto:

Hay varias razones que llevan a un músico a evocar, en una tarde de Navidad, la imagen en sepia de un escritor y su más célebre personaje. He aquí algunas:

-Una estatua en un jardín
-Una ventana cerrada
-Una función de teatro (no quedan entradas)
-Un niño que se muere
-Un viejo álbum de fotografías
-Una isla y algunos piratas
-El 1 de agosto de 1901, por ejemplo.
-Un par de cartas escritas al revés.


No sé si es muy normal que con los años uno sienta más afecto por una simple nota publicitaria que, pongamos por caso, un curso entero sobre alguna materia, por muy apasionante que resultara su preparación y por muy satisfactorio que fuera el resultado de dicho curso. Pero los afectos es lo que tienen, que son muy suyos. La verdad es que tampoco podía imaginar que aquella fría tarde de invierno la voz se me quebraría un poco al anunciar la muerte del pequeño Michael Llewelyn Davies, por ejemplo. Cosas del directo, supongo.

Lo que pretendía con aquella nota era provocar la curiosidad del destinatario o destinataria, desconcertarle un poco, hacerle pensar: ¿pero esto qué es exactamente? Y exactamente no sé qué fue, pero el recuerdo es precioso y no me lo quito de la cabeza. Por eso lo vuelvo a citar de nuevo.


26 diciembre 2006

Cuenta

17 días sin elixir y comienza a notarse el dolor.
(pero no me quejo)


24 diciembre 2006

Navidad



Luz para todos.

Johann Sebastian Bach: Oratorio de Navidad (Coral) Mp3, 717 k.

22 diciembre 2006

B12

Prosiguen las pruebas y mis visitas de especialidad en especialidad y aunque van saliendo cosas ninguna ha hecho que los médicos tuerzan mucho el morro (que yo es en lo que más me estoy fijando, por si acaso). Hoy por fin me ha visto el neurólogo. Que te citen mediante consulta preferente para el 27 de Enero y que de repente te llamen para el 22 de Diciembre, con lo malos que son estos días, tiene una parte buena y otra por lo menos sospechosa. La buena es que te ven pronto; la menos buena es que te da por pensar que han visto algo gordo. Es lo que pasa por ser hipocondriaco, aunque mi amiga Gloria-hija dice que no, que no soy hipocondriaco sino fatalista. Para el caso, lo mismo.

El neurólogo ha resultado ser un señor muy raro. No digo yo que no sepa mucho de lo suyo, pero eso no quita para ser muy raro. Eso se ve enseguida. Me ha sometido a un interrogatorio rarísimo y después a unas pruebas físicas de esas que te hacen sentir muy ridículo: que si camine de puntillas, que si camine como si fuera por un alambre de funambulista, que si camine con los brazos extendidos... Luego me ha dicho que le dijera con qué mano se tocaba la nariz y si cerraba el ojo derecho o el izquierdo y, la verdad, ver a un señor tan serio poner esas caras y hacer esas cosas daba un poco de corte. Y luego me ha dado por pensar que igual me despistaba eso y resulta que me equivocaba de dirección diciendo derecha en vez de izquierda y a ver si se montaba una buena.

Pero no.

Dice el neurólogo que tengo déficit de vitamina B12 y eso, al parecer, produce unas neuropatías que encajan con lo que me pasa (hematocrito al margen). Así que ahora hay que tratar el hematocrito alto y le vitamina baja. Yo me he armado de valor y le he preguntado lo que llevaba días esperando preguntar, a saber, si puedo tener "algo malo". Las comillas son como un eufemismo que todos entendemos. Él ha dicho que hay que hacer pruebas pero que tras la exploración preliminar no tiene la cosa ninguna pinta de que sea "algo malo". Y entonces, de manera inesperada, ha soltado una frase que ha provocado una breve reunión urgente con mi yo interior. Apoyando la cabeza en las manos entrelazadas ha dicho lo siguiente:

-De todas formas la vida es una enfermedad que concluye siempre con la muerte.

(silencio)

Y mientras el silencio yo me he reunido conmigo mismo y esto es más o menos lo que ha recogido el libro de actas:

EMEJOTA: ¿Ha oído éso?
emejota: lo he oído, lo he oído.
M.J: un poco pedante, ¿no?
m.j: un poco bastante, la verdad.
M.J: ¿Y ahora que hacemos?
m.j: hacer como si nada.
M.J: ¿Hacer como si nada?
m.j: pues claro, es evidente que el hombre se quiere hacer el interesante.
M.J: ¿Y no convendría seguirle la corriente dadas las circunstancias?
m.j: ni hablar. Precisamente por las circunstancias no hay que seguirle la corriente para que no se despiste y siga con los sentidos puestos en mi cogote, que es el suyo también, no lo olvide.
M.J: estoy de acuerdo, pero sigo pensando que me ha parecido un poco pedante.
m.j: yo de momento sigo pensando todavía, que no es poco.

Y esa ha sido la reunión. Cuando he salido de ella el neurólogo escribía algo en unos folios y luego ha rellenado unas solicitudes de pruebas.

Él: ¿Es usted raro para comer?
Yo: soy raro en general.
Él: ¿le resulta raro comer verde?
Yo: me resulta rara la pregunta
Él: que si come lechuga.
Yo: Sí, pero eso no es nada raro.
Él: Pues coma lechuga. Y estas pastillas. Y estas otras.
Yo: ¿las pastillas son raras?
Él: las pastillas son pastillas y están para tomarlas. Nos veremos a principios de Enero si hay algo raro.

El neurólogo es un señor muy raro pero al menos no ha torcido mucho el morro y eso es algo. Eso he estado pensando mientras cenaba una ensalada de lechuga. Las pastillas ya las he tomado.


Lotería

Sigo pensando que la verdadera música de la Navidad es la de la lotería: la letanía de los niños de San Ildefonso, el rumor denso de los grandes bombos girando lentamente, la elevación súbita y emocionada de la entonación que preludia la llegada del premio, el consiguiente estrépito de voces y flashes, la puntualización serena del secretario de mesa (contrapunto riguroso a la melodía principal), las voces de la radio (vendido en la administración número tal), las risas nerviosas de los agraciados desde la tal administración bautizando la suerte con cava... El de este año es el último sorteo que retransmite Marisa Abad, una de las voces y rostros históricos de la tele, porque su nombre figura en la lista del ERE de Televisión Española. También la música pausada de su voz es un fragmento de paisaje de la Navidad que quedará fijado en la memoria de una mañana fría de Diciembre.


21 diciembre 2006

Reformas

Hoy me dejan descansar, cosa que agradezco. Ayer oí que los médicos barajaban esa posibilidad mientras esperaban unos resultados y alguien dijo: "así dejamos tranquilo al chico". Estoy en esa franja de edad en la que unas veces dicen "así dejamos tranquilo al chico" y otras "así dejamos tranquilo al hombre". A mí con tal de que me dejen un poco tranquilo, que me llamen como quieran.

He descubierto que lo que me agota en estos momentos es, principalmente, dos cosas: caminar por la calle y hablar. Es como si tuviera que hacer un esfuerzo muy grande para ambas cosas, para caminar porque voy con cierta sensación de vértigo que me hace ir alerta y lo de hablar porque mantener una conversación normal requiere en estos momentos una concentración equivalente a si estuviera haciendo una exposición oral sobre alguna materia complicadísima. En la parte positiva, que diría el "Un, Dos, Tres", no se ha repetido una crisis como la del otro día y aunque la cabeza la sigo teniendo espesa al menos parece que puedo escribir con más soltura y ganas. Por cierto que estas noches estoy soñando con el "Un, Dos, Tres" de los primeros tiempos y con visitas a mi parvulario. Todas las noches, oye. Qué cosas.

Ayer Blogger dijo que se le había acabado la paciencia y que ya no me iba a preguntar si deseaba cambiar al nuevo sistema, que ya valía, hombre, y que además la fase Beta dejaba de serlo y que el sistema había pasado la prueba del algodón. ¿Seguro?, pregunté yo. Que sí, pareció responder él. Le di al botón de migrar (no sin cierta aprensión, a pesar de que me habían prometido que después de la mudanza me iban a dejar todo en su sitio) y salió un cartel diciendo que en un par de minutos la cosa estaría lista. Al final los dos minutos fueron siete horas pero hay que ser comprensivos: trasladar el piano de Gould, la fábrica de chocolate de Wonka, el Mediterráneo al atardecer, la tiorba de James Akers (tan frágil), la bibilioteca de Alberto Manguel, el álbum de fotos, e incluso deslizar la escalera de "Dublineses" con cuidado de que Anjelica Huston no salga de su trance (ni que caiga rodando escalera abajo) requiere su tiempo.

Una vez hecha la mudanza hay dos cosas que no me gustan nada, pero nada de nada: la primera la barra superior. No hay armonía en la colocación de los elementos, yo ya me entiendo. La segunda es peor porque una de mis manías es que la tipografía tiene que respirar y en la mudanza se han dejado una linea espaciadora entre el borde superior y el encabezamiento "La Idea del Norte". Ahora está muy pegado arriba. Y qué más dará, pensarás. Pero mira que eres raro, pensarás. Pues sí que da y sí que soy raro, qué pasa. A ver si me remango la camisa y meto mano al código html de la plantilla, pero luego que ahora me da pereza todavía, lo que me faltaba para la cabeza espesa, meterme en la selva de etiquetitas del html. Y lo que sí quiero usar porque me parece muy práctico es el asunto de la clasificación de posts en categorías para tener listados los de música, los de libros, los de cine, los de neuras varias...

Luego.


19 diciembre 2006

Susto

Ayer me llevé un buen susto a primera hora de la mañana. Afortunadamente sucedió cuando me dirigía al hospital para las pruebas que me han empezado a practicar. Me llevaba mi madre en el coche cuando en cuestión de segundos noté que se me agarrotaban las extremidades y que la percepción de la visión era muy confusa en el sentido de que no podía discernir con claridad si las cosas que veía a través de la ventana estaban cerca o lejos. Al llevarme la mano a la cara noté que tenía zonas de la misma totalmente insensibles, una sensación parecida a cuando el dentista te anestesia. Lo peor vino cuando quise tragar saliva y ví que tampoco podía y me entró un ahogo y, como es natural, un pánico considerable. Lo siguiente que recuerdo es ir conducido en una camilla a Urgencias entre convulsiones de brazos y piernas y las preguntas de los médicos y mi incapacidad para que las palabras que formaba en mi cabeza salieran de mis labios, lo cual aumentaba mi angustia ante lo que me pudiera estar pasando. Reconozco que fue un rato horrible porque sentí un miedo y un pánico atroz que me resulta muy difícil de describir.

Las primeras pruebas arrojaron unas cifras de hematocrito que están 11 puntos por encima del máximo referencial, lo que indica que la sangre es muy espesa y eso puede ocasionar que no circule bien y que esté produciendo pequeñas isquemias. Una vez estabilizado me aconsejaron un pequeño ingreso más que nada por la desazón que me había producido la crisis a la espera de más pruebas antes de practicar una solución transitoria (la vieja práctica de la sangría) que favorezca una circulación más fluída. En esas estamos. El objetivo en primer lugar es evitar el riesgo existente de que se produzca un accidente vascular mayor y de que yo me encuentre algo mejor y más tarde estudiar las razones que expliquen por qué el organismo está fabricando tanta sangre. Y después comprobar si hay algo más. Yo creo que cada vez son más las evidencias que apuntan al tratamiento como causante de estos problemas, aunque todavía es pronto para saber si se trata de un efecto de rechazo que poco a poco ha ido en aumento hasta quedar evidenciado en estos síntomas o si el producto ha terminado por causar un problema orgánico.

De momento sólo puedo decir que al menos he dormido tranquilo aunque todavía tengo la cabeza espesa y estoy escribiendo este post con esfuerzo por lo que no lo voy a alargar mucho. Pero no quería pasar, aunque no lo van a leer, sin anotar mi agradecimiento de corazón al personal por la celeridad y la preocupación pero, sobre todo, por el afecto. Una simple sonrisa, una frase amable, una mano acariciando la cabeza o el ofrecimiento de un vaso de zumo fresco en el cuartito de las enfermeras se convierten en gestos inolvidables en momentos de tanta incertidumbre, miedo y confusión. Porque al final, más allá del dolor y del sufrimiento, esa es la cuestión esencial: ¿qué está pasando?


18 diciembre 2006

Villancico

Niño Dios d'amor herido,
tan presto os enamoráis,
que a penas avéis nasçido,
quando d'amores llorais.

En esa mortal divisa,
nos mostrais bien el amar,
pues, siendo hijo de risa,
lo trocáis por el llorar.

Villancico anónimo puesto primorosamente en música por
Francisco Guerrero (1528-1599).

17 diciembre 2006

Resaca

De Nolotil, resaca de Nolotil.

Cuando los cólicos se van (creo que se han ido esta misma noche, toca madera por si acaso) viene la resaca del Nolotil, que es algo francamente duro. Como si no tuvieras bastante con sentir el cuerpo como si te hubieran dado una paliza y con la flojera de no haber probado bocado en día y medio, todavía tienes que soportar la resaca del Nolotil que te impregna el paladar con un sabor a factoría química que todo lo acapara: bebes agua y te sabe a Nolotil; intentas comer el primer bocado de turrón de chocolate (Suchard, por supuesto), tradicional y simbólico pregón personal de la Navidad y sabe a Nolotil, crujiente, pero Nolotil. Te lavas los dientes y la pasta de dientes sabe a Nolotil, te tomas un zumo de naranja y no sólo el zumo de naranja sabe a Nolotil, es que el vaso mismo sabe a Nolotil.

Lo de la coca cola es peor primero porque sabe a pasta de dientes con sabor a Nolotil mezclada con burbujas y regusto a zumo de naranja con sabor a Nolotil, y cuando intentas buscar entre ese tunel de sabores el genuino sabor a coca cola que te refresque el gusto a gusto descubres que el vaso huele también a Nolotil. La resaca de Nolotil también te deja con el estómago triste y la cabeza adormilada y te tumbas en el sofá y sueñas imágenes borrosas por nubes de Metamizol de Magnesio y cuando abres los ojos te encuentras que la pantalla de la tele está ocupada por la imagen de una revista vieja con este titular:

Lolita: "Yo creo en Franco".

Y por un instante te preguntas si eso que ves no será un efecto secundario del Nolotil y luego si Lolita tomaría por aquella época sus buenos Nolotiles, o quizá es que por entonces no los tomaba. A saber. Todo resulta muy espeso y muy confuso. En todos estos años de presencia en el mercado, ¿no se le ha ocurrido al inventor del Nolotil ajustar la fórmula para cuidar el detalle de la resaca?. ¿Tan difícil resulta al menos disimular ese sabor? ¿Por qué hasta la veterana aspirina ha conocido sabores y efervescencias y el Nolotil no? ¿Por qué esa resistencia a los cambios? ¿Cree el Nolotil en Franco? ¿Vía oral o parenteral? ¿Coca Cola Zero o Pepsi Max? ¿Turrón blando o duro? ¿HD DVD o Blu-Ray?


15 diciembre 2006

Afirmación

Lo último es el riñón. Sí, cólicos otra vez. Sí, el mismo riñón. Y sí, parece que también tras tanto cólico está el elixir. Dicen los médicos que el laboratorio refiere "insuficiencia renal, cólicos y otras afecciones" y examinando retrospectivamente mi historial médico se descubre que mi primer cólico tuvo lugar cuatro meses después del inicio del tratamiento. En los 30 años anteriores ninguno. En los 6 siguientes, tropecientos. No hace falta por tanto ser muy sagaz para atar cabos.

Esta última tanda empezó la pasada madrugada hacia las 5 mientras yo me repetía por dentro no puede ser, no puede ser, y si al conocido malestar que supone un trance semejante le sumamos lo que lleva llovido estos días en cuestión de percances, se comprenderá que por una vez me salte el libro de estilo de este blog para afirmar lo siguiente:

ESTOY HASTA LOS COJONES.

Ya.


13 diciembre 2006

Milagro

A quince días de finalizar el año Mozart nadie nos ha dicho todavía dónde reside el milagro de esta música asombrosa. Por si alguien se anima a buscar la respuesta, las partituras de la edición crítica de la integral de la obra mozartiana pueden consultarse en Internet y descargarse en archivos .pdf desde ayer. Gratuitamente. La (imprescindible) dirección es:


En el momento de escribir este post la página está sobresaturada y un aviso pide disculpas por las obras de ampliación de tráfico y de plantilla que hay que hacer para poder servir la música que han solicitado medio millón de personas en sus 12 primeras horas de (estresante) vida. Desde luego, se trata de un acontecimiento memorable: ni más ni menos que la digitalización de los 125 volúmenes de la NMA, la edición oficial de la obra del compositor, una obra monumental que se empezó en 1954 y que arroja 25.000 páginas de música impresa y 8.000 de informes críticos. Los derechos han sido adquiridos a Bärenreiter-Verlag por la Internationale Stiftung Mozarteum y volcados a la red por el Packard Humanities Institute de California.

Hace unos años la siempre exquisita Bärenreiter facilitó algo las cosas al anunciar una edición de bolsillo a la que el nombre no le pegaba mucho: ni el precio (muchos dígitos) ni el tamaño de los volúmenes (unas 1000 páginas cada uno) cabían precisamente en un bolsillo y además los tomos eran poco manejables: nada más abrirlos, aunque lo hicieras con mimo, el lomo se llenaba de cicatrices. Para alguien que sufre viendo desmayarse hacia atrás un folio grapado a otro, lo de las cicatrices del lomo puede llegar a ser una experiencia traumática.

Pero ahora está ahí, al alcance del ratón. Click, click. La misma edición. Toda. Y para todos. Una gozada. Tener a mano la NMA supone el acceso a un inmenso y exhaustivo trabajo de investigación y restauración que bucea hasta la raíz de las fuentes para sacar a la luz bocetos, apuntes, ideas desechadas, ideas recicladas, versiones alternativas, reorquestaciones... De paso brinda la oportunidad de conocer aquellas obras del catálogo mozartiano de menor difusión y sustituir, al fin, a la anterior edición Breitkopf del siglo XIX, que todavía circula mucho porque sale tirada de precio aunque se come pasajes enteros, tiene las claves antiguas y hace cosas raras de vez en cuando.

Un acontecimiento excepcional.


12 diciembre 2006

Apoyos

Cuando pongo la cam mi sobrino Carlos se me sube a las rodillas para verse en pantalla y se pone tan contento que te estruja entre sus bracitos. Con afectos como el de Carlos las cosas se vuelven más fáciles estos días tan raros. Tengo delante cinco citaciones para diversas pruebas y consultas hospitalarias que se sucederán los próximos días antes de Navidad y mientras tanto me han dicho que me acueste antes por las noches por no sé qué de los ritmos biológicos y que tome unas pastillas. Aunque me acueste antes a veces me quedo dormido también durante el día y otras se me dispara el pulso hasta las 140 y me entra una ansiedad y una desazón terrible. Yo me sorprendo de ambas cosas porque no alcanzo a encontrar una causa que las justifique. En la conversación suelo tener unos lapsus notables porque de repente me quedo en blanco y lo mismo me puede pasar a la hora de escribir: hilvanar dos frases me supone un esfuerzo considerable y entonces lo borro y en otros momentos, como ahora, la cosa parece salir sin esfuerzos y aprovecho. Por eso digo que es raro. Es raro tener que contestar unos mails y que me sienta incapaz a ratos y les vaya dando salida a cuentagotas y es raro que me pierda en un simple diálogo televisivo pero luego pueda asimilar con nitidez un capítulo de un libro. Va todo como a síncopas, como el ánimo, que a veces baja y otras sube. Pero mientras tanto me he propuesto obedecer a los médicos en todo para que luego no digan.


11 diciembre 2006

Sms

10/12/06 - 04:51am

Llego a casa con una reconfortante
sensación q me recuerda nuestras
viejas charlas.
Me alegro. Un fuerte abrazo.
J.


09 diciembre 2006

Album



Postal de cumpleaños.


07 diciembre 2006

Imprevisto

El elixir produce daños neurológicos y cardiovasculares. La notificación ha llegado esta tarde como respuesta a una sintomatología dispar que durante los últimos meses ha ido haciéndose con los mandos de mi vida con el mismo empeño con el que yo he intentado mantenerla alejada de mi quehacer cotidiano y de este blog. Pero ya no. A partir de lunes inicio un peregrinaje por especialidades y pruebas de largo recorrido. Es evidente que estoy un poco confuso y descolocado pero también estoy tranquilo en la medida de lo posible. No es poco en un tiempo en el que la tranquilidad se ha convertido, para mí, en un bien tan necesario como escaso. Y lo único que deseo es que nada ajeno al gran problema que tengo delante la perturbe porque en este momento no puedo permitirme malgastar un gramo de la energía que necesito. Por eso mismo este blog pasa a ser, momentáneamente, una incertidumbre intermitente.

No me voy.


05 diciembre 2006

Algo

He ido y ya he venido.

Y al volver me he cruzado con Peter que iba subido en su bicicleta. Hay veces que cuando te encuentras con Peter te mira con una sonrisa como de quien acaba de hacer una travesura e intuye que lo sabes pero no quiere que digas nada. Y yo no digo nada, claro. Cuando te cruzas con Peter puede que se ponga a explicarte algo de un sistema de placas solares que se ponen bajo tierra y ante eso es inevitable preguntar al menos cómo les llega la luz del sol a las placas solares si están bajo tierra pero él dice que les llega de otra forma y si él lo dice es que será. Eso ha dicho hoy sin bajarse de la bicicleta.

Luego me ha preguntado que "cómo va". Peter es que habla poco y en tono bajo y si te pregunta "cómo va" lo que te quiere decir es cómo llevas estos primeros días valiéndote por tí mismo, si te defiendes bien, si ha habido algún problema de relevancia, si la experiencia está siendo interesante y si hay cosas positivas y negativas, que cuáles son las unas y cuáles las otras y, de paso, si pesan más las unas o las otras en la balanza. Más o menos viene a decir eso cuando pregunta "cómo va". Yo le he contestado en resumidas cuentas porque, aunque yo no suelo hablar poco salvo los días raros, era un poco tarde (vale, y el día era un poco raro).

Yo creo que en el fondo Peter está pendiente un poco estos días preguntándose a sí mismo "cómo irá", me da que si. Porque Peter se preocupa, a su manera pero se preocupa. La otra noche al salir de cenar hacía un frío de mil demonios y dijo por tres veces tápate pero yo no le hice caso porque yo suelo pillar enfermedades raras y complicadas pero resfriados y cosas vulgares pues no, clase que tiene uno. Pero él te mira la cazadora desabrochada y ladea un poco la cabeza con ademán contrariado y te dice tápate, anda, mientras le moquitea un poco la nariz, que estos fríos de la niebla son muy traicioneros. Aunque no le haga caso, Peter se preocupa un poco, sí. Por eso hoy no le he dicho nada.


04 diciembre 2006

Comparativa

A los postres de su concierto de debut en el Carnegie Hall en 2003, Lang Lang hizo aparecer en el escenario a este señor para sorpresa de todos:



En la foto Lang Lang está explicando que este señor es su padre, que lo que lleva en la mano es un instrumento chino que se llama erhu y que juntos van a tocar una pieza que se titula "Caballos" y en la que el señor que es el padre de Lang Lang va a hacer que el intrumento llamado erhu imite el relincho de los caballos. Cuando lo hagan la gente se reirá mucho lo que pasa que en la foto no se oye.

No importa.

Lo que importa es el impacto que me he llevado esta noche cuando me disponía a ver el nuevo (y largo, 130 minutos) documental sobre Lang Lang que le acompaña en su gira asiática de 2005-06, cortesía de Deutsche Grammophon y la cadena ARTE y algún eslabón más que tampoco importa ahora porque resulta que nada más empezar a verlo he reparado en una cosa que me ha dado un rollo muy raro. A mí es que las cosas me afectan bastante y además tengo propensión a fijarme en detalles en los que la gente no suele reparar. Ya me lo dice mi abuela: "pero cuánnnto te fijas, hijo mío. Jo!".

Para comprender lo del impacto sería conveniente que mirásemos más de cerca al señor padre de Lang Lang:



El hombre tiene cara de padre que está allí para echarle un cable al hijo. El señor es muy menudito y ha aparecido en el escenario levantando y bajando la cabeza muchas veces con esa sonrisa tan oriental y sin hacer ruido, un poco apocadito, y es que tiene que impactar mucho salir allí y encontrarte de repente en uno de los principales escenarios del mundo y ante tantas almas. La cara de este señor es la de quien eso no lo hace todos los días pero oye, todo sea por el chaval.

Pues bien.

El resultado del éxito del concierto queda perfectamente concretado en esta imagen, tomada dos años después:



Ha sido verla esta noche y echar mano del mando a distancia del dvd para darle a la pausa. La otra mano igual se me ha ido a la boca que seguro que se me ha quedado abierta y es que ver de repente al señor apocadito hablando con tono de hotel 5 estrellas y con esas gafas de diseño y esa ropa de marca en plan rollo "Los Soprano" versión Pekin me ha impactado bastante. Ay, no sé. Es que este señor ya no puede tocar el erhu. Fijo que no. Para empezar porque seguro que en los dedos tiene algún anillo gordo de esos horteras y se le engancha a la cuerda del erhu y luego porque me da que este señor ha dejado el autobús urbano para ir a comprar el periódico en Mercedes. Oye, hace bien. Pero no sé, es que no sé cómo explicarlo, pero este tipo de metamorfosis me dan un poco de aprensión e instintivamente el dedo se queda cerca del botón de la pausa todo el rato por si acaso.


03 diciembre 2006

Principio

Cuando después de 25 años una enfermedad crónica se estabiliza empiezan a pasar cosas. Algo se mueve por dentro y, al mismo tiempo, te sientes como si despertaras de un coma que ha durado siglos: desconcertado y perdido en el entorno. Y entonces descubres, con asombro, que tu discapacidad no reside tanto en lo físico sino en la adaptación al medio. Haber vivido en una burbuja desde la infancia conlleva eso pero llega un momento en que el instinto te pide actuar; tardíamente, dadas las circunstancias, pero más vale tarde que nunca. Y como vas fuera de horario te sientes todavía un poco más perdido pero aún así. ¿Qué cosas pide el instinto? Pues independencia, por ejemplo. Vivir una vida propia acorde a las propias posibilidades y limitaciones, con sus buenos y malos momentos. Pero tuya.

Y en esas estoy. Desde ayer y por unos días (las cosas, despacio) estoy caminando solo por primera vez en mis 36 años de vida. Aprovechando que un puente local va a juntarse con un puente general y se convertirá en un acueducto de días festivos, la totalidad de la familia que puede denominarse como tal está lejos. Yo he hablado con ellos la importancia de la necesidad de hacer la prueba en estos momentos. Lo necesito de verdad. Lo necesito más que una medicina. Necesito empezar a aprender cómo se hacen las cosas, movilizarme y, sobre todo, necesito estar a solas conmigo mismo para sentir que tomo las riendas de una vida cotidiana y después sumergirme en ella.

Es curioso que lo primero que he hecho esta mañana, primer día de este experimento al que me presto con tanta determinación como incertidumbre, ha sido cerrar el teléfono. Luego he hecho la compra, he enviado un correo a un amigo y después me he subido a un tren. Como otras veces, mientras miraba por la ventanilla me he puesto a escuchar a Ivy cantando "Worry about you". No sé qué tiene esa canción pero me atrae de una manera hipnótica y por eso me la pongo en bucle y la escucho una y otra vez, una y otra vez, y es una delicia hasta que llega un punto en que estás hasta los cojones de la canción y entonces la quitas y sigues mirando por la ventanilla o te dejas mecer por el traqueteo del tren y te adormeces un poco hasta que llegas al destino, que es una ciudad muy grande. Los parques y las grandes avenidas de edificios altos estaban envueltos en una niebla de color regaliz y rosa y entre la numerosa gente que iba y venía por la acera estaba yo, mirándolo todo y a todos, impermeable al mundo y al mismo tiempo dentro de él. He caminado de aquí para allá, he hecho un par de compras y después he entrado en una cafetería a merendar. Todo sin prisas. Y al anochecer he tomado el tren de vuelta. Ivy dormía en el iPod y yo habría hecho lo mismo pero he preferido mecerme un rato en la cadencia de una conversación ajena y luego he pensado en el blog. En este blog. ¿Qué función tendría este blog en esta nueva situación si se prolongara en el tiempo? ¿Lo seguiría necesitando? Porque no se me escapa que este blog ha servido mucho de escapismo virtual ante la inmovilidad real. Hay que meditarlo, pero igualmente sin prisa, como vaya saliendo.

Una vez en casa me he dado una ducha, he cenado, me he puesto el pantalón de pijama y una camiseta y me he sentado en el suelo ordenando libros y dvds de una zona de las estanterías que no suelo frecuentar pero en la que queda sitio para colocar algunas cosas. Y luego me he sentado a ver a oscuras "Heights" (grande Glenn Close!). Cuando ha terminado la película me he quedado un rato sentado en el sofá sintiéndome profundamente a gusto y tranquilo.

Yo tengo claro que este primer experimento de unos días va a ser el preludio de algo más definitivo y bastante próximo en el tiempo. Y luego la pregunta: ¿Se puede dejar de ser músico? Me la vengo haciendo desde hace dos meses aunque sólo la he compartido con mi psicóloga. Yo creo que no, que no se puede dejar de ser músico porque eso va contigo, lo llevas dentro; lo que se puede es dejar de ejercer como tal. A veces creo que estoy empezando a dejar de ejercer como tal y otras que ya he terminado ese capítulo aunque no lo se lo he dicho todavía a ninguno de mis allegados. Y desde que me planteé esa pregunta al mismo tiempo que despertó esta necesidad de caminar por mí mismo, dentro de mis posibilidades, surgió en el pensamiento la idea de hacer el curso de acceso a la universidad y abrir un capítulo nuevo que no excluya, de puertas adentro, ascender por los cánones Goldberg o vibrar con un contrapunto de Bach o una emoción de cristal de Ravel. Después de todo, retomar a los 37 años cosas que se truncaron a los 17 o a los 24 tiene mucho de bueno. En la vida no existe el botón de rebobinado pero, al menos, tienes la oportunidad de no pulsar el botón de pausa. Y vivir.