31 mayo 2007

Suplantador

"Soy traductor, cojo las palabras de otro y las convierto en palabras mías, pero las palabras siguen diciendo absolutamente lo mismo, cosa absolutamente imposible, en principio. Soy digno de confianza, no voy a trastocar las palabras, no voy a hacer que digan lo que no dicen, y los que leen mis más notables traducciones piensan que mis palabras pertenecen a gente como el presidente de los Estados Unidos de América, Conrad, Woolf, Hammet o Fitzgerald. Confían absolutamente en mí, el suplantador, aunque ahora me vea expulsado de la confianza de Francesca, si alguna vez he merecido la verdadera confianza de Francesca y no ha sido todo confusión mía, una mala interpretación."
...........................................................Justo Navarro, "Finalmusik"

30 mayo 2007

Patatús

Me ha dado un patatús a la hora de comer.

Estaba empezando a notar algo extraño cuando me ha llamado por teléfono una amiga diciendo que me iba a dar una exclusiva, así lo ha dicho, y en vez de decirle "espera, que creo que me está empezando a dar un patatús" he hecho como si nada pensando que si me concentraba en otra cosa igual se pasaba; es más, hasta le he dicho que yo también tenía una exclusiva pero... que era para otro programa. Y ella: jo. Y yo: qué le vamos a hacer, me la ha comprado una agencia de la competencia. En fin, puede que me haya notado un poco (más) atolondrado en el hablar o un poco (más) acelerado de lo habitual, no sé, pero es que me estaba empezando a dar un patatús notable. Cuando he colgado el teléfono me he puesto a hacer los spaguetti de los miércoles, sí, los legendarios spaguettis de los miércoles, no es por nada (ya que me ha dado un patatús, qué menos que un poco de autobombo) y cuando me he sentado a comer sentía que mis movimientos se iban pareciendo a una película de Charlot pero sin gracia o como a cuando tiritas de frío pero resulta que yo ni tenía frío ni fiebre ni nada de nada.

El caso es que eso ha ido a más y al ir a acercar el vaso de agua a la boca ha empezado a sonar una percusión para dientes contra cristal molto vivace y a partir de ahí ya me he tenido que levantar porque era como si por dentro estuviera viniendo un tsunami de algo que no sabía lo que era. Fíjate si me habré sentido mal que he cogido el teléfono y he llamado al teléfono directo del médico, cosa que creo no he hecho nunca porque, como dice mi amiga Mila, me tendrían que llamar Don Prudencio. Eso dice mi amiga Mila. Cuando el médico me ha reconocido ya se ha olido algo malo, no sé si por el mero hecho de la llamada, por el tono de la voz, o por las dos cosas juntas. Y cuando le he contado lo que pasaba me ha dicho que tranquilo, que eso era una clara manifestación de los efectos secundarios.

Estoy de esas dos palabras hasta el moño.

Y yo: pero de qué medicación?? de la que da efectos secundarios o son efectos secundarios de la medicación que se me recetó para contrarrestar los efectos secundarios de la anterior??? Y él ha tenido que pensar un poco para descifrar la frase (supongo) y ha dicho, es de éstos últimos. Y yo: o sea, de los segundos. Y él: sí, sí. Y yo: y entonces??? Y él: pues toma ésto y media de ésto otro y tranquilo que se pasará, que está descrito. Y yo: por lo visto todo está descrito menos lo que tiene que estar descrito. Y él: no entiendo, disculpa. Y yo: es igual, da lo mismo.

Y a los veinte minutos se ha pasado lo que sea que se tenía que pasar pero entonces me he tenido que tumbar en el sofá porque se me ha quedado el cuerpo como cuando pasa un tsunami. El médico ha tenido el detalle de llamar después a ver qué tal y le he contado la frase anterior y ha dicho que es normal. Como para entonces ya estaba más tranquilo he aprovechado para soltar que no es por nada, pero que esta semana hace un año que empecé a manifestar síntomas y que igualmente por estas fechas hace medio año que los médicos descubrieron que se debían a un problema medicamentoso de efectos secundarios. Dicho de otra manera: que llevo un año, que se dice pronto, sufriendo de efectos secundarios, que no de una enfermedad, que si por una enfermedad fuera qué le vamos a hacer, de hecho llevo conviviviendo con una 25 y lo que quede, ojalá sea mucho, pero es que lo de los efectos secundarios es kafkiano. Y un año, leches. Y decir una parrafada como la precedente te deja mejor aunque no solucione nada. El médico ha dicho que sí sí varias veces y que si vuelve a ocurrir, que no cree, que le llame pero, vamos, que es normal que ahora estés un poco flojo, venga hasta mañana. Hasta mañana. Y click. Y al sofá. Y así toda la tarde hasta hace nada. Hoy es como si sólo hubiera existido medio día y eso produce una sensación extraña. Y los spaguettis se han quedado en el plato porque ni ganas.


Cándida



Estas piernas hinchadas son las de Cándida, que se ha quedado dormida frente a la tele mientras cosía un poco. Dice Cándida que para ella la tele es muy importante porque con ella vive un mundo de color que fuera no encuentra. Mientras duerme, diré en voz baja que "Gomaespuma" cumple 25 años de matrimonio mediático y que hay que ver cómo pasa el tiempo. Yo les escuchaba en la extinta Antena 3 Radio con una fidelidad que bien me podrían haber contratado como técnico de sonido lo menos, lo que pasa que para eso ya estaba Marcos Granados colando un pitidito como el de las señales horarias cuando los Gomaespuma le nombraban al decir los títulos de crédito de su programa cada tarde, porque en la radio los títulos de crédito hay que decirlos porque si los pones no se ven, claro, y después se ponían a hacer esos gags tan memorables desde los estudios de la calle Oquendo 23 de Madrid durante una hora más o menos.

En "Gomaespuma", Juan Luis Cano y Guillermo Fesser sacaban a Aitor Tilla, y a Gustavo De Básica, y también salía Cándida, tan cándida ella. Y tuvieron que pasar muchos años hasta enterarnos de que Aitor Tilla y Gustavo De Básica no existían de verdad, cosa que ya intuíamos, pero que Cándida sí, cosa que ni nos imaginábamos, y que era la asistenta doméstica de Guillermo Fesser y que por lo visto decía cosas tan graciosas sin querer que la convirtieron en personaje de su programa.

Y el año pasado, por fin, pudimos ponerle rostro a la verdadera Cándida, y supimos que tenía apellido, Villar, Cándida Villar, y lo supimos porque Guillermo Fesser quiso hacer una peli de ella con ella. Y ahora que es el cumpleaños de "Gomaespuma" acaba de salir en dvd, y como dice ella, la película es mu preciosa y mu hermosa, y es verdad. Ah, y claro, la peli se llama así, "Cándida".

Cándida sigue dormida porque se cansa mucho. Trabaja como asistenta en casa de muchos señores de posibles y además limpia los autobuses municipales y los vagones del metro. Cándida todavía tiene que cuidar del Javi y del Julián que, aunque son mayores, el uno es "drogadisto" (así lo dice Cándida) y al otro le falta un "hervó". Luego tiene una hija que va por libre y sólo sale en un trozo pero poco. Cándida lo explica todo muy rebién en la peli porque como es su peli la narra y todo aunque no se la vea porque está detrás de la pantalla y por eso sabemos desde el principio que es viuda, y de ahí que tenga que trabajar tanto y lo de la soledad, ay madre, la soledad, menos mal que está la tele, y suspira Cándida mientras dice que "Mi marido tuvo una muerte mu dulce. Se murió como los bombones de licor, relleno de alcohol. Le gustaba más el whisky que al chivo la leche y el dia que murió debieron ponerse de luto las Cooperativas de Valdepeñas de la Mancha", lo que pasa es que a Cándida hay que oirla, es entonces cuando te desarma y comprendes que se tenía que llamar así a la fuerza, Cándida, aunque a veces la vida le haga poner encima de la mesa dos ovarios, y a mí no me sale imitar su voz por escrito, aunque lo intente, voy a ver si sale mejor:

"Mi marido tuvo una muerte mu dulce. Se murió como los bombones de licor, relleno de alcohol. Le gustaba más el whisky que al chivo la leche y el dia que murió debieron ponerse de luto las Cooperativas de Valdepeñas de la Mancha".

Nada, que no.

En la peli sale Cándida trabajando en casa de los señores marqueses así que nos podemos enterar de cosas: "el marqué tiene una foto del rey Alponso equis equis ele, o sea, un rey extra largo y el despacho lo tiene puesto a todo "complós" con cabezas de animales perecederos por las paredes y un televisor empotrao en que los presentadores hablan tan bien que te crees lo que digan aunque sea mentira".



Y luego va al quinto donde vive ese señor que debe ser escritor o algo y que dice que se va a ir el sábado a enseñarle el mar a su perrito porque nunca lo ha visto y entonces va y Cándida le dice: "Yo tampoco he visto el mar. Sólo veo el agua del cubo, que hace espuma y olas como el mar pero el mar es más grande y más bonito". El perro del escritor se llama "Hipercor", sí, como el supermercado. Dice Cándida que si el perro viviera en su barrio se llamaría "Día".

Y aún después tiene que ir al hospital porque allí está ingresada la suegra. La suegra de Cándida es una señora con muy mal genio, si te acercas igual te muerde. Mira si no lo que le pasa a la enfermera que entra a la habitación. Dí que al menos está Cándida mirando la "rivista" del "Pronto" o algo y se disculpa: "Ay, perdone a mi suegra que como se ha criao con leche de cabra por eso berrea tanto y desde que tuvo el "orgasmo" cerebral la cabeza no le funciona bien".

"Cándida" y Cándida. Da igual que te dejes las comillas porque te la comerías de las dos formas. Cándida desarma por su infinita gracia y su infinito corazón. Lo del corazón a ella le sale solo, sin darse cuenta: "...porque ser amable no cuesta dinero. Yo toda mi vida he estao fregando escaleras, terrazas y de todo y sé que lo blando gana a lo duro y no he visto mancha, por mu dura que sea, que no salga con el agua. Hay tanta gente que necesita un beso nada más, porque los besos son blanditos como el agua y quitan muy bien las manchas de la soledad, por muy duras que sean". Y Cándida desarma también por su particular filosofía y porque representa a la perfección una forma de sobrevivir que es real y que está ahí, al lado, y que ninguna actriz profesional podría reproducir así.


29 mayo 2007

Aniversario

"La Idea del Norte" cumple hoy dos años de edad. 690 posts. Yo creo que si los imprimiera todos juntos saldría un libro muy gordo, igual un poco raro, no digo que no, pero gordo seguro que sí. Este año no voy a soltar el correspondiente discurso del tipo parece que fue ayer cuando empezaba y bla bla bla porque como acabamos de pasar una campaña electoral estoy de mítines hasta el gorro. Pero sí quiero decir que este cumpleaños le pilla al blog en forma, hasta me lo ha dicho esta mañana un correo que me he encontrado de alguien imitando la voz de mi abuela porque lo lees y pone: "pero cuánnnto has escrito este fin de semana, hijo mío, jo!". Pero es una imitación, se nota en la letra.

Haciendo un recorrido rápido por el archivo me he dado cuenta de que este blog ha pasado por épocas y en unas era más blog que en otras, pero la verdad es que yo estoy a gusto aquí porque, a estas alturas, 690 posts después de aquel 29 de Mayo de 2005, creo que he encontrado una tesitura cómoda para escribir, y a veces pillo un tono u otro según el día; y he descubierto que la continuidad que da un blog brinda una oportunidad maravillosa para crear un territorio y poblarlo poco a poco de lugares, cosas y personajes recurrentes en los que me proyecto y entre los que me desenvuelvo: yo entro aquí y me encuentro en un sitio poblado de presencias ya familiares que, juntas, dibujan la geografía de este Norte que más que un lugar físico es un espacio interior.

Y aunque llegué aquí para pasar unas pequeñas vacaciones, hoy, dos años después, no quiero marcharme de este lugar.


28 mayo 2007

Elecciones (y VI)

Escrutinio.

He puesto (y VI) pero ya se sabe lo que pasa con las series, que igual vuelven. Eso no se sabe. A veces pasa que las series se van pero los personajes se quedan en la memoria o en los cromos o así. Pues en esta serie pasa lo mismo: yo es que no entiendo cómo es posible que una ciudad que lleva cuatro años clamando in crescendo por la inutilidad manifiesta del gobierno municipal haya renovado en las urnas su mayoría absoluta. Pero menos entiendo que a la mañana siguiente el comentario general sea precisamente ese: que cómo es posible. O la gente es muy falsa o a ver qué pasa. Pero, en fin, hay que acatar la decisión del pueblo soberano.

En las series también ocurre que hay personajes que se van cuando se termina la temporada. Aquí quien se va es el concejal. Reconozcámoslo: es un golpe de efecto por parte de los guionistas tan contundente como arriesgado. Porque si bien la salida del concejal nos va a quitar por fin ese rubor que se nos ponía en la cara cada vez que abría la boca, también es cierto que este blog pierde a uno de sus personajes referenciales. Y no sería la primera serie que se ha tambaleado por la salida de uno de sus personajes.

Los personajes de las series evolucionan poco a poco según. Según qué. Pues según. Según la audiencia, las tramas, el ingenio de los guionistas... Aquí, el concejal nació como en abstracto; es decir, que no era el concejal, era "el concejal", la representación de esa figura esperpéntica, mortadelofilemónica y australopiteca que abunda desde tiempos inmemoriales en los estratos profundos de la geografía hispana. Pero fueron los Flexos quienes, en un descuido no exento de lógica asociativa, le quitaron las comillas en la ventanita de los comentarios abriendo posibilidades de nuevas tramas. Pero el concejal ya avisó que se iba con unos capítulos de adelanto. Al parecer, ha encontrado alguna cadena que paga más. Antes de su marcha ha dejado bien colocados a los maracos, como agradecimiento por los servicios prestados. Los maracos darían para otra serie y eso es bueno tenerlo en cuenta porque cuando una serie termina, algo muere en la parrilla de la programación dejando un hueco.


Nocturno

Cuando sale la luna
se pierden las campanas
y aparecen las sendas
impenetrables.

Cuando sale la luna,
el mar cubre la tierra
y el corazón se siente
isla en el infinito.

Nadie come naranjas
bajo la luna llena.
Es preciso comer
fruta verde y helada.

Cuando sale la luna
de cien rostros iguales,
la moneda de plata
solloza en el bolsillo.
...............Federico García Lorca

27 mayo 2007

Elecciones (V)

Votaciones.

A mí me gusta ir a votar a las tres y media o así porque no hay nadie o hay casi nadie y es más rápido. Lo de votar a mí me atolondra bastante por varios motivos que no tengo pudor en confesar: el primero es mi conocido pavor a la autoridad. Me pasa como a Hitchcock, la autoridad (sobre todo uniformada) me asusta. No es que no le tenga respeto, es justamente lo contrario, le tengo un respeto tal que su mera presencia me paraliza. Por qué será, ni idea. A veces he pensado que es una reminiscencia infantil de mi traumática estancia en un colegio de monjas. Iba pensando en encontrarme con hermanitas de la caridad y lo que encontré fue una tropa de Generales de mandíbula cuadrada. Volviendo al tema, es que vas a entrar al colegio electoral y te encuentras a ese policía y mira que es tontería, eh? pero ya me empequeñezco. Yo trato de ser natural y me propongo decirle buenas tardes pero lo que me sale siempre, a lo sumo, es hola, buenas tardes y, sin embargo, el policía responde con un holabuenastardes enérgico y sin espacio en blanco, dicho como en línea recta que hace que baje la cabeza como si yo fuera culpable de algo.

Luego viene lo de las cabinas. Es que entras en ese espacio reducido y te ves todos esos casilleros con los papeles llenos de nombres impresos vencidos hacia tí que parecen decir a mí, a mí, y eso agobia un poco. La cortina esa de atrás también agobia porque conocido es también que a mí los probadores de ropa me dan mucha tristeza y eso es como un probador de ropa pero con mucha gente dentro escrita en unos papeles. Muy raro.

Luego la votación en sí (aunque a veces haya que votar "no"). Eso de que un señor se ponga solemnemente de pie, y te coja el DNI y diga solemnemente: EMEJOTA y solemnemente sostenga en sus manos el sobre blanco y el sobre naranja, y con algo de ritual sagrado retire de las urnas las hojas de papel que custodian las ranuras de la parte superior desde las que caerán tus sobres para juntarse con otros y que grite un VOTA más solemne todavía mientras tú te dices (pero este tío no es el vecino del sexto??) pues todo eso a mí me descoloca. Me siento como Mister Bean, una vez más, y en momentos así echo de menos aferrarme al osito de peluche.

Pero luego viene lo más importante: el lugar.

Mi colegio electoral fue mi colegio de parvulario. Una construcción que en los 70 era moderna pero que ahora parece un local de los de la serie "Cuéntame", con el añadido de que cuando empezaron los 80 ya estaba abandonado. Así que imagina. Bueno pues en ese mismo local, austero y sin aditivos, en esa misma estancia, presencié una tarde lluviosa de algún invierno lejano un episodio que marcó mi infancia: una sesión de magia. Y cuando me hice mayor y vi los ojos de pasmo de Ana Torrent fijos en la improvisada pantalla de cine donde se proyecta "Frankenstein" en aquel frío y triste local en "El espíritu de la colmena" le di las gracias infinitas a Víctor Erice por ponerle imagen tan precisa y preciosa al recuerdo. Porque en la infancia las impresiones son así.

La tarde que nos llevaron a ver magia mientras afuera llovía a jarros y dentro hacía mucho frío y nuestras manos olían a plastilina y la sala estaba a oscuras y la señorita Aurora estaba a un lado de pie con los brazos cruzados y nos miraba con un el índice puesto en la boca para decirnos ssst me llevé una de las impresiones más grandes de mi vida. Porque a pocos metros había un señor vestido de negro que de un sombrero de copa negro sacaba kilómetros de cintas de colores, y convertía una varita mágica en un ramo de flores, y vertía leche en una jarra y luego la derramaba al suelo y resulta que lo que salía de la jarra era una lluvia de confetis y todos decíamos ahhh, y de un pañuelo (nada por aquí, nada por allá) salía de repente una paloma blanca asustada que sobrevolaba nuestras cabezas asustadas (ssst, ssst, decía la señorita Aurora). Aquella tarde salí del colegio en un estado de trance, como si hubiera presenciado un milagro.

Y al día siguiente, el mago se murió.

Era el hermano de un niño compañero nuestro, ese era el truco, que hasta los magos tienen truco, parece que son magos pero luego va y no. Y este mago cuando no hacía magia con aquel traje negro como de Conde Drácula se convertía en una persona sin poderes maravillosos que trabajaba en una fábrica de algo y ese algo debía quemar porque se quemó. Y a mí me impresionó mucho todo junto.

Cuando entro al colegio electoral que fue mi parvulario, a la estancia abandonada donde los señores que custodian las urnas medio dormitan a esas horas tempranas de la tarde bajo la luz de unos tubos fluorescentes un poco mustios, siento una impresión extraña. Porque el espacio asignado a la urnas ocupa sólo la mitad de la estancia y la mirada se me va a ese fondo en penumbra donde aquella tarde de lluvia y olor a plastilina en las manos el mago que se murió obró prodigios.

(súmalo todo y ahora entenderás que haya tardado un rato en darme cuenta de que estabas allí sentada, sonriéndome)


26 mayo 2007

Elecciones (IV)

Jornada de reflexión.

EMEJOTA: Buenas noches.
emejota: Buenas tardes.
M.J: no empecemos con discrepancias que hoy me tiene desconcertado.
m.j: no pretendo discrepar, al menos de momento, es sólo para recordarle que hay lectores que pueden leernos en otro tramo horario. ¿Por qué le tengo desconcertado?
M.J: hombre, pues ya me dirá usted qué hacemos aquí, ¿no estamos en el post equivocado?
m.j: no, en absoluto, estamos en el lugar correcto, no se preocupe.
M.J: ¿Puedo preguntar el motivo?.
m.j: por supuesto, estamos aquí por una doble razón: la primera es que hoy es la jornada de reflexión, que viene a ser como un calderón en la cumbre de un compás antes del acorde final. La segunda es que me hacía ilusión hacer un cameo en la serie.
M.J: ¿Un cameo?.
m.j: sí, ya sabe, hacer aparecer en un capítulo a personajes conocidos pero que no son de la serie. Usted ya es un conocido del blog. Y el narrador también...
M.J: ¿el narrador también hace el cameo?
NARRADOR: Por mí, encantado.
m.j: ¿Cómo va todo, narrador?.
NARRADOR: pues aquí, reflexionando un poco.
M.J: Oiga pero, ¿hay que hacer algo en el cameo?
m.j: hay que hacer como si nada. Ah, y procurar no mirar a la cámara. Por lo demás, debemos comportarnos como en otras ocasiones y reflexionar, que para eso es jornada de reflexión. A todo esto, si la memoria no me falla, usted no viene por aquí desde... sí, desde el 18 de Noviembre, ¿se puede saber dónde se ha metido?
M.J: ¿Aquí quién hace las preguntas?.
m.j: de momento usted.
M.J: ¿De momento? ¿Me va a cambiar por otro?
m.j: no, pero un día vamos a cambiar los papeles y seré yo el entrevistador.
M.J: pero si usted y yo somos el mismo...
m.j: ya, pero no es lo mismo. Usted es la parte de mí que pregunta y hace que saque cosas y tengo mucha curiosidad por saber qué ocurre al otro lado. Por ejemplo, ¿dónde estaba usted en todos estos meses que he estado haciendo pasillos de hospital?
M.J: pues... observando, supongo.
m.j: ¿observando, supone?
M.J: sí, observar, tomar nota de todo y esperar el momento adecuado para solicitar una entrevista. Pero debo reconocer que hay notas que he perdido...
m.j: hay que ser más organizado.
M.J: es que ha pasado mucho tiempo, le doy la razón. Hasta el sitio lo noto cambiado.
m.j:quizá se deba a que hay una mayor capa de sedimentación de papeles, libros, aparatos, discos, películas... Pero todavía tiene sitio para sentarse, no se preocupe.
M.J: ¿Y ese dibujo que tiene apoyado en el estante a su derecha?
m.j: ah, el dibujo. Lo hizo Malvás cuando era niño.
M.J: ¡No me diga!
m.j: pues lo siento, ya se lo he dicho. ¿No le llama la atención algo en particular en el dibujo? Acérquese a mirar.
NARRADOR: Se acerca a mirar y mira en silencio durante unos segundos.
m.j: gracias, Narrador.
NARRADOR: sólo cumplo con mi deber. Ahora, si no les importa, sigo reflexionando.
m.j: reflexione, reflexione.
M.J: pues... la verdad, no caigo.
m.j: venga, le doy una pista. Mire el trazado de las líneas.
M.J: leches! está todo hecho a regla, hasta los detalles pequeños!!
m.j: exacto. No era tan difícil de ver...
M.J: qué curioso... ¿Querrá decir algo?
m.j: quién sabe... La cuestión ahora es, ¿vamos a decir algo nosotros?
M.J: por supuesto, disculpe, por un momento había olvidado mi papel. Si le parece, podemos empezar por lo cercano a no ser que tenga más preguntas que hacerme, claro...
m.j: de momento no tengo más preguntas, pero hágase a la idea de que un día cambiaremos los papeles y yo me pondré en mayúsculas y usted en cursiva. Empecemos por lo cercano, venga.
M.J: Usted dijo que no iba a dar más clases y ayer dio una, después de un año largo en blanco... ¿Cómo explicaría al electorado ese incumplimiento del programa electoral, si me permite la metáfora dado que estamos metidos en serial electoral?
m.j: lo de las clases, sí... Es cierto que me propuse no dar más clases...
M.J: ... por cierto, y perdone que le interrumpa, aún no sabemos las causas que le llevaron a ello, poderosas debieron ser porque lo suyo es vocacional.
m.j: y tanto que fueron poderosas. Poderosísimas. Mire, las causas que agotaron de golpe y porrazo mi vocación fueron... las madres.
M.J: ¿las madres?
m.j: bueno, para ser exactos, un cierto tipo de madres.
M.J: ¿cómo calificaría ese "tipo" de madres?
m.j: psicóticas, quizá. Bueno, no, quite el quizá.
M.J: ¿es para tanto?
m.j: para más incluso, créame.
M.J: entonces lo de ayer...
m.j: lo de ayer fue curioso porque, bueno, le cuento la historia. Me llamó alguien el otro día solicitando ayuda para un examen de análisis musical. En ese momento se dieron todas las circunstancias posibles para decir no.
M.J: que son...
m.j: pues los efectos secundarios de la medicación para los efectos secundarios...
M.J: ¿las pastillas para los efectos secundarios también tienen efectos secundarios??.
m.j: sí. Y considerables.
M.J: esto empieza a parecer un diálogo de los hermanos Marx, disculpe la frivolidad
m.j: ya, pero es que tienen más efectos secundarios. Tenga en cuenta que los efectos secundarios de los efectos secundarios son efectos secundarios al cuadrado. Fíjese hasta qué punto proliferan los efectos secundarios que el otro día le envié a mi amigo Rafael una obra mía y me contestó diciendo que le encanta cómo uso los intervalos de segunda...
M.J: parece un chiste.
m.j: pero no lo es, mire el mail... ¿ve? aquí lo dice: "¡Esas segundas, segundas expresivas y afortunadas! ¡Segundas de primera!". Lo de las segundas de primera no es un chiste pero hay que reconocer que es ingenioso. Otra cosa es que tenga razón o no, que Rafael me aprecia mucho y eso le resta imparcialidad...
M.J: ¿pero las segundas no son ásperas? Me he perdido.
m.j: bueno, si les echas suavizante ya no rascan, como decía el anuncio ese.
M.J: ¿qué suavizante? ¿qué anuncio?
m.j: sí, hombre, el del crío que sale de la bañera y cuando su madre le seca con la toalla va y dice "rasca, mamá!". Hoy en día el anuncio sería distinto, la reacción del crío sería distinta, más del tipo, "joder con la puta toalla de los cojones!" Pero fíjese, el olor del Vernel sigue sin embargo siendo el mismo, coloca de la misma manera y ese azul sigue siendo igual de fascinante...
M.J: Oiga, ¿no deberíamos reconducir la conversación? Me estaba contando una historia de unas madres psicóticas y hemos terminado hablando de un anuncio de los tiempos de... no sé de qué tiempos.
m.j: ...de los tiempos del champú Filvit por lo menos.
M.J: ¿Champú Filvit?? Santo cielo.
m.j: sí, hombre, no me diga que no se acuerda, era el de la canción esa de "Fil-vit cham-pú, Fil-vit ma-má, por-que más va-lé (con acento en la "e") y etc, que no me acuerdo. Da igual, hablaba de los piojos. Ah, y la canción no llevaba segundas.
M.J: por favor, reconduzcamos, por favor...
m.j: nadie le dice que no.
M.J: si lo he entendido bien, a usted un tipo de madres que denomina "psicóticas"...
m.j: (es que lo son, siga)
M.J: le hicieron tirar la toalla de lo didáctico...
m.j: ... para ser más exactos, dinamitaron mi vocación haciéndola saltar por los aires, póngalo así.
M.J: no tanto, por lo que veo...
m.j: bueno, aún sufro las consecuencias de la radiación, sabe?.
M.J: ¿y qué le hizo decir "sí" a la llamada del otro día?.
m.j: la voz.
M.J: explique.
m.j: no sé, hay voces que te hacen decir "sí".
M.J: ¿así?
m.j: ¿así o ah, sí?
M.J: no me vacile, elija cualquiera porque las dos valen y conteste.
m.j: simplemente "sí". En las voces que no tienen rostro, como ocurre en las llamadas telefónicas de alguien que no conoces, puedes detectar ciertas cosas.
M.J: ¿como por ejemplo?.
m.j: la ausencia de madres o, por lo menos, que quien habla está libre de su influencia.
M.J: ¿de verdad que eso se nota?.
m.j: de verdad, de verdad.
M.J: si usted lo dice... ¿y qué más?
m.j: pues a veces notas que quien llama realmente necesita ayuda, aunque luego quizá no puedas servirle de mucho... Pero le decía antes que en esta ocasión se dieron todas las circunstancias posibles en contra, recuerda?
M.J: sí, los efectos secundarios.
m.j: eso en primer lugar (segundas de primera, ya sabe)
M.J: (muy agudo)
m.j: ... pero luego está lo de que yo advierto siempre que no trabajo música contemporánea porque es muy resbaladiza y usted sabe que yo esto de la educación me lo tomo muy en serio y no tener las cosas bien sujetas en las manos... El caso es que le dije eso y ¿sabe lo que me contestó?
M.J: ... pues que precisamente de eso se trataba, de música contemporánea.
m.j: peor; que eran unos preludios de Ramón Barce y eso ya no es música contemporánea, el concepto de música contemporánea es un poco antiguo. Lo de Barce entra dentro de la categoría de lo marciano. Así que le fui sincero.
M.J: ... pero sin embargo le dijo que sí. No lo entiendo.
m.j: es que me ponen los retos, ya lo sabe.
M.J: a ver si me aclaro. Usted dio ayer una clase bajo los efectos secundarios...
m.j: ...bajo los efectos secundarios de los efectos secundarios...
M.J: ...sobre una obra y un estilo del que no tiene ni idea. Y luego dice que se toma muy en serio el asunto educativo.
m.j: y así es, no lo dude. Si me permite la inmodestia, la persona en cuestión se fue muy contenta. De hecho, quiere volver el lunes.
M.J: ¿Cómo se las arregló?
m.j: pues comentando en voz alta lo que veía, descubriendo la obra al mismo tiempo que la explicaba. Fue una clase muy provechosa para mí, ¿no es paradójico, ahora que lo pienso?
M.J: la verdad es que sí.
m.j: la anécdota de la clase fue cuando sacó un grabador de esos modernos para grabar las explicaciones; debió cansarse de apuntar aunque lo que dijo fue que lo hacía para no perder detalles. Ya conoce usted mi inclinación a irme por las ramas.
M.J: ¿y qué dijo usted a lo de grabar la clase?
m.j: qué iba a decir... la verdad es que me despistaba bastante hablar y ver esa lucecita roja que parpadeaba sospechosamente en compás de dos por cuatro. Y luego también me despistaba una pregunta que me venía a la cabeza una y otra vez: "¿eso va con cinta o sin cinta?" Porque era tan pequeño... Parecía un reproductor mp3.
M.J: como el que lleva usted y del que últimamente no se separa, por cierto.
m.j: Ya veo que no me quita ojo... pero lo que usted no sabe es lo del misterio.
M.J: ¿Misterio? ¿Qué misterio?.
m.j: pues que desde hace unos días voy paseando con el iPod en el bolsillo y cuando le llega el turno a la canción "Can you hear me?" va y se la salta. ¿No es el colmo que pase eso precisamente en una canción que se titula así, "Can you hear me"? El cacharro se la salta y yo digo "Pues no, I can´t" Y es un fastidio porque hay que buscarla y ponerla a mano...
M.J: eso no lo sabía...
m.j: claro, porque lo de los auriculares no se oye por fuera.
M.J: ¿eso quiere decir que yo no estoy dentro?
m.j: esa es una de las cosas que quiero descubrir con la entrevista que me gustaría hacerle un día.
M.J: me deja perplejo...
m.j: creo que terminaré convenciéndole.
M.J: ¿sabe? creo que debería venir más a menudo porque se me acumulan los temas y luego cuando vengo pues no sé por dónde empezar y...
m.j: pues venga cuando quiera y así le conocerán los nuevos lectores. En el blog está ocurriendo algo parecido a las elecciones, sabe? hay renovación, se está yendo gente y está viniendo otra.
M.J: ¿y eso cómo se explica?.
m.j: será por desgaste, no lo sé. Es la estadística la que lo dice. Hay hasta silenciosos veteranos que han desaparecido y han cedido el puesto a silenciosos nuevos. Supongo que esto va por legislaturas, valga la expresión ya que estamos de jornada de reflexión.
M.J: de acuerdo, prometo volver más a menudo. Oiga, esto de hacer un cameo en un capítulo da un calor...
NARRADOR: Es verdad, qué calor.
m.j: son los focos, no se preocupen que ya acabamos.
M.J: ¿algo que añadir?
m.j: no, gracias, envuélvamelo así.


Abrazo





Aquí pasa como en el cumpleaños de Peter, que las fotos son repetidas. La diferencia es que en el caso de Peter, pongo la misma foto porque todos los cumpleaños son iguales ya que el tiempo no pasa para él pero en el caso de Raquel es mejor tirar de archivo porque el tiempo pasa para ella y con notable celeridad, por cierto. Es broma, mujer. (Bueno, sólo un poco de broma). Sin embargo, mírame a mí, sigo teniendo el cogote igual con la excepción de que ya no lo circunda esa cosa tan incómoda que hacía posible que el micrófono modelo astronauta se pusiera a escasos centímetros de la boca, que mira que era incómodo de llevar el cacharro ese. Todo esto viene a que, aunque estás al otro lado de la calle y veo por la ventana la colada tendida al viento, seguro que como es sábado te has ido por ahí de excursión y no te puedo dar un abrazo de verdad. Por si acaso te dejo el virtual. No es lo mismo pero la intención es lo que cuenta. Dice Wanda que seguro que te vas para no tener que invitar pero no se lo tengas en cuenta, ya sabes cómo es. Así que un año más (como dirían los Mecano) y con tooodo lo que ha cabido en él, te felicito por tu cumple... y me felicito por tenerte ahí.

¡Feliz cumpleaños, Raquel!


25 mayo 2007

Elecciones (III)

Promesas.
Todo el santo día la megafonía de los coches electorales pregonando promesas o diciendo que hoy a las ocho y media viene fulanito a dar un mitin. Me dicen que en este serial prima más la estética que la ética. También me dicen que ven en ello una coña a posta. Hombre, pues claro a lo primero y claro a lo segundo, o sea, claro dos veces. Cuando la ética escasea hay que aferrarse a la estética; además, un serial tiene que dar buena imagen y, por otra parte, ya sabemos de mi inclinación hacia los detalles nimios. Por ejemplo: lo del santo día con la megafonía de los coches. Yo no sé si la gente escuchará realmente lo que pregonan o si lo oirán como un rumor que pasa fugazmente. Pero la cuestión es: ¿realmente no había otras voces? ¿Es posible que el aparato publicitario de los partidos no haya dado con una voz que sepa vocalizar, entonar, qué se yo, cualquier cosa que no parezca una locución digna de alguien que ha sacado un Máster en Comunicación en el Instituto Móngol?

De todas formas, la estética (siempre importante) no anula por completo a la ética (que es todavía más importante aunque muchos políticos no se enteren). Yo sí escucho lo que dicen. Hasta reflexiono sobre ello, fíjate. Ahora, por ejemplo, hace nada, cinco minutos o así, ha pasado uno de esos coches/voz prometiendo acortar las listas de espera en la sanidad, agilizar los trámites administrativos mediante el uso de Internet y hasta ha dicho (lo he apuntado literalmente porque ya digo que acaba de pasar) que "ha llegado la hora de invertir en el capital humano". Pues muy bien. Lo que pasa es que quien lo dice es el partido que lleva la friolera de doce años en el ayuntamiento y entonces oir lo de las listas de espera y sobre todo lo de que ha llegado la hora de lo que sea suena como obsceno. Hace falta valor: ha llegado la hora. No te jode, después de doce años...

En esta serie de capítulos, el productor ejecutivo cuida mucho el ser ecuánime. Eso quiere decir que hay reparto para ambos lados, el derecho y el izquierdo. Los señores de la derecha son los que llevan doce años y ahora nos salen con éstas; pero los señores de la izquierda, todo sea dicho, han cometido (en mi modesta opinión) un error logístico justo justo en la culminación de una campaña que surgió como algo original: proponer a los ciudadanos que señalaran en el mapa de la ciudad que figuraba en una página web los puntos negros que veían en la misma (en la ciudad, no en la página web). El mapa está lleno de cardenales, o de lunares; yo no puse ninguno porque hubiera puesto uno de un diametro tal que ocuparía la ciudad entera y entonces habría eclipsado la posibilidad de poner otros puntos más chiquititos porque el negro sobre el negro pues no se nota. Hay colores que los pones sobre otros y se convierten en otro distinto y eso es muy curioso.

A lo que voy.

Pues la cosa enganchó a la ciudadanía y vino acompañada de unos clips de vídeo donde los propios ciudadanos se animaban a escenificar y denunciar esos puntos negros, que si el asunto del tráfico, que si el pavimento defectuoso de las calles... Y los clips de vídeo terminaban con la cara del ciudadano en cuestión llena de puntitos negros, como si le hubiera salido un sarpullido o la varicela pero de pegatina. El problema de esa serie ha sido el capítulo final (ay, los desenlaces, qué peligro tienen) porque lo que sale en el capítulo final son todos esos ciudadanos con la varicela de pegatina por la cara acudiendo al consultorio del candidato y éste extiende lo que parecen ser recetas de médico y, oye, el sarpullido de los ciudadanos desaparece. Y no sé, desprende un tufillo en plan rollo mesiánico que resulta demasiado previsible (e inverosímil). No sé cómo lo verá la audiencia. El share lo reflejará.

Confiemos en que si el señor de la izquierda releva al señor de la derecha no tarde otros doce años en decirnos por megafonía que ha llegado la hora de hacer algo por nosotros. Amén.


24 mayo 2007

Capricho

Al final de su segunda Partita para clave, Bach sustituye la habitual Giga por un original movimiento al que bautiza, significativamente, con el nombre de "Capricho". Si la Giga es una danza que toma prestados de la Fuga algunos de sus elementos, este Capricho es en realidad una Fuga que toma prestado de la Giga su estructura binaria. La primera parte consiste en la exposición a tres voces y posterior elaboración del siguiente sujeto:



Y la segunda parte hace lo mismo con la inversión del tema anterior:



El análisis del tema principal aporta una considerable e interesante cantidad de información sobre el estilo compositivo de Bach y, en particular, sobre el carácter de esta pieza. El sujeto está compuesto por tres motivos que Bach se ha preocupado en diferenciar:



Es costumbre en Bach diseñar materiales que sean contrastantes entre sí y, al mismo tiempo, complementarios. Lo que tienen en común los tres motivos que acabamos de señalar es la fuerza motriz que imprimen al movimiento: son el impulso resultante del salto inicial (motivo 1), la rápida sucesión de semicorcheas en escala (motivo 2) y el insólito grupo de intervalos de ¡décima!, de carácter lúdico y responsables, a buen seguro, de la denominación de la pieza como "Capricho" (motivo 3) quienes se van a encargar de ello en el desarrollo posterior de la obra. Y es que Bach es maestro también en el dominio del ritmo en toda su extensión; de hecho, podríamos atrevernos a hablar de la existencia de una estructura rítmica e incluso de una armonía y de un contrapunto rítmicos paralelos a la estructura formal y a la armonía y al contrapunto tonal.

Veamos ahora lo que los separa y comprobaremos que, efectivamente, en Bach el contraste tiende a nacer de una complementariedad que subyace tras el discurso sonoro. No nos asustemos: ya hemos dicho muchas veces en este blog que en Bach las cosas son transparentes puesto que lo que anota en la partitura es el fruto de un proceso de reflexión que ha ido despojando a las ideas de lo accesorio hasta dar con lo esencial. Por ejemplo: echemos un vistazo de nuevo a los motivos que componen el tema principal y preguntémonos ¿hay algo en común entre los motivos 1 y 2?



Es probable que nuestra repuesta fuera un "no" rotundo si no fuera porque la advertencia contenida en el párrafo precedente quizá nos lleve a añadir el adverbio "aparentemente". Hacemos bien. Porque, a pesar de que su diseño y su papel en la obra es muy distinto, cada uno de ellos es el contrario del otro. Eso quiere decir que se han vestido delante del espejo mirando de reojo a su compañero para saber qué debían hacer para distanciarse de él. Comprobémoslo: ¿qué es lo contrario de un salto pronunciado de tan sólo dos notas y en sentido ascendente (motivo1)? Pues la ausencia de saltos en una serie de varias notas en sentido descendente (motivo 2). ¿Y qué hacemos con el motivo 3? El motivo 3 ha nacido para llamar la atención, provocar un poco y, sobre todo, para jugar. Que juegue.

Es interesante escuchar y familiarizarse al menos con la primera parte de este "Capricho" antes de anotar algunos ejemplos de cómo se ramifican y desarrollan a lo largo de la obra los motivos constitutivos del tema principal. Mientras tanto voy a por un vaso de Coca Cola.

Bach: "Capricho" BWV 826 (fragmento) Click para escuchar. Mp3, 600 K.

(qué bien sienta la Coca Cola bien fría cuando hace calor, por Dios!)

Como es habitual en toda Fuga que se precie de considerarse digna de tal nombre, todo lo que acontece brota de esa semilla que es el tema principal. Dicho de otra manera: hay vida más allá de la reiterada exposición del tema principal en las diversas voces que forman la textura de la composición. Existe la elaboración individual de los motivos que componen el tema y que dan lugar a nuevos paisajes tonales. Estos fragmentos suelen actuar de puente o eslabón entre los momentos cumbre de la obra. El primer ejemplo se lo vamos a conceder al "motivo caprichoso" (motivo 3), ya que se esfuerza en dar esos saltos tan grandes para que se le vea bien. Transportado al bajo funciona como eficaz acompañante de una progresión armónica:


Click para escuchar. Mp3, 75 K.

Lo dicho, un motivo nacido para jugar. Pero hay otros motivos con un sentido de la responsabilidad más acusado, conscientes de su función de arquitectos del edificio tonal. Es el caso, por ejemplo, del motivo 1. Como siempre, Bach es muy claro y, desde el mismo comienzo, nos advierte de la importancia del papel que va a desempeñar este minúsculo motivo al confeccionar el acompañamiento del tema principal a base de "ecos" del mismo:


Click para escuchar. Mp3, 55 K.

Una vez puestos sobre la pista, Bach procede a elaborar las líneas contrapuntísticas atreviéndose incluso con los bordados más intrincados. Abundan las entradas falsas (aquellas en las que parece que va a sonar por enésima vez el tema pero lo que realmente suena es únicamente el comienzo) y la concentración de las mismas se multiplica en los momentos cumbres de la composición (como por ejemplo, en el climax final) elevando a la elaboración motívica a la categoría del protagonismo dramático:



(los ejemplos con colores señalan aquellos motivos que se forman entre voces distintas. El oído percibe el salto interválico como si perteneciera a una misma línea melódica. El contrapunto, como la magía, también se vale de las ilusiones)

En otras ocasiones, el motivo puede estar más escondido, camuflado en un entorno distinto al acostumbrado. No importa. Bach se encarga de resaltarlo como ocurre en el río de semicorcheas del siguiente ejemplo. Las notas que "salpican" son las constitutivas de este motivo 1 del que estamos siguiendo el rastro. Es interesante observar que por mucho que cambie la textura o el entorno, la esencia rítmica del motivo se mantiene: en esta ocasión, la parte fuerte del pulso recae siempre en la segunda nota:



Finalmente, señalar otra característica típicamente Bachiana: el aprovechamiento del espacio sonoro. Un nuevo vistazo al bajo del ejemplo anterior nos revela que disponemos de una extensa zona en la que desplegar una y otra vez, del derecho y del revés, el motivo que traemos entre manos:



Y aquí tenemos la audición íntegra de este genial "Capricho" bachiano:

Click para escuchar. Mp3, 1,2 MB.


23 mayo 2007

Elecciones (II)

Estilismo.

Este capítulo trata sobre los carteles que invaden las calles con los rostros de los candidatos. Es como una pesadilla, oye; das la vuelta a la esquina y de repente te aparece un tipo repetido 48 veces a lo largo de una tapia y da como impresión. Antes de unas elecciones, los políticos posan en los carteles para mostrar a los ciudadanos que tienen cara; después de las elecciones, muchos de ellos la siguen teniendo pero de otro tipo. En fin. Este capítulo trata también de los estilistas, responsables de velar por la imagen del candidato.

El candidato regional de la izquierda posa frente a la cámara y gira la cabeza ligeramente hacia la izquierda (por motivos obvios). El candidato local de la derecha posa frente a otra cámara pero esta vez es la propia cámara la que hace un giro, casualmente también hacia la izquierda, quizá ante la negativa del candidato de la derecha a hacer concesiones al reverso de la fuerza en cualquiera de sus manifestaciones. El resultado demuestra el poder que puede llegar a tener un simple efecto de angulación lo que pasa es que aquí los estilistas se han hecho un lío y el candidato de la derecha parece casi casi hasta progresista y el candidato de la izquierda parece un rancio pero que no veas.

De todas formas, no todo van a ser varapalos para los estilistas: esa inclinación hacia la izquierda de la cámara, por ejemplo, consigue restar por lo menos dos gramos de insustancialidad al candidato local de la derecha y hasta lo refresca un poco (un poco). Increíble pero es así. Todo lo contrario a lo que sucede con el candidato regional de la izquierda, lamentable ejemplo para las futuras generaciones de diseñadores de lo que no se debe hacer: porque ese plano en plan fotomatón, cortado a una altura de ficha policial, con ese fondo blanco, ese pelo a lo San Antonio y esa americana que si no es marrón mustio lo parece te hace tener la sensación de que estás mirando un cartel de 1978 lo menos, o un capítulo de "Cuéntame" o algo en plan rollo "Atilano, presidente". Pura estética de cuando la UCD. De verdad. Igual igual.

Y luego hay un tercer cartel que canta tanto que es lugar común en las conversaciones de estos días. En realidad eso tiene su parte buena para el interesado porque vas por la calle con alguien y al pasar por una pared interrumpen la charla y te dicen: oye, pero has visto ésto?? y te detienes, claro. Pues eso le pasa a mucha gente. Y eso es lo que busca un cartel: ser mirado (admirado ya no sé) y dar que hablar. Éste da que hablar pero en raro. Me refiero al de la candidata más veterana, infatigable ella, media vida (en sentido literal y matemáticamente exacto) dedicada a la política. Uno podrá estar más o menos de acuerdo con sus ideales pero lo que creo que nadie discutirá es que es de las pocas veteranas, quizá la única, que predica con el ejemplo (lo que hagan los nuevos de momento no se sabe). Coherencia es la palabra. Lo que pasa es que el estilista le ha hecho un cartel del todo incoherente. Porque que a una tía muy en plan conciencia social cuya forma de vida se caracteriza por la austeridad se la meta en adobe (pero Adobe de Photoshop) y se le pongan unos morros de un rojo en Technicolor y capas de retoques y maquillaje con la brocha del programita pues como que no. Porque entonces la conviertes en una señorona de la que no se pueden esperar otros gestos de solidaridad hacia los demás que del tipo encadenarse a un árbol como la baronesa de los cuadros. Eso es lo que parece cuando miras el cartel. Y no.

Así que la sensación que transmite la publicidad en estas elecciones locales es que los guiones están cambiados, como si los estilistas hubieran confundido las ideas del estilizado. Si te descuidas, igual es que los estilistas de los respectivos candidatos eran del bando contrario y estamos ante una estrategia política de ataque de trastienda. A saber pero, desde luego, se han (des)lucido todos.


Detonante

A veces es peor el remedio que la enfermedad. Me acordaba esta mañana de ese dicho popular porque no deja de ser un poco kafkiano que un enfermo reumático termine en la sala de espera de la unidad de psiquiatría de un hospital por cortesía de los efectos secundarios de su medicación. Y no menos kafkiano ha sido el largo y proceloso camino recorrido hasta llegar aquí para explicar finalmente la causa de estos vaivenes del ánimo cual montaña rusa, estos lapsus o este temblor súbito del brazo izquierdo: un sinfín de complicadas y costosas pruebas físicas en varios hospitales (todas con resultado negativo) para, finalmente, ocurrírsele a alguien lo que quizá debía haber sido lo primero: mirar el prospecto. No digo el prospecto de la caja, que ese siempre viene resumido, lo justo para asustar un poco y ya; me refiero al prospecto que manejan los médicos, que es más largo y da más morbo. Y va y resulta que ahí lo advertía: que producía cortocircuitos en la azotea (también decía que daba cáncer de ovarios pero en mi caso lo veo difícil). Total: que al psiquiatra.

Y el psiquiatra (todo un descubrimiento, por cierto) ha concluído con una certeza absoluta que tengo una base genética que me predispone a la ciclotimia y que, por aquello de los misterios de la química, una dosis de mi medicación produce el efecto detonante de una crisis, y la suma de las dosis acumuladas un efecto amplificador de las mismas, de manera que las primeras debieron ser en monoaural (y casi no se oían), de ahí pasaron a Dolby Digital y ya últimamente íbamos por el THX y, claro, con ese volumen así no hay quien pare.

Si es que ya se lo decía yo a la psicóloga y ella que no, y yo que sí, y ella que no y así bastante rato. Pero el psiquiatra ha dicho que es de libro, vamos. Y que hay un pequeño dilema, porque dada la clara relación causa-efecto de la medicación como detonante de cada viaje emocional (que no emocionante) en la montaña rusa lo que habria que hacer es retirar la administración de la misma y ya está. Pero no se puede, porque esa medicación es imprescindible para mi enfermedad. Así que la situación es algo así como tener en la pared una filtración de agua del vecino y pintar la pared de blanco en lugar de llamar al fontanero: el agua seguirá filtrándose y habrá que volver a pintar. Para variar, aprovechando que el hombre se quedaba un poco pensativo, ha sido inevitable sacar una de mis frases habituales: ¿es grave? Y él ha contestado que grave es lo que estoy sufriendo y casi me he dado hasta un poco de pena a mí mismo de momento pero luego ya no. Luego me ha dado por pensar en la paciencia que están teniendo los que me rodean y he sentido un nosequé que no sé pero que yo ya me entiendo.

Al final, el psiquiatra ha adoptado una decisión salomónica: tratar los efectos sin retirar la causa. Es decir, tener en casa al fontanero (dosificando la dosis del elixir 2.0 en lo posible) y al pintor (añadir una medicación complementaria para atenuar las crisis ciclotímicas). Y esperar a ver qué pasa. Y que (más) paciencia.

Si es que uno no puede ni ponerse malo tranquilo, coño.


22 mayo 2007

Post-It

n29 / 039
(es que no tengo ahora otro papel a mano)


21 mayo 2007

Elecciones (I)

O erecciones. Porque como lo que mueve a los candidatos al asunto es subir para arriba no está de más el nombre y de paso rendimos homenaje al inolvidable gag del concurso de "Erecciones Generales" que sale en esa peli de cuando Almodóvar era gamberro. Pues sí, a una semana de los comicios municipales iniciamos una serie de entregas (la cosa es hacer series, me sale el punto "de mayor quiero ser productor ejecutivo de una serie de tv", no lo puedo evitar) pero, eso sí, bajo la óptica "La Idea del Norte", es decir, que será un seguimiento, un mirar y un decir un poco particular. Y es que si hay un campo sembrado de surrealismos y disparates de esos que a este blog le encanta cosechar ese es el del mundo de las elecciones, los partidos, los candidatos y hasta el de los medios. Luego está ponerle el pie de foto a cada instantánea que recojamos a tono con el paisaje. En definitiva, que el ánimo que mueve a este serial que hoy iniciamos se resume en una palabra que a mí, como a mi amiga Ana Mari, me pierde: morbo. El morbo por lo cutre, lo esperpéntico, ese espíritu celtibérico que tan bien supo registrar el añorado Luis Carandell.

El episodio piloto se titula:

Test

Hay un periódico regional muy rancio. Rancio por edad y rancio por contenido. Es el periódico que utiliza mi abuela los domingos para leer las esquelas. Eso al menos lo salva. A mí lo que ponga el periódico me da lo mismo pero lo que no le perdono es esa maquetación tan fea. Un horror. Yo es que me fijo mucho en las superficialidades cuando no hay mucho que rascar. Bueno, y cuando hay también. Pero he aquí que ayer me encontré con una joya celtibérica . Resulta que un redactor ha tenido la genial idea de comprobar los méritos y la valía de los candidatos a la alcaldía de la ciudad sometiéndoles a un riguroso test: "El Test del Candidato". Lo alucinante de la idea, que nace con vocación de servicio público, es que no se pregunta sobre el conocimiento del alumno en materia de carencias, problemas y/o necesidades de la ciudad. Las preguntas son del tipo: "¿Qué significan las siglas de la Peña La Teba?" y cosas así. Si no las sabes, mal. La cosa te deja muerto (como los de las esquelas) y enseguida comprendes que estás ante una erupción (eyaculación más bien, que estamos de erecciones) de ese "orgullo local" que a mí me da mucha pereza pero que aquí se estila mucho, tanto como para haber dado lugar a una expresión redundante: tú ven por aquí si no y pregunta, ¿eres de Tudela? y es muy probable que te contesten, "sí, de TODA LA VIDA", así, dicho con mayúsculas, como con orgullo de raza.

El caso es que leí el test y me pregunté qué ocurriría si me lo hicieran a mí. ¿Aprobaría? ¿Valdría para alcalde? Es evidente que es una pregunta retórica porque el asunto de la maquinaria interna de la política me espanta en cualquiera de sus manifestaciones y jerarquías pero pensé que qué mejor forma de iniciar este serial que ponerme en la piel de los protagonistas. Hay que ser profesional. A ver si me concentro y que sea lo que Dios quiera. Vamos allá.

Preguntas.
1. ¿Cómo están declarados los actos del Ángel y el Volatín?
Inocentes, espero.

2. ¿En qué zona de la ciudad está la calle Fuente Lanterna?
¿de verdad hay una calle que se llama así? ¿no había otro nombre o qué?

3. ¿Cómo se conoce popularmente la rotonda Merindad de Estella?
Pues popularmente no sé, pero Peter llama a esa rotonda "la rotunda" porque es un mamotreto que no veas (de hecho, por no ver algún conductor ya se ha dejado los sesos allí, creo)

4. ¿Quién escribió la letra del himno del Tudelano?
¿Es que tiene himno?? (Dios mío)

5. ¿Quién fue el último tudelano ausente en julio de 2006?
Esta pregunta me gusta porque tiene un punto kafkiano. Probablemente fui yo, que en julio me fui a la playa.

6. ¿En qué siglo se terminó la construcción de la catedral?
Hace miles.

7. ¿Cuál es el nombre del monte donde se halla el Corazón de Jesús?
¿Está usted seguro que eso es un monte? Pues si es un monte se llamará Monte del Corazón de Jesús, no?

8. ¿Qué significan las siglas de la peña La Teba?
Ahora me entero que "La Teba" son unas siglas, fíjate, pensaba que era un mote (que no monte, como el de antes). ¿Las siglas se terminaron de construir a la vez que la Catedral?

9. ¿Quién fue el primer alcalde democrático?
¿Ha habido acaso alguno realmente democrático?

10. Antiguamente, ¿qué había en el centro de la Plaza de los Fueros?
Uf, pues no lo sé, es que no había nacido aún.

Según la plantilla de respuestas tengo que repetir curso si quiero ser alcalde. Es un alivio saberlo.


20 mayo 2007

Album

Kantika y Mariano Jimenez"Muy buenas tardes y nuestra más cordial bienvenida a todos: al público que nos acompaña, a Basilio Astúlez y a su coro de chavales.

Esta tarde siento una satisfacción especial al dirigirles estas breves palabras porque fue un empeño personal intentar traer hasta aquí al coro de Basilio Astúlez después de tener la oportunidad de ver una breve actuación suya en la pantalla del televisor las pasadas navidades. Lo que vieron mis ojos en aquella ocasión fue una formación singular, con un atuendo, un repertorio y una manera de escenificar ese repertorio nada convencional y con una calidad y una calidez vocal extraordinaria. Pero sobre todas estas cosas había alma, duende. La música puede ser un milagro que pone en comunicación algo que sale del corazón y que de manera invisible pero poderosa llega a otros corazones. Y conforta.

Cuando ví a estos chavales en un dvd y todavía estaba bajos los efectos de la primera impresión escribí un breve artículo que empezaba diciendo: “Yo lo veía todo negro hasta que Basilio Astúlez irrumpió con su coro de colores en la pantalla y, desde entonces, me reservo el último rato del día para disfrutar con ellos”. Y es cierto. Todavía lo hago, a diario. Ellos no lo saben pero reconozco cada uno de sus rostros aunque no conozca sus nombres; me hacen partícipe de su regalo a diario. Me pongo delante de la pantalla, a oscuras, en ese momento en el que te relajas tras el ajetreo del día y me dejo llevar por las piezas que interpretan y de las que ya conozco de memoria todos sus detalles: las evoluciones de las melodías, los hermosos contrapuntos que juguetean con ellas, el movimiento de los cuerpos, el solo de piano prodigioso que brota de las manos de Itziar Bilbao en un momento determinado, la alegría de las palmas, las sonrisas de satisfacción de los rostros... Y vuelta a empezar desde el principio para disfrutar de las piezas, por enésima vez.

No les extrañará entonces que en estos breves minutos que comparto escenario con ellos me sienta como en aquella película de Woody Allen en la que la protagonista va todos los días al cine a ver la misma película hasta que un día atraviesa la pantalla y entra dentro de ella. Así es como me siento.

(risas del público)

En fin; conseguir el compromiso y la entrega a la exigente disciplina del trabajo por parte de un grupo de chicos y chicas en edad adolescente no es cosa fácil y ese es uno de los méritos de Basilio Astúlez. Y ha sabido aprovechar la feliz ocasión para extraer, canalizar y modelar sabiamente el enorme potencial de energía juvenil que atesoran estos chavales. Desde luego, para conseguir todo esto que vamos a presenciar se requiere algo más que talento, trabajo y voluntad: se requiere afecto y confianza. Y alegría. Hay en estos chavales afecto hacia Astúlez, y emana de ellos la confianza y la soltura de quien disfruta con lo que hace y se entrega e integra felizmente en el conjunto. Y todo eso trasciende el escenario poderosamente y lleva el colorido al corazón del oyente que a duras penas puede resistirse a sumarse a esa exhibición de gozo. Porque la principal lección que nos dan los chicos y chicas de Astúlez es, fundamentalmente, esa: recordarnos que la música es, ante todo y sobre todo, gozo. Puro, maravilloso y reconfortante gozo.

Termino ya. A Basilio y a sus chavales, muchas gracias por estar con nosotros; gracias por lo que habéis cantado antes en otros lugares y gracias por lo que llevaréis en el futuro al corazón de las personas que tengan la fortuna de encontraros en el camino. Es un verdadero placer dar paso a una experiencia que, les aseguro, no les va a dejar indiferentes. A todos, muchas gracias."

(Transcripción de la presentación de la actuación de Kantika Korala en el Teatro "Benjamín de Tudela", hoy hace un año. Me resultó simpático el hecho de que, una vez terminado el concierto, los dos folios habían desaparecido del atril. La grabación y la copia del disco duro han permitido recuperar ese momento)


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18 mayo 2007

Moto

Estaba detenido en un paso de cebra sin semáforo y han tenido que pasar dos coches y una furgoneta hasta que alguien tuviera a bien parar. Era una moto. Al ir a cruzar he hecho ese gesto que tendemos a hacer en estos casos y que es un gesto fugaz, híbrido entre el saludo y el agradecimiento y he aquí que entonces me he dado cuenta de que quien conducía la moto era el joven Malvás.

Dice mi amigo Pepe, el escritor, que lo del joven Malvás es borgesiano porque eso de que un personaje salga de un relato para que te lo encuentres y te invite a meterlo en otro es decididamente borgesiano. Esta frase ya la puse un día por ahí pero es que me ha venido a la cabeza porque el de hoy ha sido un encuentro distinto al de los demás, en el sentido de que ha aportado dos elementos novedosos. Por ejemplo: es la primera vez, después de tantos capítulos, que nos hemos mirado a los ojos; nada, un segundo, dos a lo sumo, pero qué duda cabe que el hecho es muy curioso. Porque para mirar al personaje de una historia a los ojos el autor no tiene más que escribirlo en el folio o en la pantalla del monitor y ya está. Pero ésto de cruzar las miradas ha sido distinto. Por cierto que esta expresión, "cruzar las miradas", siempre me ha parecido una expresión un poco bizca y me cuesta enfocarla; por eso la utilizo poco y suelo cambiar de lentes verbales. Hoy no porque no sé dónde he puesto las lentes. Da igual. Estábamos en que el encuentro de hoy ha traído dos novedades y ya he dicho una. La segunda ha sido que en la expresión del joven Malvás se ha dibujado, por un instante, la indecisión de quien siente el impulso de saludar a alguien conocido y, al mismo tiempo, se abstiene de hacerlo porque no sabe muy bien quién tiene delante aunque le suene de algo. Lo que no sabe el joven Malvás es que tiene razón en ambas cosas: le soy conocido y no. Y viceversa. Eso también es borgesiano. Yo he cruzado la calle y, a mis espaldas, el sonido de la moto se ha deslizado hacia la derecha.

Al joven Malvás también le gusta el azul.


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17 mayo 2007

Alfombras

La abuela tropezó y se cayó al suelo y todo por no pisar la alfombra.

Estaba cosiendo en la galería, al sol de la tarde, rodeada de sus macetas y con la virgen de no sé cuántos ahí al fondo y se levantó para ir a la cocina. Pero al pasar por el cuarto de la tele, esa tele que sólo ve las noticias y al hombre del tiempo, la abuela no quiso pisar la alfombra, dice que para no manchar, y pasó por el estrechísimo pasillo que hay entre el borde de la alfombra y uno de esos muebles de madera robusta que sólo tienen cabida en casa de las abuelas y que lo acaparan todo, de punta a punta de la pared, quedándose para ellos la tele, y las fotos, y las figuras, y los libros, y las copas, y los cajones de la parte izquierda, y los cajones de la parte derecha. Y pasó la abuela por el espacio estrecho poniendo un pie delante del otro como si estuviera pasando por la cuerda floja y fuera funambulista, y todo por la manía de no pisar la alfombra. Pero cuando se tienen noventaitantos años no se pueden hacer muchos funambulismos, mira si no, ves, se pierde el equilibrio y golpe aquí, en la sien, que a ver si se nos desabuela la abuela.

La abuela se cayó y se le puso un ojo que, a su lado, Rocky Balboa tras un combate de boxeo parece la Barbie Princesa. Y todos dijeron: vaya golpe. Y ella dijo: qué mala pata. Y yo pregunté por teléfono: habla? Pero ya había dicho ella lo de qué mala pata así que hablaba, sí. Raudos vinieron el médico y la enfermera y el uno dijo vaya golpe y la otra dijo vaya golpe. A esas alturas estaba claro que el golpe era de vaya golpe. Y el médico le preguntaba que cómo se llamaba y todo eso por si la cabeza se le había vuelto del revés pero la abuela decía que para qué había ido tanta gente, y que qué frío estaba el hielo que le habían puesto, jo. Y el médico resolvió finalmente que estaba bien (pero que vaya golpe) aunque mejor si se la llevaban al hospital (jo, decía la abuela de fondo) por la zona del golpe, y la edad, y por si acaso; en definitiva, que le hicieran una foto de la cabeza por dentro no vaya a ser que.

Y llegó la abuela al hospital y había uno que se había dado otro golpe con la moto y fueron los de las motos a ver qué pasaba. Los de las motos deben ir siempre en plural. Y en la sala de espera de Urgencias estaba la abuela sentada enmedio de unos tipos enormes con trajes de cuero y bigotes estrambóticos y cadenas gordas por el cuello y estando ahí enmedio la abuela parecía más pequeña todavía pero también parecía colega de los de las motos aunque sin casco, ni cueros, ni bigote; cadena sí, mira, eso sí, pero gorda no y de alguna virgen, seguro, quizá la misma virgen que está en la galería con las macetas de flores y las cosas de coser. Varias veces al año la abuela lava las ropas de la virgen y un día fue a su casa una visita y la visita le preguntó qué haces y ella respondió que lavarle las bragas a la virgen. Resulta que la virgen lleva bragas como la Nancy, a saber cómo explicará la mística este detalle de las bragas.

A la abuela le llamaron para hacerle un scanner y el médico miró la imagen. Seguro que en esa imagen del cerebro de la abuela está grabada la frase: pero cuánnntos adelantos, Dios mío, jo! Te lo digo yo que seguro que dice eso la imagen. También dice que todo está en su sitio, eso lo dice el médico que es el que lo tiene que decir, y menos mal que lo dice, pero que vaya golpe, mujer.

A la abuela le hemos quitado las alfombras.


16 mayo 2007

Investigación

Pssst.

(me están investigando)

Que sí. Que el otro día me fui de blogs y entré en uno y al fondo estaban diciendo ésto:



Y yo me quedé en la barra pensativo preguntándome dónde se habrá metido la ele que se ha caído del nombre, no vaya a ser que se pierda y ya verás qué disgusto; y también pensé que habría que despertar a la i y a la ene y que se pongan en pie, que para eso están. La i no tiene ni Idea y la ene ha perdido el Norte.

Desde entonces sigo con sumo interés el curso de la investigación esperando que lleguen a una conclusión y así me entero si realmente soy músico o si ser músico es la excusa que pongo para ser yo. Porque es que no sé, no sé.

(mira a ver Debajo del guindo)


15 mayo 2007

Señal

Marcamos este día con una piedra de colores.


14 mayo 2007

Programa

El último concierto.



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13 mayo 2007

Agatha

A finales de 1926, Agatha Christie desapareció inexplicablemente durante once días. Me he acordado mucho de ese suceso durante estas últimas jornadas porque he hecho algo parecido. Y me venían a la cabeza ráfagas del rostro de Vanessa Redgrave y, sobre todo, de la música de la película de Michael Apted de 1979 en la que da cuenta del asunto como en nebulosa. Eso es lo que recuerdo de "Agatha": el rostro de la Redgrave, una ráfaga de música de una melancolía demoledora y todo envuelto en vapor.

Me he ido, sí, de eso estoy seguro; de lo que no estoy tan seguro es si he terminado de volver. Quizá me haya ido fuera pero lo más probable es que me haya ido dentro. A veces lo necesito, cada vez con más urgencia. Necesito liberarme de compromisos, explicaciones, llamadas, respuestas, atenciones, afectos y desafectos. Necesito poner la palanquita en off. Quien no lo entienda, problema suyo es ("tonto el que no entienda, cuenta una leyenda...") Quien lo entienda, pues vale. Pero no poder liberarme siquiera de las ataduras de mi propio cuerpo hace que a veces tenga que desconectar del todo, supongo que como mecanismo compensatorio. Y por más cosas.

En cada uno de estos ejercicios de escapismo descubro cosas aunque en realidad suelen ser esas cosas las que, acumuladas, me llevan a desaparecer una temporada hasta conseguir hacer la digestión. En cualquier caso, siempre, al regreso, algo ha cambiado por dentro. Por ejemplo, antes daría explicaciones porque esto es un diario personal. Esta vez no. Quizá demasiado largo, o demasiado corto; quizá demasiado complicado, o demasiado simple. Y una frase a modo de post-it para consumo propio, que soy olvidadizo: un blog existe para saber de la vida de uno pero uno no vive para el blog. Yo cada vez me voy alejando un poquito más de casi todo y de casi todos. Pero no lo puedes decir en alto porque no lo entienden y se incomodan y, sin embargo, "alejar" es un verbo elástico y versátil. A veces, tomar distancia es lo más adecuado para estar más cerca. De tí, de mí, de todo y de nada. Y comprender. (Que me comprendan es algo que hace tiempo dejó de preocuparme).


09 mayo 2007

Anotación

Esto es lo que escribí tal día como hoy hace un año:

En la pared de este post me he encontrado, algo borrosa, esta anotación:

"Lo único que sé es que no tiene padre (aunque no me acuerdo cómo lo supe)"

Mejor no la borro, por si acaso es importante.

Todavía se nota en la pared.


Archivo

Esta mañana he llamado a Eresbil porque ando tras una partitura y tienen la web medio caída. Eresbil es el archivo vasco de la música. Lo tienen todo, oye. Me tienen fichado hasta a mí, con eso te lo digo todo. Ellos sabrán. Me ha atendido un señor muy amable; le he dicho de dónde llamaba y me ha preguntado el nombre. Para mi sorpresa ha sugerido que, si no me importaba y aprovechando la llamada, le dijera mi año de nacimiento porque tenían mi ficha incompleta. Se la he dado (exacta y sin mentir, que yo no soy una folklórica) y tras los dos segundos de silencio que ha ocupado el hombre en escribir la fecha ha dicho pausadamente:

-En su ciudad hubo un organista afamado que se apellidaba como usted. Quizá son familia.
-Pues no me suena, la verdad.

Pero el chiste verbal, si es que así puede considerarse, no ha hecho efecto alguno porque el hombre ha añadido:

-Lógico, murió en 1642.

Y yo: coño, qué dominio de la documentación, no?. Bueno, en realidad no he dicho lo de coño porque yo es que siempre relaciono Eresbil con los Capuchinos, no sé, no me acuerdo bien si es que lo llevan ellos o si lo asocio al Padre Donostia, que era capuchino, porque la primera vez que consulté a Eresbil fue buscando una obra suya. Da igual. El caso es que no he dicho lo primero (coño) pero sí lo segundo, lo de la pedazo documentación. Pero el hombre ha seguido dando muestras de erudición sin el menor atisbo de pedantería, como si fuera lo más natural (seguramente para alguien que pasa la vida entre archivos sea lo más natural). Y así he sabido más cosas:

-Sí, fue organista de la catedral...
-Anda!
-... y era muy solicitado; al final terminó marchando a Zaragoza pero... murió.
-¿Murió en Zaragoza?.
-Bueno, en realidad, murió en el camino; debía estar enfermo.
Y yo, para mis adentros: -pues entonces seguro que era de la familia.

Y sí, he decidido que tengo un antepasado organista. Ahora tengo que ponerle nombre porque no me acuerdo del que me ha dicho el señor amable de Eresbil y también tengo que imaginarle una cara. Sí, eso he decidido. Además yo también voy a Zaragoza (aunque a comprar dvd´s y sin morirme en el camino).

Luego por la tarde me he acordado de que una vez estuve en la estrechísima pasarela del órgano de la catedral. Un horror, porque estando allá arriba, suspendido, me entraron todos los vértigos posibles y a la vez: el vértigo a mirar hacia arriba (esa nave central tan alta, por Dios!) y el vértigo a mirar hacia abajo (por qué se mueve ese suelo, por todos los Santos!). Me tuve que agarrar a una barandilla de un dorado polvoriento, rancio y frío que parecía de goma por el mareo hasta que recobré el sentido del equilibrio y entonces me fijé en el minúsculo y rudimentario teclado del órgano y sí, ahora que lo pienso, seguía siendo muy de 1642 pero incorrupto; es decir, que allí estaba pero de aquellas maneras, un poco momificado. ¿Que qué hacía yo en ese lugar tan estrecho e inhóspito sufriendo fobias y demás? Pues intentar convencer a mi amigo Rafael de que no debía tocar en la boda de su sobrina una Zarabanda mía que se había empeñado en tocar.

En mi vida he cometido muchos errores y dos Zarabandas. Una para los alumnos de Raquel que me salió suave y por eso la llamé Zarablanda. Iván dijo: ¿serás capaz de llamarla así? Y yo: toma no! Y así se quedó. La otra fue una Zarabanda tristísima: qué digo tristísima: trágica, tremebunda, un dramón, vamos, y por eso le decía a Rafael que cómo iba a tocar eso para una boda; en todo caso para un funeral. Pero Rafael siguió erre que erre con lo suyo y yo terminé bajando por aquella catacúmbica escalera de caracol donde por poco me descalabro (qué día aquel) y donde descubrí la dura cotidianidad de los maestros de capilla de antaño. A los días me encontré por la calle con familiares de la novia y me dijeron que al sonar la Zarabanda hubo gente a la que se le escaparon las lágrimas y todo. Y yo pensé abochornado: no me extraña.

Pues eso ha pasado por la mañana, de ésto me he acordado por la tarde y ahora, por la noche, estoy pensando que no está mal en el fondo que el documentalista de Eresbil me haya completado la ficha y que tengan allí mi música. Sí, porque quién sabe: igual en el futuro un replicante humanoide llama telepáticamente a Eresbil v8.0 para consultar algo y habla con un replicante capuchino (¿soñarán los replicantes capuchinos con ángeles eléctricos?) y el replicante capuchino le contará que un día, cuando todavía se vivía fuera de los búnkeres subterráneos porque se podía respirar el aire, hubo un tipo que se apellidaba como usted y cuya vida guardamos archivada en este cristalito, mire. Y entonces mi descendiente lo sabrá todo, todo y todo; sabrá hasta lo que todavía no sé ni yo. Qué cosas.


07 mayo 2007

Debutante

Con la voz temblorosa, el aliento entrecortado y reconociendo unos nervios de debutante. A estas alturas. Así ha vuelto a los micrófonos de la radio Carlos Llamas, voz confortable de la hora de la cena. Ha vuelto escapándose del zulo en el que hace nueve meses lo encerró un cáncer y la emoción se le ha anudado en la garganta. "A este hombre le va a dar algo", ha dicho mi madre. Eso parecía, desde luego. Los nervios de Carlos Llamas esta noche han sido de los de quien viene de donde viene, de quien ha visto de cerca lo que ha visto y, sobre todo, de quien siente la necesidad de confesar y lo hace. Porque como bien ha dicho Carlos Llamas, hay otro cáncer muy extendido, un tipo de enfermedad social: la enfermedad culposa. Tiene razón. Toda la razón.

Existen enfermedades culposas, muchas, y es que hay gente a la que le da vergüenza recononocer que está enferma y se comporta como si tuviera que esconder a toda costa un delito inconfesable. Parece como si no tuvieran bastante con lo que el azar les ha deparado como para complicarse más la vida. Y a mí eso me pone malo, valga la redundancia y por duro que suene. Respétalos, me dice muchas veces mi madre cuando surge (frecuentemente) el tema. Pues que me respeten a mí, respondo siempre; porque esa gente que disimula o esconde su enfermedad como algo deshonroso, qué pensará de mí? Yo estoy enfermo como quien es rubio: algo que tienes y que forma parte de tí. Lo que eres. A mí me preguntan y respondo: padezco una enfermedad progresiva degenerativa y, por lo demás, creo que calzo un 40, siempre escucho lo mismo en el iPod y el mejor restaurante chino de la ciudad es el de la madre de Shuyi. Por ejemplo. Pero hay quien sale de la consulta con un diagnóstico en la mano y en la cabeza pone en marcha esa palurda y medieval costumbre de asociar la enfermedad con la deshonra sin alcanzar a comprender que, por muchos esfuerzos que hagas, más pronto o más tarde tu cuerpo te delatará y quizá entonces habrás empleado tantas energías inútilmente que ya no podrás soportarlo.

Yo comprendo la emoción de Carlos Llamas. Porque después ya nada es igual, ni siquiera vivir. Bienvenido.


Recomponer

Parece que me he ido pero desde el viernes no me separo de esta pantalla. Es que estoy haciendo un experimento sociológico, como diría la Milá (Mercedes, no la casa de Gaudí) aunque todavía es pronto para dar detalles. A su tiempo. Luego es que sopla estos días un fuerte viento norte que, personalmente, me parece maravilloso pero es que el médico me dijo que hasta que no termine de adaptarme al elixir 2.0 pues que me cuide. Pero sobre todo ha sido porque empecé a pasar partituras viejas al ordenador y antes de darme cuenta ya las estaba re-componiendo en el sentido más amplio del término (que incluye el musical).

Por cierto que ya le he puesto los cuernos al Sibelius.

(Sí)

Es que fue abrir unos viejos archivos en Finale y me miró como diciendo: ya, ya, desde luego... Y quizá movido por los tocamientos (de teclas) de los últimos días con el Sibelius va y resulta que descubro cosas nuevas en el Finale. Ya ves. Después de siglos! El viernes por la tarde me llamó un amigo mío y me dijo: traidor. Así, de sopetón y remarcando la erre final para darle mayor efecto. Es porque se había enterado del affaire Sibelius-Finale. Luego me dijo que me hablaba desde debajo del piano de cola. Es que yo tengo un amigo que a veces se le fastidia la espalda y entonces se tiene que tumbar en el suelo a lo largo y lo que hace es tumbarse debajo del piano de cola y si se aburre te llama. Un piano de cola es lo que tiene: espacio (debajo).

Por el momento es todo. Más información en próximos posts y en los boletines horarios de la radio. Les dejamos con el resto de la programación.


06 mayo 2007

Phil

-¿Quién se encargará de las municiones?
-Phil Turrentine.
-Murió.
-No jodas! ¿Trabajando?
-Cáncer de piel.
-¿Le enviaste flores a su mujer?
-Me enrollé con ella.

George Clooney y Brad Pitt, "Ocean´s eleven" (2001)


04 mayo 2007

Astenia

Hoy que hace un día de otoño resulta que tengo astenia primaveral.

Creo yo que será eso, vamos. La palabra "astenia" siempre me ha resultado un poco incómoda al oído porque es la típica palabra incompleta, parece que le falta algo. "Astenia" es una palabra que no ha terminado de hacerse mientras que "abstemia" sí, quizá porque se mantiene sobria. Pasa como con la palabra "ciclotímico", que parece echar en falta algo, una mano de acabado, no sé. Varias veces le pregunté a mi psicóloga si pensaba que yo era ciclotímico y las mismas veces me contestó que no, hombre, y yo le decía que sí, mujer, y ella que no, hombre. Y por ser educado y al mismo tiempo salirme un poco con la mía le dije que vale, no soy ciclotímico, pero ciclotímido sí. De toda la vida además. Ella me preguntó qué era eso de ciclotímido y yo le expliqué que tímido a ratos. Porque a mí me pasa que delante de 500 personas puedo hacer una exhibición de desnudez emocional y, si me tiras de la lengua, hasta te reconoceré que me pone, pero luego entro a una tienda y me da apuro hablarle al dependiente o dependienta y me sale una voz tan baja que dicen ¿cómo dice? ¿perdón? ¿cómo?.

Parecerá que me estoy yendo por las ramas y que estas palabras inmaduras, astenia y ciclotímico, no encajan. Pero sí, porque no sé si lo de hoy es por lo primero o lo segundo. El caso es que estas cosas las ves venir y además vienen sin causa aparente: es como si fueras un globo que se empieza a desinflar poquito a poco y un día amaneces como si la fuerza de la gravedad fuera otra y parece que pesas más y te cuesta moverte más y el pensamiento lo tienes más lento y más espeso. Muchos más para dar como resultado menos. Lo gracioso del asunto es que hoy que he amanecido de un vago total he abierto el gmail y en esa barrita superior donde aparecen los anuncios me he encontrado con éste:



Y por un momento me he sentido arropado y todo. Luego he cogido el diccionario de portugués y ha resultado que en Portugal "vagas" es otra cosa, es "plazas". Igual es que en Portugal no hay vagas pero plazas, lo que se dice plazas, hay un huevo de plazas. En fin, astenia. Es lo que hay. Pero igual que viene se va, eso fijo. Por cierto, he encontrado los putos cables que conectan el piano digital con el ordenador, que hacía siglos que andaban perdidos, así que cualquier día de estos escribo con otras teclas. Igual viene bien eso para la astenia. O qué.


Vacío

"Por entonces, ya había descubierto que todo, lo bueno y lo malo, deja un vacío cuando se interrumpe. Pero si se trata de algo malo, el vacío va llenándose por sí solo mientras que el vacío de algo bueno sólo puede llenarse descubriendo algo mejor"

Ernest Hemingway, "París era una fiesta"


Hombre, pues quizá. A mí, desde luego, me sobra una coma.


03 mayo 2007

Diario

Pues me he comprado un Bollycao, qué pasa. Hacía años que no me compraba uno pero he ido a cortarme el pelo a primera hora de la tarde y al pasar por una tienda de esas que mezclan la bollería con las gominolas y los frutos secos me he acordado de la existencia de los Bollycaos y esa va a ser mi merienda en cuanto termine de escribir este post.

Qué más. Ah, sí. Ha pasado la vecina, la señora Mercedes, con el móvil en la mano a ver si por favor le podía decir quién le había llamado porque no sabe cómo funciona. La señora Mercedes noventa años no tendrá pero más de ochenta seguro. A mí me ha dado cosa entrar en un móvil ajeno porque ya sabemos que soy algo voyeur pero lo mío es más sutil, más de entre visillos, no sé si me explico. Entrar a saco en un móvil es otra cosa. Había llamado María. Qué pesada, ha dicho la señora Mercedes así como con rabia y todo, y se ha ido dando las gracias y diciendo por el pasillo qué pesada otro par de veces.

Luego está lo del mail. Me ha escrito un lector desde Buenos Aires y me han sorprendido dos cosas: la primera es que me sigue pareciendo increíble que estas líneas despierten interés en monitores tan remotos (pero yo encantado, que conste). Lo segundo es que el lector me avisa de que en varios cibercafés no dejan entrar a "La Idea del Norte" porque los filtros anticochinadas así lo han decidido. Lo que oyes. Con lo decente que es este sitio!. Yo le he dado las gracias al lector (saludos, Mauricio) pero me he quedado un poco perplejo. Qué le vamos a hacer. Y ahora a por el Bollycao, que me he comprado uno. Hacía años. Y me he cortado el pelo. Hacía meses (dos o así).


02 mayo 2007

Canción XII

Carmen BravoMe he puesto un poco melancólico cuando he abierto el periódico y he visto la necrológica de la pianista Carmen Bravo, viuda de Federico Mompou. Porque sí, no sé. Es como que termina de cerrarse un capítulo insólito de la historia de la música contado a media voz porque lo de Mompou es siempre una voz susurrante y su música un islote aislado en el océano lejos de los continentes de las escuelas y las tendencias y Carmen Bravo era la última superviviente real de ese mundo. Los demás contemplamos ese mundo de lejos cada vez que nos asomamos al pentagrama y ponemos las manos en el teclado y el alma nos dice ay cuando suenan las "Impresiones Íntimas", y las "Canciones y Danzas", y los "Paisajes", y la "Música Callada" y así hasta el final de los secretos de esta música mínima en la apariencia en la que resuenan armónicos de cristal y hasta la penumbra del eco metálico de un tañido lejano de campanas.

Carmen Bravo fue el estímulo vital y creativo de este hombre callado e introvertido, de mirada observadora y fino sentido del humor. De la detallada necrológica me he quedado especialmente con dos detalles: que fue ella quien devolvió a Mompou al mundo de la composición tras una época de crisis creativa (dos obras en diez años) y con la frase que dice "Mompou nunca superó el final de la infancia y jamás supo enfrentarse a la lucha diaria por la vida". Después me he sentado al piano a tocar la Canción XII, que es a un tiempo un poema hondo, una nana, un dolor y un caleidoscopio de nosequés que dibujan la silueta sonora de un silencio reconfortante.

F. Mompou: "Canción XII" (fragmento) Click para escuchar. Mp3, 820 K.


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01 mayo 2007

Puente

¿Puente? Yo no hago puente. Ya lo haré otro día. Lo bueno de ir por libre es eso, que puedes cruzar el puente cuando te da la gana. Ahora estoy rendido ante el último invento de la civilización: el Sibelius. Una vez el Sibelius fue un compositor, ahora es un programa de notación musical. Tantos años fiel al Finale haciendo oídos sordos a los comentarios in crescendo acerca de las bondades del Sibelius para que un movimiento casual de ratón de Raquel en su ordenador la otra tarde me hiciera sentirme hombre de las cavernas. Como lo oyes. Para que nos entendamos: es como estar con el Paint firmemente convencido de que no hay vida más allá y que es la hostia (con perdón) y que de repente te pongan en los morros el Photoshop y se te pone cara de bobo y es como si vieras el monolito de Kubrick y te dan ganas de decir lo de: "Oh, Dios mío, está lleno de estrellas", mítica frase de "2001" que yo siempre he querido decir con la entonación justa porque me pone los pelos de punta. Bueno, pues ya la he dicho pero por escrito, el tono lo imaginas y ya está. Dónde estaba. Ah, sí, aquí:



Ahora esta imagen gobierna el monitor cual monolito de Kubrick. Ha sido descubrir el potencial del Sibelius (con varios siglos de retraso) y poner punto final al Finale (valga el juego de palabras) y, además, sin ningún sentimentalismo. Porque contemplar esa absoluta y fascinadora elasticidad en el uso del Sibelius y pensar en las horas y horas de atención que el Finale exigía (hay amores muy absorbentes) te libera, las cosas como son. La única pega es que ahora hay que cambiar de hábitos y aprender a convivir con tu nueva pareja. Cuesta un poco pero tengo una seño particular, que es la vecina a la que se le moja la ropa cuando llueve, y luego por mi cuenta voy haciendo aproximaciones con cuidado tocando esta tecla o esta otra. Y a veces parece que con el roce el Sibelius se incomoda y otras como que se va dejando. Es cuestión de tacto y paciencia hasta que me diga que sí.