31 marzo 2007

Compositor

Tengo un problema con John Rutter (1945), el prolífico compositor británico, el John Williams de la música coral anglo-norteamericana (ya, ya sé, pero es que sus fanfarrias de metal tienen un aire a secuencia de acción en CinemaScope que no veas).

A lo que voy.

Hay compositores que tienen facilidad melódica y otros que tienden a un melodismo facilón. Y no es lo mismo, claro. El problema que tengo con Rutter es que se desliza en equilibrio, cual funambulista, por la fina línea que separa una cosa de la otra, oscilando un pelín hacia aquí y luego hacia allí sin terminar de cruzar del todo la frontera. Mira que es difícil mantenerse así. Pues eso pasa con Rutter. Por eso le escuchas y sí y pero y no del todo y a ratos, no sé si me explico.

A Rutter le tienen subido a los altares en los EEUU pero, curiosamente, los británicos son un poco más prudentes a la hora de profesarle entusiasmos. Y no precisamente por aquello de que "nadie es profeta en su tierra", que en eso Rutter no se puede quejar, sino porque lo ven, cómo decirlo, "ligero"; hay que fijarse más en las comillas que en el adjetivo porque un compositor puede ser ligero y no pasa nada pero si es "ligero" ya ha bajado algún tono. A Rutter se le reprocha que tiende a ser predecible y dulzón y es verdad (aunque de vez en cuando te toca una tecla por dentro y algo se enciende) como igualmente es verdad que tiene una legión de seguidores abrumadora.

Ahora que lo pienso, tengo un segundo problema con Rutter y es el coro que dirige: los Cambridge Singers, que fundó en 1981. Ay con los Cambridge Singers. Suenan a una mezcla entre coro parroquial de iglesia de Massachusetts y coro de banda sonora de Mancini. Una cosa rara rara. Porque el coro parroquial de ese sitio tan largo pues queda bien allí y lo de Mancini ni te cuento lo bien que queda entre los 35 mm del celuloide (y fuera también). Pero es que, ¿ves? ahora estoy escuchándoles cantar el "Et Misericordia" del "Magnificat" (que es uno de los fragmentos de Rutter que más me desconcierta porque es el ejemplo perfecto y simultáneo del acierto y el desacierto en lo compositivo) y esos cantantes parecen los mismos que en los cincuenta cantaban las bandas sonoras de Disney.

En mi opinión personal, lo mejor de Rutter se encuentra en el "Benedictus" de su "Mass of the Children", sobre todo cuando no lo cantan los Cambridge. La "Mass of the Children" fue compuesta tras la muerte de su propio hijo y para el Benedictus, Rutter concibió una melodía larga, sencilla, confortable e inspirada; cuatro adjetivos que dan como resultado que dicha melodía se defienda por sí sola y no precise de ninguna elaboración. El desarrollo viene dado desde fuera: Rutter se limita a repetirla tres veces pero "alumbra" cada repetición de manera distinta haciéndola pasar, en relevos, primero por el coro de niños, después por el coro de adultos y, finalmente, por dos solistas (soprano y barítono).

El estreno en España, el 23 de Octubre de 2005 en Bilbao, dejó un señor Benedictus y, ahora que caigo, me estoy dando cuenta de que al querer solucionar con este Benedictus el primero y el segundo de los problemas que tengo con Rutter me doy de narices con un tercero: por el horizonte asoma el simbolito del copyright que eclipsa el correspondiente trocito de audio que gustosamente pondría a continuación.

Hijo, pues van a ser todo problemas con este hombre. Y qué quieres que le haga.


29 marzo 2007

Afinación

El sistema tonal con el que se ha escrito toda la música durante cuatrocientos años se asienta sobre una falsedad. Dicho así sorprende pero es verdad. A una persona que comienza sus estudios musicales enseguida se le dirá que entre las notas "do" y "re" hay un tono y lo mismo entre las notas "re" y "mi". Pero la verdad es que eso no es cierto o, para ser más exactos, no es verdad del todo. Porque en la naturaleza, el tono que hay entre "do" y "re" es más grande que el que hay entre "re" y "mi". Y eso es un problema a la hora de transportar una pieza de música de un tono a otro. Transportar una pieza de música es, por ejemplo, lo que pide una cantante cuando se dirige al pianista que la acompaña y le pide por favor un tono más alto y entonces canta la misma melodía un poco más aguda.

Si la cantante se puede permitir eso sin que en el resultado suene un disparate es porque en su día se inventó un sistema de afinación tramposillo que es muy ingenioso pero que tiene efectos secundarios, como todo. Ese sistema se llamó "Temperamento Igual" y consiste en falsear deliberadamente la distancia real entre las notas que componen una escala para que entre ellas haya, por bemoles, la misma distancia, como cuando desplegamos una cinta métrica y vemos que todos los centímetros que componen un metro miden lo mismo. De esta manera nos aseguramos que, estemos en la escala que estemos, no resbalaremos por los peldaños; dicho musicalmente: nos aseguramos que una melodía suene igual en cualquier tonalidad. El invento supuso sobre todo una alegría para los intérpretes de teclado porque entonces ya podían subir y bajar por las escalas que quisieran (lo que en música se llama "modular") y visitar libremente a los vecinos de más arriba o de más abajo. Es significativo que el taller de pruebas de este sistema fuera una obra de Bach para teclado que se llama "El clave bien temperado" y que es un catálogo de piezas en todas las tonalidades posibles.

Los efectos secundarios de ésto empiezan con la ingesta de una dosis masiva. Dado que todo lo que oímos está temperado, es decir, falseado, nuestro oído acepta como "correctos" intervalos que en la naturaleza se dan de otra manera. Los músicos son los primeros que se contagian: en la educación musical, las primeras entonaciones de solfeo se hacen con la ayuda de un piano, es decir, un instrumento temperado. Hay quienes se muestran partidarios de formar el oído a partir de la afinación pura o real. Gerald Eskelin, autor de un libro tan interesante como divertido y de título provocador: "Mentiras que me contaba mi profesor de música" (Idea Música), insiste sobre todo en las ventajas del uso de la afinación pura en la música vocal. Cuando los sonidos individuales que componen un acorde consiguen encajar en su verdadero sitio ocurre un fenómeno acústico fascinante: rápidamente son absorbidos por la masa sonora y el acorde deja de ser percibido como la suma de varios elementos para pasar a ser una sólida unidad. Con ello se consiguen aciertos sonoros asombrosos. Desde mi educación musical como pianista, este asunto va últimamente in crescendo en lo que a mi curiosidad se refiere.


28 marzo 2007

Querer

Estos días mi sobrina se está quedando a comer en casa y durante las comidas charlamos sobre asuntos trascendentes como cuánto pesan las nubes y si se pueden doblar, quién inventó el color naranja, si las princesas de los cuentos llevan móvil para hablar con los príncipes azules, por qué los príncipes son azules si en el cuento siempre tienen el pelo moreno o rubio, o qué hace el invierno cuando hay que ir a la piscina. Ayer cuando se iba al cole se acercó al sofá a darme un beso sin ruido (un día toca beso con ruido y otro sin ruido, dice ella que es así) y al abrir la puerta de casa enfundada en su abrigo rosa y con la burrita Palmira bajo el brazo le oí decirle a mi madre que hoy el tío no está tan malito porque me ha querido más. Hay frases que se quedan muy adentro y no van al cole.


27 marzo 2007

Repaso

Esta noche me he internado en los archivos del blog y he ido sacando posts de las carpetas polvorientas. Ha sido muy curioso comprobar que hay meses que parecen haber sido vividos por otro; leo lo que quedó escrito y lo hago como quien se asoma a una vida ajena. La excursión, linterna en mano, ha tenido el propósito de buscar un post que pudiera reducirse, mediante cirugía plástica, a quince líneas de cuerpo doce, que es una talla difícil de conseguir por quienes sienten debilidad por picar adjetivos a deshoras y luego tienen problemas para mantener la línea. ¿El motivo de la intervención? Hacer un experimento (esta parece ser la semana de los experimentos) consistente en enviar un post a un concurso de micro-relatos porque, a punto de cumplir dos años escribiendo desde estas latitudes, la gente sigue pensando que yo las cosas me las invento y que tengo mucha imaginación y yo siempre he respondido que no, que no me invento las cosas y que ya me gustaría tener imaginación porque de mayor, recordémoslo, me gustaría escribir una novela ya sea antes o después de ser productor ejecutivo de una serie de televisión, que esa es otra cosa que me gustaría ser de mayor.

Pero el otro día me hablaron de la convocatoria y pensé que a lo mejor el jurado piensa que un trozo de mi vida, reducido a quince líneas, tiene la suficiente inventiva, imaginación y hasta se expresa a sí mismo con la suficiente fluidez narrativa como para considerarlo una ficción destacable. En resumidas cuentas: empiezas con una operación de cirugía estética y quién sabe si al final te hacen un trasplante poniendo un trozo de plástico donde antes hubo una víscera ya caducada. No me parece mala idea.


26 marzo 2007

Felicitación



La foto de arriba es repetida pero da igual porque los cumpleaños también se repiten y resulta que en la foto de arriba aparece la sombra de Peter Pan y hoy vuelve a ser su cumpleaños. Peter nunca le ha dado la menor importancia a su cumpleaños, yo creo que hasta se le hace extraño. Y no porque se resista al paso del tiempo, que de eso sólo se preocupa Garfio (tic, tac, tic, tac) y los que sí crecen, sino porque no sabe para qué sirve. Quizá por eso un año hasta se me olvidó felicitarle. A él también le pasa algunas veces, pero no hay que tenérselo en cuenta.

"Todos los niños crecen excepto uno", escribió Barrie. La frase también es repetida pero ya que estamos de repeticiones no está de más volverla a escribir, en parte porque así es (lo sé bien) y también porque siempre ha sido una de mis frases favoritas, incluso mucho antes de conocer a Peter. Hace unos meses, a Peter se le vinieron encima los años por un momento porque hay capítulos que se hacen más cuesta arriba que otros y pasan cosas tristes, pero pronto volvió a ser el de antes otra vez y todos respiramos con alivio.

Muchas felicidades, Peter.

(Ya puestos, podemos repetir la historia de la foto haciendo click aquí)


Trabajo

Eso, eso. Este fin de semana he trabajado una "jartá". Yo es que no hago distinción entre laborables y festivos. A lo mejor me tomo fiesta un martes pero igual a las cuatro de la madrugada del sábado estoy trabajando en algo. Ya he rellenado el papel pautado que el otro día le pedí prestado a la impresora. He hecho un ejercicio de reciclaje que, para variar, me ha complicado la vida. Pero es que yo soy así, qué le vamos a hacer. Primero cuento lo del reciclaje y después lo de la complicación.

La memoria recordó el otro día una pequeña composición que escribí hace tropecientos años y en la que experimentaba con varias cosas: diseñar una línea melódica a partir de variaciones en la acentuación de un pequeño motivo inicial, tratarla en un contrapunto que se fundaba precisamente en esas acentuaciones y aliñándola, finalmente, con una armonía de corte modal. En su día quedó en eso, un experimento. El reciclaje ha consistido en desempolvarla, redistribuirla, quitar ésto de aquí para pasarlo allí, quitar esto otro para no ponerlo en ninguna parte y rellenar el hueco consiguiente para que no pase el aire y no haya corriente. Y mira por dónde, el resultado ha sido una pequeña pieza para coro infantil con acompañamiento de piano.

Ahora viene la complicación.

Una cosa es poner música a un texto y otra, muy distinta, ponerle texto a una música ya hecha. A ver dónde encuentras unos versos que te encajen, majetón. Pues en ninguna parte, a no ser que te inventes un lenguaje propio (tentadora idea, tengo que reconocerlo) o que tengas la osadía de hacerte pasar un rato por poeta y te confecciones a medida el asunto. Nunca mejor dicho lo de confeccionar a medida, porque si ya es un infierno discurrir algo, ese algo tiene que encajar aquí con los acentos musicales, y las sílabas tienen que ir en consonancia con el número de notas disponibles y demás.

Reconozco que el hecho de que fuera una pieza para coro infantil ha supuesto una pequeña ayuda porque puedes permitirte un texto mucho más elástico. De hecho, la lógica disparatada o los juegos de palabras se amoldan muy bien al estilo. Y de eso va lo que me ha salido, que habla de un niño que cuenta números y al final tiene una indigestión por comer tanto chocolate así que tiene que venir el médico y le pide que diga treinta y tres (más números). El niño se llama Andrés, y dice treinta y trés, y hay un marqués que se encuentra al ciempiés. Y después. Y al revés.

(ya ves)

¿Cómo titularlo? Pues "Cuento", cómo se va a titular si no. Porque es un cuento de la cabeza a los pies: cuenta números y cuenta una historia. Cuento- cuento, en definitiva. Lo he terminado de madrugada y al despertarme he dedicado el día a pasar al ordenador la partitura, con las voces, el texto y la parte de piano. Luego la he maquetado (maquetando tengo manías mil, hasta que queda como quiero le da tiempo al ciempiés a cortarse todas las uñas) y hasta le he puesto una portada. Y cuando lo he tenido frente a mí he dicho,

AL FIN

Y ya veremos qué hacemos con ella.


25 marzo 2007

Hora

El mayor disgusto de la semana fue cuando me dijeron que este fin de semana había que cambiar la hora. ¿¿Ya??? Ya. No alcanzo a entender cómo es posible que la gente se alegre tanto con esto del horario de verano porque a mí sólo oir esa expresión, "horario de verano", ya me pone malo aunque a los pocos días se me pasa el efecto. Lo peor del cambio de horario es que la tarde del sábado te entra cierto estrés pensando que la noche se te va a quedar corta por la hora que te quitan y luego que la primera tarde alargada resulta ser la del domingo. A quién se le ocurre. ¿Hacía falta alargar las tardes de los domingos? Alargar una tarde de domingo es una redundancia: todas las tardes de domingo son largas siempre. Yo creo que ya que hay que cambiar la hora (aunque nunca he entendido bien las razones del cambio) debería hacerse o entre semana o poco a poco, pongamos diez minutos al día, y así te enteras menos. No sé, es raro. Cuando cambio la hora me entra nostalgia de Septiembre.


23 marzo 2007

Vecinos

Esta noche vuelvo a cenar fuera pero esta vez estoy en casa de los vecinos. Lo digo por si llama alguien, que estoy cerca. Lo que no sé es decirte en qué piso voy a estar porque ya se me ha olvidado. El lunes conseguí memorizarlo al fin gracias a una complicadísima regla mnemotécnica pero es que también se me ha olvidado la regla mnemotécnica necesaria para recordar lo del piso, qué te parece, te lo puedes creer?. De todas formas es en el segundo, eso seguro. Si eso que llamen a los segundos y en alguno estaré yo. Cuando a uno le invitan a cenar suele llevar una botella de vino o un postre o cosas así pero estos vecinos son muy especiales y te invitan a cenar si les llevas la tercera temporada de "Los Soprano". Bien mirado, mal gusto no tienen, desde luego. La vecina ha sugerido la primera temporada de "A dos metros bajo tierra" pero le he dicho que ni hablar porque seguro que la ven doblada y no quiero que me den ese disgusto. Buen provecho.


Familia



Mi confesada inclinación hacia la telefilia (versión series) incluye hacer esporádicas incursiones arqueológicas en el legado del pasado. La experiencia nos dice que es conveniente llevar puesto el casco por si las decepciones, que el tiempo no perdona. No ha sido el caso, afortunadamente, tras recibir y degustar en dvd la esperada primera temporada de "La Familia Addams", la serie original de 1964, una pieza preciada donde las haya. Podría emitirse hoy perfectamente porque, sorprendentemente, conserva intactos su originalidad, su ingenio y su frescura.

A principios de los 90, Barry Sonnenfeld los llevó a la pantalla grande de manera simpática con un plantel de lujo: Anjelica Huston, Raul Julia y una jovencísima Christina Ricci en los principios de su carrera encarnando a una inquietante Miércoles. El largometraje jugaba con la parte tétrica de los Addams y aprovechaba la tecnología del momento para hacer que "Cosa", la mano sin cuerpo, se deslizara a todo correr por los pasillos liberada al fin de la caja de la que surgía en la serie de la tele cual caparazón de tortuga. Pero la película dejaba en segundo plano lo fundamental: la crítica que los Addams hacen de la clase media norteamericana. Porque cuando entras en casa de los Addams y convives con ellos un par de capítulos te das cuenta de que los raros son los otros. A los Addams les horrorizan los picnics dominicales y los clubs de señoras que se reúnen por la tarde a tomar el té; les preocupa seriamente que su hijo coquetee con el traje de boy scout y las alarmas se disparan cuando le ven aproximarse a un bate de béisbol por si cae en la deplorable tentación de practicar "eso".

Capítulo a capítulo, dinamitando las convenciones establecidas, van poniendo en evidencia todo, desde el sistema educativo a la política. Los Addams se valen del delirio para poner el dedo en la llaga consiguiendo, sin embargo, que la gente se ría. Poniendo todo del revés muestran la cruda cara de las cosas. Por eso cuando Gómez decide apostar con la lógica propia de los Addams por el político más corrupto o más susceptible de serlo es porque "como es bien sabido, un político ejemplar es aquel que al ganar las elecciones incumple todas sus promesas electorales y, si es necesario, manda a paseo a los suyos".

Luego está el acertadísimo diseño de personajes y el casting que los encarna, las tramas, los escenarios y, sobre todo, los gadgets, esa colección de frases, objetos o situaciones recurrentes inherentes al género de la comedia y que actúan como mecanismo de conexión con el espectador al buscar su complicidad.

Se podría hablar largo y tendido de las veladas con los Addams, de los cuidados que Morticia procura a las rosas en el invernadero, cortándoles la flor como si fueran malas hierbas para cuidar las espinas que es lo que importa, o del pétreo mayordomo Lurch sentado al clavecín animando las noches de tormenta o de tantas cosas, pero... El "pero" está en la edición. Y eso sí que no tiene gracia. Porque todo teléfilo que se precie sabe que la primera temporada de los Addams, emitida por la cadena ABC entre 1964 y 1965 constaba de 34 episodios de 25 minutos.

Pues en la caja vienen 22.

Y por mucho que mires el pack no pone por ningún lado "Primera Temporada, primera parte", sino "Primera Temporada" a secas. Dí que al menos los 22 episodios no son una selección de los 34 pero aún así no me da buena espina (como las de Morticia). Parece que las distribuidoras siguen empeñadas en que nos vayamos al mercado de Zona 1 donde encontramos la edición completa y a un precio más barato aunque ellas pierdan aquí clientes y dinero. A Gómez le parecería normal.


22 marzo 2007

Favor

Hoy no he sido persona hasta las tres y media de la tarde por la cosa del dolor así que he decidido que ya que el día se ha acortado notablemente, me niego a hablar de él en el tiempo libre que me concede. Del dolor, digo. Si no le gusta, que se fastidie. Es que ayer tuve que rebajar la dosis de Voltarén porque mi estómago pidió un paréntesis por favor y hoy el favor se ha notado. Esto de no ser persona hasta las tres y media de la tarde es un problema porque para cuando te entonas un poco ya es media tarde y cuando estás relativamente fresco ya es casi hora de dormir y, claro, el cuerpo te dice que ni hablar. Entonces lo que hace el médico es sumarle a las pastillas para el dolor otras para poder dormir. A las primeras le hago caso pero a las segundas no. Cuando se está bien apetece enterarse. Y hacer cosas. Tú duerme, que no hago ruido.


Problema (II)



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Cuento

Ayer a media tarde estábamos tomando un chocolate a la taza en ese sitio nuevo donde hacen un chocolate muy rico y fue Andrés el que sugirió que le contara a Pepe lo del joven Malvás y volviéndose a Pepe le dijo ya verás qué historia, ya. Y cuando Pepe, que es escritor, escuchó con atención y sorpresa lo del joven Malvás dijo que eso de que un personaje salga de las páginas del cuento y te lo encuentres a la vuelta de la esquina con su rastro de casualidades es borgesiano y muy interesante. Y tanto. Porque fuera del cuento es distinto. En el cuento no pone, por ejemplo, que cuando Malvás era pequeño ganó en el colegio un concurso de cuentos. Yo no sé de qué trataba el cuento pero entra dentro de lo posible que aparezcamos escritos en él. Tú también.


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21 marzo 2007

Nieve

La nieve cae y no dice nada.
(yo tampoco)
Me gusta mirar cómo cae la nieve, seguir con la vista el movimiento suave y silencioso de los copos y dejar la atención en suspenso.


20 marzo 2007

Estrella

Habría que llamar a la Wikipedia (la enciclopedia libre de Internet) y hacer como Gila: "¿es la wikipedia? que se ponga". Sí, que se ponga, porque gracias a David (gracias, David), nos hemos enterado de que la biografía del compositor Fernando Remacha (1898-1984) en la Wikipedia aporta un dato insólito en el que los musicólogos no habían reparado hasta la fecha:



Visto lo visto, está claro que lo de este hombre fue silenciado. Hasta ahora sabíamos que Remacha tuvo la feliz idea de huir despavorido de esta ciudad para labrarse una carrera en Madrid. Sabíamos también que llegó a ser uno de los músicos más representativos de la Generación del 27 y que en el 31 presentó el "Grupo de Madrid" o de la República, junto a Bacarisse, Rodolfo y Ernesto Halffter y otros. Sabíamos que trabajó en el cine con Luis Buñuel poniendo corcheas a los fotogramas desde su empresa Filmófono, como igualmente sabíamos que consiguió, por tres veces, el Premio Nacional de Música, en 1932, 1938 y 1980. Sabíamos éstas y otras cosas pero lo de estrella porno nos ha dejado sin palabras; vamos, en silencio de redonda nos hemos quedado. A ver si el señor de la Wikipedia se pone al teléfono y nos aclara el asunto. Y de paso que nos diga algo del señor Aramendía, a ver si nos va a resultar un cochino a estas alturas.

Actualización (21-III-07) para quienes consulten este post allá por el 2018: el señor de la wikipedia se puso finalmente al teléfono y al teclado y subsanó el lapsus: donde dice "estrella porno" quiere decir "violín". La similitud entre ambos términos hace comprensible la confusión (?)


19 marzo 2007

Novedad

Este fin de semana deja una novedad un poco rara. Resulta que volvía yo de la cena del viernes siendo ya sábado cuando al llegar a casa, mientras me ponía el pijama, le dije a la impresora que por favor me imprimera un par de folios de papel pautado, concretamente una plantilla coral a cuatro voces y antes de acostarme las dejé en el atril del piano.

Es muy raro.

Sí porque, aparte de que va para tres meses que no abro el piano, va para ocho que no compongo nada. Pero ocho años, no ocho meses. La verdad es que mi carrera como compositor fue breve en todos los sentidos: pocas obras y cortas. Es que no me da para más porque soy muy autoexigente y, para colmo, poco imaginativo. Todas las obras que he compuesto tienen en común haber nacido tras un parto dolorosísimo y siempre con el estímulo de una causa externa, qué se yo, una combinación tímbrica, un acorde determinado, el color de una escala exótica escuchada en el transcurso de una obra... Por eso cuando un día el catedrático de composición me dijo que se acabó lo de las obras cortas y de plantilla pequeñita, sacó el programa del curso, me lo enseñó y ví lo que ví le dije: tiene razón, se acabó. Y así fue, pero del todo.

Hasta la madrugada del sábado.

Qué cosa más rara. A saber qué asociaciones mentales produjeron los acontecimientos ocurridos entre la entrada al restaurante y la vuelta a casa subiendo por el ascensor mirándome al espejo, que me llevaron a pedirle a la impresora que me dibujara las líneas mientras me ponía el pijama. O quizá sean los kilómetros de caminatas, que sigo con ellas; o quién sabe si los efectos del Voltarén. Mira, ahora que lo pienso, a ver si va a ser eso, porque cuando estudiaba composición mi musa era el Voltarén Retard. El resto del fin de semana he estado mirando el papel pautado de vez en cuando pero nada más y estoy un poco inquieto, pero no inquieto a mal, yo ya me entiendo; es como si barruntara algo que tiene como objetivo las líneas de esos pentagramas agrupados de cuatro en cuatro. Pero no tengo ni idea, palabra.


17 marzo 2007

Problema



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16 marzo 2007

Cena

Esta noche tengo una reserva para dos en uno de esos restaurantes a los que no se va todos los días; qué digo días, ni días, ni semanas: una o dos veces al año como mucho y ya; uno de esos restaurantes en los que siempre, involuntariamente, doy la nota cuando se te acercan y te dicen "le parece si sacamos la carta de vinos, señor?" y yo contesto "mejor si sacamos una coca cola con hielo, por favor". Algo habrá que celebrar para ir a un sitio así. Puede. Y con quién?. Oye, no preguntas mucho? Yo venía a decirte que salgo a cenar y que si llama alguien le digas que vuelva a llamar luego. Gracias. Buenas noches.


Observar

Intimos extrañosCuando a principios de Febrero Miguel Cane me hizo llegar desde México un ejemplar de su libro de conversaciones "Intimos extraños", me llevé varias sorpresas. La primera la impresionante lista de celebridades con las que había tenido ocasión de conversar personalmente y que va de Meryl Streep a Roman Polanski, pasando por Nicole Kidman, Jodie Foster, Sigourney Weaver, Johnny Depp y así hasta 35 iconos vivientes del mundo del cine. La segunda fue imaginar la intensidad de la experiencia vital que es fácil intuir tras cada uno de estos logros periodísticos. Y la tercera fue preguntarme cómo es posible que alguien acostumbrado a desenvolverse en la vorágine de ese mundo bullicioso sea asiduo a las silenciosas latitudes de este blog.

La entrevista es un arte muy difícil, la buena entrevista, se sobreentiende; hay que ser capaz de saltar con sagacidad, tacto y paciencia los muros que ha erigido la persona que tienes delante para lograr extraer de ella la esencia. Para ello hace falta disponer de muchos recursos; algunos se adquieren y se perfeccionan con el hábito; otros son innatos. Aquí la tarea es especialmente complicada porque, como afirmaba Miguel en la promoción de su libro, se trata de conversar con actores que, en su mayor parte, siguen representando un papel fuera de los focos, de ahí el acierto en el título "Intimos extraños". Quizá por eso, y aunque el contenido de las charlas mantiene en todo momento el interés del lector, donde el libro brilla realmente es en la habilidad del entrevistador para observar hasta los mínimos detalles, interpretando los gestos, los tonos, y escribiendo con ellos una "entrevista" paralela que, al mismo tiempo, sirve para crear una atmósfera que sitúa al lector en un lugar desde donde podrá disfrutar de un campo de visión mayor.

En este sentido Miguel repara en la manera de saludar de Jane Fonda (ofreciendo a todos los presentes la mano) y mientras ella se acomoda en un sofá él tiene tiempo más que suficiente para captar aquellos rasgos que hablan de la persona antes de que lo haga, quizá, el personaje: "La sonrisa es rápida, confiable, inteligente. Se sienta con la elegancia de una mujer de cierta edad acostumbrada a esta clase de eventos". No escapan a los ojos del observador las escenificaciones que pretenden pasar por espontáneas: "La cita con Colin Farrell es lejos de los suntuosos salones de los hoteles de cinco estrellas donde habitualmente se llevan a cabo las entrevistas. En este caso, los publicistas conciertan el encuentro en un salón de billar ubicado en la parte baja de Manhattan (...) Colin y sus amigos juegan en una de las mesas -aunque apenas son las tres de la tarde y hace frío- fuman y beben cerveza. Al sonreir, el actor no se parece realmente a su persona en pantalla, ni al que figura en las fotos; más bien luce como un universitario que mata un rato entre clases. Su hermana Claudine ejerce como eficaz e inseparable asistente personal. Colin abre un paquete de Lucky Strikes sin filtro y ofrece uno". De paso, el actor ofrece también una advertencia: "No me asustan las entrevistas, siempre digo lo primero que pienso, de todos modos siempre hablo de lo que quiero hablar".

En ocasiones las barreras son inexpugnables: "Antes de comenzar la entrevista, la traductora que acompaña a Keanu Reeves advierte: por favor, no le hagas preguntas personales porque no las va a responder. Acto seguido aparece el actor con expresión inescrutable, traje gris y camisa negra. Su actitud es de precaución, aunque escucha atentamente todas las preguntas que se le formulan (...) La charla es sosegada y la advertencia es innecesaria, ya que para proteger su intimidad, Keanu Reeves es un experto".

Y, sin embargo, en otras ocasiones, la empatía que consigue establecer el entrevistador con su entrevistado da como resultado una complicidad que incluso invierte las tornas, como en el caso de las dudas que manifiesta Liv Ullman con respecto a las entrevistas:

-Hay tantas cosas que pasan en el mundo y aquí estoy y la gente se sienta a entrevistarte y piensa que hay que preguntarte cómo es la actuación, cómo aprendes tus diálogos y cosas como ésas.
-Cosas no muy interesantes, me temo...
-No, pero no me refiero a tí, eres muy joven pero conoces muchas de estas películas. Es diferente. No esperaría que me preguntaras mi color favorito.
-Bueno, ¿cuál es su color favorito?
-Pues... ¡Azul! (risas) Pero, en serio.. ¿cuántos años tienes?
-Veintiséis.
-¡Eres muy joven! No puedo creer que hayas visto estas películas.
-Tenía doce cuando vi "Gritos y susurros". Doce o trece.
-¿Y tus padres te dejaron verla?
-No sabían que la estaba viendo...
Tras escuchar estas interesantes conversaciones, este lector confiesa haber sentido la tentación de formularle algunas preguntas al entrevistador y así lo deja escrito, como de pasada, con una sonrisa irónica y afectuosa.


15 marzo 2007

Caminata

Hoy he caminado diez kilómetros: cinco por la mañana y cinco por la tarde. Eso quiere decir que probablemente mañana tendré el cuerpo todo dolorido pero como dentro de poco lo tendré igualmente dolorido sin necesidad de hacer kilómetros pues así me voy haciendo a la idea. Dice el médico que no será así porque van a mantener el dolor a raya dado que preveen algo similar a un tsunami, primero por la retirada súbita de la medicación y segundo por el consiguiente efecto rebote. Cuando a las enfermedades les quitas el caramelo de la boca se agarran un cabreo que no veas. Para que no nos pille desprevenidos ya me han recetado tomas diarias de entre 200 y 300 miligramos de Voltarén con un espectacular blindaje gástrico dado que el Voltarén es, de por sí, ligeramente explosivo.

Caminar diez kilómetros exige claudicar de ciertas cosas, por ejemplo, de mi noción walseriana de lo que debe ser un paseo y que ya expuse en su día. Porque eso de dejar suspendidos los sentidos en los recovecos del paisaje, los destellos de las luces entre las ramas, los olores de las plantas recién regadas, los sonidos múltiples de los pájaros y demás está bien para un rato pero para diez kilómetros como que no. Así que, no sin cierto sentimiento de traición a mis principios, me he equipado del iPod. Lo llevo escondido en la sudadera y cuando estoy a punto de salir de la ciudad, desenfundo, me pongo los minúsculos auriculares y marchando.

Cuando estás casi a punto de salir de la ciudad pasas por el video club y esta mañana estaba desenredando los cables de los auriculares cuando el del videoclub ha asomado la cabeza por la puerta y ha dicho muy sonriente:

-Buenos días, Yo soy la Juani.

A lo que le he contestado,

-Y yo Perico de los Palotes.

Y él: que no hombre, que tengo "Yo soy la Juani". Y yo: que ya, hombre, que lo he entendido, pero es que yo no me llevo a la Juani ni muerrrto. Y él: pues es de Bigas Luna. Y yo: Pues que biga lo que quiera pero ni hablar.

El del videoclub se desconcierta mucho conmigo. Hubo una temporada que dijo que iba a tener que contratarme para media jornada y el otro día lo repitió y dijo que lo haría porque "controlas y además te sueles llevar cine raro". Total, porque un día me llevé una película ¿camboyana?. Ya no me acuerdo. Yo me llevo de todo, la verdad, pero cómo hacerle entender que, en primer lugar, si me llevo también esas pelis es porque te dan la garantía de que al llegar a casa vas a abrir la caja y no te vas a encontrar la superficie del dvd con grumos de procedencia desconocida y untada de aceite; en segundo lugar, porque da pena que esas películas pasen la vergüenza de estar expuestas sin que nadie las adopte por 24 míseras horas mientras que a las de al lado se las rifan. Y tercero porque, salvo excepciones excepcionales, son películas realmente interesantes. Y, además, cómo hacerle entender que, para mí, raro, lo que se dice cine raro, es "Yo soy la Juani".

-¿Entonces no a la Juani?
-No, pero dile que no se lo tome a mal.

Y me he puesto los auriculares y he empezado la marcha. La batería del iPod aguanta los diez kilómetros como una valiente, sólo pierde una rayita en el camino. Yo también he aguantado perfectamente, lo que no sé es si mañana me tendré que enchufar al cargador de baterías. Me voy a cenar. Que aproveche.


Rubato

Tamás Vásáry quizá no será recordado como uno de los grandes del piano pero una vez grabó la Suite Bergamasque de Debussy y le salió azul y eso ya es algo a tener en cuenta.Tamás Vásáry grabó la Suite Bermasque en 1970 y le salió azul y como el disco tiene que salir también redondo y en el círculo de vinilo caben más cosas, puso más pedacitos de Debussy, como la Primera Arabesca, que todavía sigue siendo la sintonía de "El planeta imaginario" hasta para aquellos que nacieron cuando el planeta imaginario llevaba varias órbitas fuera de antena.

A Tamás Vásáry lo que le pasaba es que el dedo se le iba con bastante frecuencia a la tecla de al lado por eso los ingenieros del estudio luego hacían bricolaje con la cinta magnética. No sé si el ingeniero de ese disco era duro de oído o tenía el pulso tembloroso o las dos cosas juntas y también una imaginación planetaria porque hizo cosas muy raras y a la vez muy bonitas. Cómo puede ser eso. A saber. Pero aquí y allá desaparece de pronto alguna semicorchea y un eco armónico residual ocupa discretamente el hueco, por ejemplo, y el resultado es muy sugerente. No hay que escuchar con lupa: la tijera se comió la primera nota del Passepied de la Suite volviendo del revés los acentos de ese bajo continuo y staccato de la mano izquierda del pianista. Lo considero un caso altamente estimulante de solapamiento de funciones: el ingeniero de sonido como co-intérprete de la obra.

Luego todavía queda sitio para ese vals hipnótico y enigmático que es "La Plus que Lente", con su resonancia de melancolías de otros tiempos, danza de dos notas que fluctúan indecisas hasta que se elevan en elegante vuelo:

Click para escuchar. Mp3, 667 k.

A Vásáry le salen muy bonitos los rubatos. El rubato son cubitos de tiempo derretido; o trocitos de tiempo que se se dilatan o se contraen al ritmo de un latido distinto al del compás. Por eso si intentas medir (uno, dos, tres) lo que pone Debussy y escuchas lo que toca Vásáry no te salen las cuentas:



Click para escuchar. Mp3, 128 k.

Y quizá eso pasa porque Vásáry se ha tomado muy a pecho (que es ahí donde duelen los rubatos certeros, en el pecho) esa marquita horizontal que pone Debussy para que le hagamos caso especial a esa nota,



y lo que le sale a Vásáry es que se sale de compás:



Click para escuchar. Mp3, 128 k.

Pero antes, en la cabecera del disco, está la Suite Bergamasque que ha resurgido hoy que apetecía mirar para otro lado porque sí y porque también. A unos les sale mejor y a otros peor pero a Vásáry le salió azul y yo no la cambio, no.


14 marzo 2007

Telegrama

Como esta noche no podía dormir me he quedado leyendo a Pessoa y en el libro Pessoa decía que tampoco podía dormir pero lo decía de manera más bonita; tanto que se ha parado el reloj y ahora me despierto todo sobresaltado porque en cuarenta minutos tengo que estar en la consulta y todavía tengo que ducharme, desayunar, apuntar que quedan doce días para el cumpleaños de Peter y salir para el hospital. ¿Se puede saber entonces a qué te pones ahora a escribir? Pues mira, tienes razón.


13 marzo 2007

Desenlace

Hay una historia que este blog sabe a medias.

Una tarde de finales de 1999 me encontraba en un ático de la calle Balmes, en Barcelona, porque el doctor que llevaba mi caso nos había llamado con urgencia. En la sala de espera yo no sabía que minutos después iba a recibir una noticia buena y otra mala, como en el chiste. La buena era que, por fin, precisamente en esos momentos en los que la situación se había vuelto más que preocupante, había surgido un remedio para lo mío en unos laboratorios de EEUU. La mala era que los seis meses de prueba que requería la medicación costaban varios millones de pesetas. Cuántos no importa cuando no los puedes pagar. Si la cosa no funcionaba, dinero tirado; si la cosa funcionaba, habría que seguir desembolsando los mismos millones durante continuas tandas de seis meses. Recuerdo de aquella tarde la impotencia del médico y la entereza de mi madre. No debe ser fácil ver a tu hijo en un estado así, oir que hay una solución y, sin embargo, no existir medios materiales para ella, ni aun empeñándote hasta las orejas con los bancos.

Esto es lo que sabe el blog, lo conté al poco de empezar a escribirlo. Lo que no sabe y no lo sabe casi nadie pero quizá ha llegado el momento adecuado, es que mientras estaba sentado en esa sala de espera, aquella tarde, me sentí observado por alguien. Era un señor mayor, elegantemente vestido, cuyos ojos sorprendí en un par de ocasiones mirándome por encima de las páginas de "La Vanguardia".

El destino quiso que ese hombre tuviera hora con el doctor justo después de mi visita. Por lo visto, y dada su amistad con el médico, al entrar se interesó por mí de manera discreta; al parecer, le había llamado llamado la atención verme tan afectado por la enfermadad siendo tan joven. El doctor le contó la historia y le hizo partícipe de la impotencia por la imposibilidad de poder contar con el medicamento que haría cambiar mucho las cosas. El hombre escuchó atentamente y para sorpresa del doctor se comprometió a hacerse cargo del coste del tratamiento con la única condición de que no se nos fuera revelada su identidad. Los milagros existen, sí, he tenido ocasión de comprobarlo. Se encargó de las gestiones necesarias para adquirir seis meses de medicación, asumió el elevadísimo coste de traerlo desde EEUU en neveras especiales (el medicamento son unas inyecciones que deben conservarse entre 2 y 8 grados) y el añadido por tratarse de transporte de una mercancía catalogada como "especial". Los trámites burocráticos exigieron que el medicamento volara de EEUU hasta Suiza y de allí hasta Barcelona. Después, su chófer personal nos lo traería hasta casa.

Un par de semanas después recibimos la llamada de una mujer joven que se identificó como secretaria del señor cuyos ojos había sorprendido mirándome aquella tarde por encima del periódico en la consulta del médico. Nos informaba que la medicación ya se encontraba en Barcelona y que a la mañana siguiente, entre las nueve y las diez de la mañana, la recibiríamos en casa. Nos pedía que hubiera alguien en casa dado que el envío debía guardarse inmediatamente en frigorífico o, por el contrario, se echaría a perder. Insitió mucho en ello. Todo ésto, como puede suponerse, lo vivimos con notable estupor; era como estar embargado de una emoción y una alegría intensas y, al mismo tiempo, como si todo fuera irreal. Pero fue real.

Aquel hombre no quiso nunca que supiéramos su identidad aunque en una ocasión tuve oportunidad de hablar unos breves minutos con él. Fue a primera hora de la mañana siguiente, mientras esperábamos la llegada del envío. Llamó por teléfono, preguntó por mi nombre, me preguntó qué tal me encontraba y, todavía lo estoy oyendo, cómo olvidarlo, empezó a darme unas instrucciones con un tono conmovedoramente tranquilizador: por favor (es la palabra que más repitió, por favor) en cuanto llegue métalo en el frigorífico (me trataba de usted); y por favor no se preocupe por nada, de verdad: hemos consultado con el laboratorio, no tiene ninguna contraindicación con lo que usted está tomando actualmente y parece muy eficaz, tendrá que administrárselo durante seis meses como prueba; el doctor y yo vamos a hacer lo posible durante todo este tiempo para conseguir que la Seguridad Social se haga cargo de ello en el futuro pero si el medicamento funciona y no conseguimos financiación no se preocupe por ello, hablaremos en su momento; mire, escúcheme bien, son una serie de pequeñas inyecciones, que no le asuste tener que administrarse usted mismo esa inyección, es similar a la de los diabéticos, no pasa nada, tiene que ponérsela en el muslo o en el abdomen, donde prefiera. Si las primeras veces siente aprensión, por favor, no dude en acudir a su médico de cabecera para que se la administre él pero hágalo hoy mismo, por favor, empiece hoy mismo, no espere más. La conversación terminó con un escueto y sentido: mucha suerte. Y yo descubrí que "gracias" es una palabra que a veces se queda muy pequeña, demasiado pequeña, y que después, al tragarla, quema en la garganta.

Lo que comenzó a suceder veinticuatro horas después ya lo sabe este blog. Los síntomas comenzaron a desvanecerse rápidamente: volví a poder vestirme por mí mismo, bajar escaleras, caminar sin dificultad. Y el dolor se fue. Y entre la alegría inmensa, infinita, hicimos dos llamadas: una al doctor, para hacerle partícipe de la noticia tras tantos años de lucha conjunta; otra a la secretaria de este señor, para que le transmitiera lo mismo. La secretaria nos dijo que el señor se encontraba fuera de España pero que se lo comunicaría inmediatamente porque seguro que se iba a alegrar mucho. Año y medio después la Seguridad Social comenzó a financiar el producto aunque debo decir que hasta ese momento nunca me faltó una sola dosis.

Siete años, dos meses y un día después, esta mañana, los médicos me han comunicado que, dada la gravedad de un efecto secundario inesperado confirmado por el laboratorio norteamericano, se han visto obligados a tomar la decisión de retirarme la medicación de forma definitiva. Intentan poner fin a unos meses eternos de malestar que ha sido reflejado aquí con cuenta gotas a pesar de que nos enfrentamos a la inevitable repetición de una (mala) jugada que conocemos de sobra. Pero habrá que seguir luchando para no perder el pulso al latido de las cosas: las voces de colores, las risas de los amigos, la luz de Septiembre, el silencio de las madrugadas y pasar al otro lado del espejo de vez en cuando, por ejemplo. En este momento pasan varias cosas por mi cabeza: siete años irrepetibles que hay que poner cuidadosamente, con mimo, entre paréntesis; una sensación de incertidumbre en mañana, mi recuerdo más afectuoso y agradecido a este señor, que falleció tres años después, pero sobre todo, la necesidad de salir en esta mañana de azul, sol y aire fresco a dar un largo y tranquilo paseo. Y luego vuelvo y seguimos, porque todo sigue y así tiene que ser. Y te contaré cosas.
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Inevitablemente, hoy me acuerdo de este post: click.


12 marzo 2007

Bosque



Fotografía tomada por sanvani merecedora de un fabuloso e irrepetible pack de dvd´s (que todavía no ha sido retirado por el agraciado, por cierto)


Sorpresa

Mi sobrina Isabel quería hacerle un regalo a su madre, que es mi hermana, y para eso pidió ayuda a su abuela, que es mi madre. Abuela, ¿me ayudas a comprarle una flor a mi mamá que soy pequeñita y no sé cómo se hace?. Y la abuela, mi madre, le dijo que los niños pequeños regalan a sus mamás dibujos hechos en el cole, que lo de comprar las cosas es de mayores. Y su nieta, que es mi sobrina, dijo que la señorita del cole nos ha dicho que ya no se hacen dibujos y que compremos una flor a las mamas. Y yo, que soy hijo, hermano y tío, pregunto: ¿Pero qué cosas dicen ahora las señoritas en el cole? ¿Dónde quedan aquellas acuarelas, aquellas manualidades tan horrorosas que eran toda una prueba de fuego de lo que tienen que hacer las madres para no decepcionar a sus criaturas? Mi madre le dijo a Isabel que sí, que la acompañaría y entonces Isabel se puso muy muy contenta pero dijo sssst, que no se entere mi mamá que tiene que ser un regalo sorpresa, eh?. Claro, claro, contestó la abuela. Y quedaron para después.

Tan contenta estaba Isabel que se fue a la cocina y le dijo a su mamá, que es mi hermana, que es hija de su abuela: te voy a regalar una cosa sorpresa! Y mi hermana: ah, si? Y mi sobrina: sí, sí, pero no te lo puedo decir porque es una sorpresa y las sorpresas no se pueden decir. Y mi hermana: ah, no lo sabía, pues entonces esperaré, no te preocupes. Y mi sobrina: pero te doy una pista si quieres, vale? Y mi hermana: vale. Y mi sobrina: es una cosa... que empieza... por FLO. Su mamá hizo verdaderos esfuerzos por aguantar la risa y yo, que estaba detrás presenciando la escena, hice un discreto ejem y me llevé aparte a mi sobrina, que es hija de mi hermana, nieta de mi madre, para decirle por lo bajini: ssst, no le digas nada, que es una sorpresa! Y ella me contestó también por lo bajini: que yaaaaaa lo séééé, pero es que sólo le he dicho FLO, lo demás no!. Y yo: ah, bueno, pues entonces no pasa nada. Pero no le digas todo lo demás, eh? Y ella: que nooo.

Hoy ha sido el cumpleaños de mi hermana.


11 marzo 2007

Manifiesto

"Para los violentos, para los fascistas, para los cortos de ideas, para los largos de lengua, para los de bigote, para los de las guerras, para los de las torturas en Guantánamo, para los que no encontraron las armas de destrucción masiva, para los que no sabían ni que existían, para los que nos mintieron entonces, para los que nos mienten ahora, para los amigos del ex presidente del Gobierno, para los amigos del ex ministro del Interior, para los amigos de Bush, para los que si pierden unas elecciones se enfadan, para los que se enfadan aunque no pierdan las elecciones, para los que bendicen los bombardeos, para los que ladran cuando hablan, para los que hablan cuando rebuznan. Para los que se tambalean cuando no están en el poder, para los que necesitan estar en el poder para no tambalearse, para todos los que justifican todo con el terrorismo, para todos los que ahora todo lo justifica el terrorismo, para los que me insultan, para los que me injurian, para los que me calumnian, para los que amenazan. Para todos ellos, y en mi nombre, mi desprecio más despreciable."

Pilar Manjón, presidenta de la Asociación de Víctimas del 11-M

Clausura


Pues a mi me da pena que se vayan.

Dí que en este último número echan el resto pero aún así se les va a echar de menos. Yo desde luego. Esta tarde me he asomado al ensayo del número final y, no sé, es que a estas alturas de la película lo ves distinto porque al principio, la primera vez, te descolocan, cómo no te van a descolocar cuando ves tocar a Rachmaninov con esas prótesis caseras y te ríes. Pero ahora además de seguir haciéndote reir es que los sientes ya como de casa y claro...

Llevan haciendo música juntos desde los 12 años, son discípulos aventajados de la Escuela de Yehudi Menuhin (que les tenía en alta estima) y cada uno de ellos tiene a sus espaldas una brillante y versátil carrera musical que para sí quisieran muchos. Pero desde hace un tiempo suelen pasar a ratos al otro lado del espejo para poner el pentagrama del revés y pasarlo bien y hacerlo pasar bien. Admiro profundamente a aquellos que se dejan la piel en llevar una sonrisa a los demás y esta pareja de locos geniales lo consiguen. Nos van a decir adios a su manera y ya sabemos cómo es su manera, genial y disparatada: unamos un par de Estudios de Chopin de fondo, añadamos un trocito de un éxito ochentero ("The Final Countdown"), un poquito de Barroco en rama y algún ingrediente más, que tampoco hay que desvelar entera la receta del postre. Luego se bate todo con algún gadget y el resultado es una versión del "I will survive" que no tiene desperdicio.

We will survive, gritan ellos antes de abandonar la escena. Con ese talentazo y esa gracia no nos cabe la menor duda.


10 marzo 2007

Ladrones

Te cuento.

Estos días está pasando por aquí mucha gente. Pero más. Quiero decir que la Semana de Música empezó bien y que esta pareja de artistas se han ido ganando el afecto de la gente hasta que el boca a boca ha agotado las entradas (ha habido que poner más sillas de las previstas). Pero el señor que maneja la estadística del blog desde la mesa del fondo (lo ves allí?) me pasó una nota al advertir un detalle curioso y era que muchos medios de comunicación solicitaban un nombre. Ahora tienes que decir con voz de impaciencia: ¿cuál, cuál? Y yo debería contestar "ahhh" con las manos arriba, como haciéndome el sueco. Pero es que si hago eso no hay post así que, vale, lo digo, pero otra vez haré lo del ahhh y jugamos al suspense un rato.

El nombre solicitado era el de Juan José Ballesta.

A diario se reciben muchas entradas de jovencitas (supongo) que le piden a Google ver a Ballesta sin camiseta, en gayumbos, sin ellos y a partir de ahí hay que codificar el post si quieres que siga contando. Pero esta vez eran más los medios por lo que me dio por pensar por entero que igual estrenaba peli. Lo comprobé y resultó que sí, que esta tarde, en el Festival de Málaga: "Ladrones", ópera prima de Jaime Marqués. Y luego pensé que eso de que los medios (y los pequeños, y los grandes) busquen información en los blogs es un poco curioso, no?. Es que puede pasar que luego leas en el periódico frases como ésta: "Juanjo Ballesta no es un actor, es un asombro de la cámara" y te quedes pensando de qué me suena esta frase y va y resulta que te suena porque la has escrito tú la semana pasada. Eh, que me ha pasado, de verdad. Pero como es algo en lo que me reafirmo pues me alegro y sigo leyendo las noticias del periódico, aunque el redactor cobre por poner esa frase y yo no, todo sea dicho.



Sí, en este Norte imaginario siempre habrá una frase de reconocimiento hacia Juanjo Ballesta, asombro de la cámara y también de Angelica Huston, que es la que mejor ha sabido detectar el duende que Ballesta lleva dentro. Un día me reí mucho cuando el desparpajo de Ballesta aterrizó en el pseudo-glamour catódico del corasssón corasssón y cuando le preguntaron qué le gustaría hacer si no hubiera más papeles en el cine él contestó que lo que más le gustaría entonces es aprovechar para trabajar en la obra. ¿De teatro?, dijo la presentadora encantada de la vida. De marmolista, respondió Ballesta. Y a mí me entró la risa y me dije: sí señor, con dos huevos, y busqué en la guía de teléfonos el número de la Huston para contárselo pero no venía. Qué raro. Si lo tienes, me lo pasas.

Ballesta puede sacar de un apuro a un director con la misma facilidad con la que puede meterle en otro. Y todo sin quererlo. Porque el duende de Ballesta aparece siempre pero cuando se manifiesta puede que aproveche para poner en su sitio al tipo que dice "acción" (pongamos por caso que hablamos de Santi Amodeo, así, como de pasada) invitándole a reflexionar un poco. Y sigo reivindicando esa virtud añadida de Ballesta de ser capaz, sin proponérselo, de sacar lo mejor de quien comparte plano con él, sea Jesús Carroza, Adriana Ugarte, Natalia Millán o, como en esta ocasión, María Valverde.

Las primeras impresiones del pase de "Ladrones" están llegando mientras escribo este post y dicen: "Primera gran película a concurso del festival: 'Ladrones' de Jaime Marqués. Una cinta que camina entre el thriller y la tragedia amorosa con soltura y originalidad. Un opera prima que no lo parece y con unos intérpretes, Juan José Ballesta y Maria Valverde, magnéticos". ¿Lo ves? Anda, mira a ver si me encuentras el teléfono de la Huston y nos vamos con ella a ver la peli. Pagas tú.
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Click para leer otros posts relacionados, aquí y aquí.


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Ensayo

A Raquel, mi-sol-si


Ensayando para la inminente ceremonia de clausura de esta Semana Musical y, de paso, aprovechando para hacer un poco de limpieza en el escenario que acusa el trajín de los últimos días.


09 marzo 2007

Cuentos

Si le cuentas un cuento a mi sobrino Carlos, luego te lo repite en japonés. Me dí cuenta ayer por la tarde cuando vino a verme y nos sentamos juntos en el sofá con un libro de colores sobre las piernas. El ajetreo de esta Semana de Música virtual me permite estos pequeños respiros aunque, como ayer, tenga que cerrar la puerta del salón porque los ensayos de esta pareja de artistas invitados son muy alborotados, la verdad. El caso es que le dije a Carlos que Pulgarcito era muy muy pequeñito, así de pequeñito, y le mostré una pequeña abertura entre el pulgar y el índice de mi mano derecha para que viera lo pequeño que era Pulgarcito. Y cuando más tarde llegó mi madre quiso contarle él mismo el cuento y al llegar el momento de las descripciones reprodujo el mismo gesto con sus deditos pero en lugar de decir que Pulgarcito es así de pequeño dijo "ahishi ta kaná". Curioso. Se lo tengo que preguntar al japonés de los vídeos antes de que se vayan, que les falta poco, por cierto, y me estoy encariñando, y ya verás cuando se despidan, ya, ya me veo con la lagrimilla ahí asomando.

Yo nunca cuento la historia que pone en los cuentos, la verdad. No sé si por llevar la contraria o porque ya aburren las mismas historias. Quizá es porque siempre me ha parecido que las ilustraciones están desaprovechadísimas y son una fuente inagotable de historias, mucho más apasionantes que el propio cuento al que acompañan. Y da pena ver esos dibujos tan llenos de detalles y tener que pasarlos a toda velocidad porque acompañan a una escueta frase de tipografía cuerpo 48 que dice "La mamá de Jorge le lleva de la mano al cole". Y no. Porque mira la luz de la ventana de esa casa, por ejemplo. ¿Será la casa de Jorge? Es que si es la casa de Jorge se han dejado la luz encendida, yo creo que deberíamos mirar a ver. Y acercamos el libro a los ojos y le digo a Carlos que no, que es la casa de otro señor que está echando la siesta. Y el dice que sí. Qué va a decir, si es evidente.

Y luego nos acordamos de esa ardillita que estaba subida en la rama de un árbol en la página 3 y volvemos a la página 3 para ver si se ha caído, pero no, menos mal, podemos seguir contando el cuento. Y mientras Jorge cruza la calle de la mano de su mamá vemos el escaparate de una pastelería y hay un señor con un gorro en la cabeza que saca una tarta de chocolate del horno. ¿Estará hecha las tarta o todavía no? Entonces olemos el trozo de página y yo le pregunto a Carlos si huele a chocolate y dice que no con la cabeza, así que no está hecha; hay que esperar porque luego nos dará un trozo y ya verás qué rica. Y pasamos página o cambiamos de cuento porque da lo mismo; lo mejor del mundo es construir la historia que quieras y llevarla por aquí o por allá.

Cuando salen animales ponemos la punta del dedo índice en su boca para ver si muerden o no. Si Carlos pone la puntita del índice y dice "uis" y la quita rápido es que sí muerde y entonces no nos cae nada simpático y nos vamos corriendo de allí. Y si encontramos a unos patos bañándose en el río le pregunto a Carlos si ha traído el flotador y el traje de baño y me mira y me dice que no así que le digo que entonces no nos podemos bañar. Y él se encoge de hombros con resignación pero le digo que otro día que se acuerde y ya está, que además hoy el agua está fría, fría, fría. Mira. Y metemos el dedo en el agua de papel azul y sí, está fría. Luego sale la mamá canguro y no muerde y tiene gracia porque cuando le cuento que la mamá canguro le dice a su hijito "dame un beso" va Carlos y me da un beso en la cara porque piensa que le estoy diciendo que me de un beso a mí y me río y le doy otro. Y si sale dibujado un coche decimos cuidado al cruzar. Y si hay una nube pintada arriba en el cielo le pregunto si va a llover y a veces dice "sí" y a veces "no" y a veces "no sé" pero tenemos paraguas por si acaso y por si acaso dejamos el libro encima de la mesa y vamos al paragüero a mirar y sí, hay paraguas. Pues mejor. Por si llueve.

Le puedes contar a Carlos todo lo que quieras que luego te lo repite con los mismos gestos y, además, en japonés.


V.O.


"Ticket to Ride" en versión original.

La traducción de lo que dice el sufrido maestro de ceremonias es:
"De la misma manera que el delfín no forma parte de la familia de los peces, el cantante no es parte de la familia de los músicos".

08 marzo 2007

Intermedio

Ahora es el descanso. ¿De qué? De la Semana de Música. Es que ahora que me he quedado un poco afónico de palabras me ha dado por organizar una semana de música en el blog y me lo estoy pasando muy bien. Creo que he encontrado a los artistas adecuados para la idea que tengo yo de un evento así porque o soy muy clásico y le digo a la de la tienda de ropa que esta vez no me deje llevarme nada azul porque me lo compro todo azul aunque al final me llevo siempre algo azul o el peluquero me dice que tengo que hacerme nosequé horrores porque es lo que se lleva y le digo que ya lo pensaré para que no me de la paliza y lo vengo pensando desde 1996 o me da el punto transgresor. Y entonces aparecen ellos y los contrato e imagino que hago un cartel donde pone "Primera Semana de Música La Idea del Norte" y exprimiendo la imaginación al máximo, pero al máximo, consigo que venga el concejal y se siente en primera fila. Y le miro desde bambalinas el nudo de la corbata que lo lleva tan apretado que dificulta el ya de por sí escaso riego sanguíneo que le debe llegar al cerebro. Y cuando espera escuchar una de esas delicias de las que habla cuando en un descuido te lo encuentras, como aquella vez que dijo tú lo que tenías que hacer es hablar de "El lago de Como" que es de lo más fino que hay y yo le digo que cómo? pero no pilla el chiste, cómo lo va a pillar con el nudo de la corbata así de prieto, ay, en fin, lo que decía, pues que lo imagino sentado en primera fila esperando escuchar una de esas delicias de las que habla y entonces suena un "Para Elisa" que al principio igual te paralisa, puede ser, pero me parece que extrae un brillo insólito y sumamente atractivo a la sobada barandilla de la obra.

Ahora, en el intermedio, he aprovechado para mirar el correo. Hay que ver qué cosas más raras dejan en el buzón. Una empresa se ofrece a escribir tu vida por un módico precio. Si me la ponen fácil igual negociamos. Da un poco de morbo, no? que te escriban la vida, digo, más que nada por ver qué pasa, o quién sale o qué tienes que hacer a vuelta de página. Igual si me escriben la vida le pierdo el asco a la mera contemplación de un langostino o al queso o me deja de doler la pierna como hoy, que no puedo andar, porque es que hoy no puedo andar, sí, o debería decir no, porque es eso, no puedo andar del dolor que tengo. Es que a veces duele por dentro y a veces por fuera. Si te reescriben la vida no sabes si te va a doler dentro o fuera, ni cuánto ni cuándo ni cómo, ni si sí (emperatriz) o si no. Tiene algo de emocionante el saberlo. Les dices que te escriban la vida y luego te la mandan por correo y esa es otra: ver cuánto ocupa. Porque imagínate que llega un tocho o imagínate que llegan unos escuetos folios grapados y además con letra gorda. Tengo que pensarlo antes de la próxima actuación.


Masterclass


Temperamento (des)igual.


07 marzo 2007

Tamaño


El pianista se queja de que tiene las manos pequeñas
(sólo las manos)
Y Rachmaninov requiere unas manos grandes.
No viene mal una ayuda.


06 marzo 2007

Coll

José Luis CollQue se muera un humorista genial no tiene ninguna gracia. Por eso, cuando me he enterado que se ha muerto José Luis Coll, bajito de estatura pero gigante de talento, he buscado en la estantería su delirante diccionario, obra maestra del surrealismo tardío, para sonreir un poco. Y al agitarlo se han caído unas cuantas palabras:

Anonimo: de culo desconocido.
Cardenal: moradura que puede llegar a ser papa.
Cargar: harcer der vientrer.
Gallina: cobarde, pero con huevos.
Gallina cobarde: gallina gallina.
Gamberro: devorador de gambas pero sin estilo, chabacano y vulgar.
Glande: enolme.
Gramófono: sonido equivalente a la milésima parte de un kilo.
Hijo: seguramente.
Hombrera: mujer a la que le gustan mucho los hombres.
Hovni: hobjeto volador no identificado.
Mari Carmen y sus muñecos: cinco personas que imitan a los muñecos de los que a cuatro no se les ve mover la boca.
Marte: día de la semana que va después del lune.
Milímetro: un metro y mil más.
Parlamento: lo siento, dos veces.
Pis: 3,1416 3,1416
Telescopio: plagiar programas televisivos.
Trepar: tre, tre.


Canguro

Hoy he hecho de canguro.

Es que mi hermana se ha puesto mala. Principio de neumonía, ya ves. Y después de comer se ha puesto fatal y ha dicho el médico que la llevaran a Urgencias.

Y ahí entro yo.

Lo primero ha sido bajar a la parada del autobús del cole a mi sobrina Isabel mientras mi sobrino Carlos dormía. No, no lo he dejado solo, cómo lo voy a dejar, qué cosas tienes, es que todavía estaban en casa antes de ir al hospital. Me han dicho: llévala a la parada de la esquina y dile a la señora que está con los niños que eres el tío de Isabel. Se llama Alicia. De acuerdo. Por la calle, mientras atravesábamos el parque, le he dicho a mi sobrina por lo bajini si esa Alicia era la del País de las Maravillas. Y ella ha dicho que no con cinco o seis oes, así: nooooo y se ha llevado la mano a la cabeza. Y luego ha dicho con tono de resignación: es la señoriiiita Aliiiiicia. Y yo: ah! se llama "señorita"? Y ella: que noooooo, que se llama Aliiiicia. Y yo: ahhhh, bueno. Y luego: entonces... no está el conejo blanco?? Y ella: no. Y yo: pues vaya. Y ella: el conejo blanco está en la tele.

En la parada del autobús había varias Alicias al principio porque eran varias las madres, o profesoras, o lo que sea. Y la chiquillería. Como ellas me miraban como diciendo y éste quién es pues me he apresurado a decirles: hola, soy el tío de Isabel. E Isabel ha añadido: es un poco tonto. Y risas de los canijos y canijas, claro. Criaturas, que diría Jack Lemmon en "La carrera del siglo" en su papel de Profesor Fate. He preguntado por Alicia mirando a las demás Alicias y entonces una ha dicho: yo soy Alicia. Efectivamente, no era la del País de las Maravillas. Pero seguro, vamos. Un beso a Isabel y vuelta a casa.

Me quedo solo en el sofá repasando las instrucciones, a ver: Carlos duerme en su cuna, suele despertarse hacia las cuatro y media, si no, le despiertas que luego por la noche no duerme; si se despierta antes le das de merendar esto y eso y bla bla bla. Y estoy en el sofá, frente a la tele, sin volumen. Es curioso, el concurso de La 2 de las preguntas es más entretenido sin volumen pero llega un momento que te cansas y miras otras cosas. Hay que ver la de cosas que hay en las casas ajenas. Otros libros, otras fotos, otras sillas, otras películas. Está la peli de Alicia, así que tiene razón Isabel: Alicia está en la tele. Eh, un momento: ¿Los Aristogatos? Mmmm, me la llevo pa piratearla.

Las cuatro y media y no se oye un solo ruido de la habitación de Carlos. Habrá que entrar. Entro sigilosamente y a tientas alcanzo la luz de la lamparita (por poco me resbalo con un muñeco blanducho que hay por el suelo). Carlos duerme plácidamente con el chupete en la boca. Le toco la puntita de la nariz y hace un pequeño movimiento con la cabeza. Le acaricio la mejilla y le llamo susurrando. Abre a medias los ojos y se me queda mirando desconcertado. Lógico, no soy su mamá, soy el tío. Hola, le digo. Mientras se despereza le digo cosas, le hago alguna cosquilla y cuando lo veo más espabilado le digo: hala, vamos arriba. Y lo cojo en brazos. Se me queda mirando fijamente mientras el chupete marca el compás de dos por cuatro, como la niña de los Simpson. Y entonces pasa algo muy gracioso: se le empiezan a cerrar los ojillos como si cayera en trance y poco a poco se le vence la cabeza hacia adelante con el resultado de que el extremo del chupete, ese cilindro de plástico rígido del que sale la arandela se posa en mis labios. Y yo: mmmmfshhhsmmff. Y Carlos dormido como un lirón. Y ambos conectados por el chupete, ya ves qué escena. Le coloco la cabeza sobre mi hombro, le paso la mano por la espalda y le acuno.

No le dejes dormir más de las cuatro y media que luego por la noche no duerme, me han dicho, pero es que, hija, me da una pena despertarle... Lo hago. Y justo entonces llega su padre. Qué cosa, oye, los padres tienen otra determinación, se manejan con ternura, sí, pero se les ve curtidos y van al grano. Claro, son centenares de siestas ya. La mía es que era la primera. ¿Ha llorado al despertar? No, no ha llorado. Es que a veces tiene mal despertar, sabes. Pues hoy no. Le paso a Carlos a sus brazos y le observo actuar. Mi misión como canguro ha concluído por hoy. Mi hermana está mejor. Pues mejor.


05 marzo 2007

Aventura

"El mundo entero canta una nana
porque el sol se ha ido a la cama"

Hay un señor que nos tiene con el alma en vilo porque está deshojando la margarita diciendo FNAC sí, FNAC no. Hablo del dueño, claro, que es un señor mayor, francés y millonario. Al parecer se aburre. Mientras se lo piensa nosotros no dejamos de dar gracias por todos y cada uno de los títulos que componen la colección Filmotecafnac en dvd porque de otra forma serían imposibles de encontrar. Seguro.

Acabo de disfrutar con esa hermosura que es "Black Jack" (1979). Le tenía muchas ganas porque es una rareza en la filmografía de Ken Loach. Por aquel entonces se hacía poner en los créditos Kenneth Loach pero con el tiempo cogió confianza y se puso el nombre de casa. Me recuerda de lejos el caso de H.C. Potter, el director americano que siempre firmaba así, con inciales, y un día, cuando yo era pequeño, salió en la tele el inolvidable Alfonso Sánchez y con su voz sincopada y gangosa dijo que a ver qué se pensaba este hombre que después de cuarenta años aún no se había hecho un nombre en la industria. Y tenía gracia.

El cine de Loach siempre se fija en la desigualdad de clases y se inclina por los desfavorecidos y algo de eso flota en el ambiente en esta película de aventuras ambientada en la Inglaterra del siglo XVIII pero fue terminar de rodarla y aparecer Margaret Thatcher en escena y Loach empezó a dar caña de manera que "Black Jack" quedó como algo exótico.

Aquí sale un maleante que es ajusticiado pero resulta que vuelve a la vida y se cruza en el camino de Tolly, un chaval que pasaba por allí, y se van juntos. Y el camino por esa campiña verde (porque la película es una deliciosa sinfonía de verdes, verde verderol, qué bueno el olor de ese verde, tan dulce) es también el camino iniciático que el chico recorre para encontrar la fuerza interior necesaria para salir adelante en un mundo hipócrita y cruel y donde encuentra su primer amor, una niña que parece estar loca pero no.



Y salen bosques, y caminos, muchos caminos, y claros en el bosque. Y hay feriantes que recorren esos caminos con sus carromatos y unas veces están aquí:



y otras allí:



y aparecen estos ojos increíbles, que los miras y resulta que no parecen ojos, es que son heridas, de lo preciosos, puros e inocentes:



Y salen charlatanes y asaltos y rufianes, y gente fina que es más mala que ni sé, y gente pobre que se porta mal para poder comer y gente pobre que no tendrá para comer pero al menos tiene corazón, que de todo hay. Y también muros cubiertos de musgo, y madreselva, y un carruaje que pasa veloz, adónde irá, y casitas de piedra con la piel tatuada por el liquen y la humedad, con chimeneas humeantes, y el sol que amarillea aún más el heno por la tarde. Y la música y las mantas sobre los hombros alrededor del fuego al anochecer, y las risas y las mesas de madera y las jarras de cerveza, mañana. Y la inocencia.

"Black Jack" es un poco de todo eso pero con rima.


04 marzo 2007

Eclipse

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03 marzo 2007

Electrodos

Ya de vuelta. Al fín he podido averiguar si la cosa era "algo molesta" o "cruenta" y ha resultado ser, menos mal, lo primero. Sin embargo, en el transcurso de las pruebas en el hospital ha surgido una nueva discrepancia semántica: lo que para ellos era "te vamos a estimular" ha resultado ser, en mi opinión, "te vamos a electrocutar". Mi concepto de la estimulación es otro, la verdad.

Había dos neurólogos y una enfermera, los tres muy majos. El neurólogo tenía barba y hablaba como con vergüenza, como si las palabras se le escondieran entre las barbas. La neuróloga hablaba con acento canario, tenía una mirada muy atractiva (y le sonaban las tripas, qué le vamos a hacer). A la enfermera no le sonaban las tripas pero no hacía más que darle al chicle a toda pastilla con la boca abierta diciendo: tú relájate, mi chico, relájate.

Me estaba poniendo negro con el chicle. Relájate así, anda.

Sentado en la camilla y contemplando ese cacharro del que salían infinidad de cablecitos de colores terminados en sendos electrodos que parecían decirme: ven, ven, les he preguntado, ¿de qué va la tortura?. El neurólogo le ha dicho algo a la barba; la neuróloga ha sonreído dulcemente con su sonrisa canaria y ha dicho tranquilo, no te preocupes. La enfermera seguía dándole al chicle compulsivamente. Debe tener una mandíbula de hierro la tía.

Como casi siempre ocurre en mi ya dilatado historial médico, mis experiencias hospitalarias siempre tienen un momento que sacan de mí el Woody Allen que todos llevamos dentro. En esta ocasión me tienes que imaginar primero vestido con una bata blanca, ungido de gel conductor y lleno de cables. Parecía Elsa Lanchester en "La novia de Frankenstein", sobre todo a la descarga número cincuenta y uno en la que se me ha debido poner el pelo igual.

A lo que voy.

Me sientan en una silla (silla eléctrica no, menos mal) y la enfermera y su chicle se acercan por detrás con sigilo, y una mano se posa en tu hombro derecho y la voz y el chicle te dicen en el oído izquierdo: ahora te vamos a dar un golpe seco con una pala en la cabeza.

Eso ha dicho.

Exactamente eso.

Y ha sido decirlo y me ha entrado una risa floja que se ha llevado por delante algún electrodo despegado. ¿De qué te ríes?, ha dicho el neurólogo con extrañeza (su barba también parecía extrañada) Y yo: pues de lo de la pala y el golpe seco. Y él: es que es verdad. Y yo: hombre, pero es que dicho así suena a matanza de Puerto Urraco y me ha entrado tal risa que me he llevado las manos a la cara y se me saltaban las lágrimas no sin cierta preocupación de que la humedad del lacrimal contribuyera a una electrocución accidental. ¿No te pasa que a veces te entra una risa incontrolable? Pues eso. La enfermera se afanaba en recolocar los electrodos caídos dale que te dale al chicle aunque yo creo que a la neuróloga le ha hecho algo de gracia lo de Puerto Urraco. Lo que no sé es si le seguían sonando las tripas. Total que la tal pala era un artilugio plano apoyado sobre el cráneo y el tal golpe seco era el (im)pertinente cable que, a la orden del neurólogo, daba en la diana haciéndote botar en la silla.

La madre que los parió.

Al final me han dicho que me he portado muy bien y que he sido muy bueno y que por eso han tardado media hora menos de lo previsto. Yo he pensado que mejor porque así la neuróloga podía aprovechar para escaparse a la cafetería y comerse un donut o algo. Pero antes de vestirme y de meter en el bolsillo al Woody Allen que todos llevamos dentro he aprovechado para dejar caer una frase muy suya: ¿es benigno?. El neurólogo ha dicho que es normal y que tranquilo y la neuróloga ha vuelto a sonreir y ha dicho que sí con la cabeza. La enfermera seguía ejercitando el maxilar con el chicle, infatigable al desaliento.


02 marzo 2007

Madrugar

Mientras estas líneas desfilan ante tus ojos esta mañana yo estoy en la unidad de neurofisiología de un hospital lejano donde me estarán haciendo una suite de pruebas en tres movimientos. Dice el neurólogo que las pruebas no son cruentas (inquietante palabra, cruenta) pero sí algo molestas. Cabe preguntarse qué valor le otorga el neurólogo al adverbio "algo" y dónde establece la frontera entre lo que deja de ser "algo molesto" para pasar a ser "cruento". Veremos. De momento me voy a dormir, si puedo, porque soy noctámbulo y a estas horas es cuando me despejo. Por lo demás estoy un poco más tranquilo, al menos a ratos. Al menos es algo. Y este algo no es molesto como el del neurólogo. Cruento tampoco. Buenas noches.


01 marzo 2007

Herida

Cuando enfermas de niño y te dicen que es para siempre ocurre que aprendes algunas cosas muy pronto y poco a poco y otras muy tarde y de golpe. La maldad, por ejemplo. Yo la descubrí en toda su crudeza a los 35 años. No me afectó a mí directamente sino a mi entorno más cercano; es decir, peor todavía. La vida establece unos mecanismos compensatorios muy extraños: si se te concede el lujo de no oler la podredumbre hasta tan tarde, a cambio te pasa la factura de golpe. Y a golpes.

El otro día salí a dar un paseo al atardecer. Caminaba por una vía de gravilla destinada a los peatones abrigado por una sudadera porque soplaba el viento del Norte. A la derecha los rayos oblicuos de un sol de membrillo iluminaban de un verde deslumbrante la hierba, y a la izquierda mi propia sombra se proyectaba muy larga en el asfalto negro de la carretera por donde los coches dejaban la estela sonora del efecto Doppler. Parece que este párrafo no tiene nada que ver con el anterior y, sin embargo, de repente algún mecanismo se activó en el cerebro, produjo una descarga eléctrica por todo el cuerpo y esta idea apareció escrita en el pensamiento: no lo he superado. Comprendí que la mera resonancia de un eco lejano de todo aquello, concretado en la visión de un rostro, en un recuerdo, en un comentario de pasada (como el escuchado aquella tarde), es suficiente para ejercer sobre mí una fuerza aniquiladora. Fue como cuando eres niño y te caes y te haces una herida en la rodilla y la herida hace una costra con el tiempo y un día te agachas y pruebas a quitártela. Si la herida ha cicatrizado no pasa nada, aunque quede la marca recordándote cuánto y dónde dolió; si la herida no ha cicatrizado vuelve a abrirse y mana la sangre.

Lo peor no fue descubrir la existencia de un trauma profundo y que la herida sigue abierta. Lo peor, lo que me produjo un asco hasta la nausea, como si te hubieran inoculado algún veneno hasta lo más profundo, fue la súbita revelación de que lo que me ocurre pueda venir de allí: viene de allí. Lo sé, me lo dice cada célula de mi cuerpo, cada pesadilla nocturna y cada crisis de ansiedad. Es evidente que hay una clínica objetiva, pero me pregunto si esa pesadilla ahora revivida ha agravado esa clínica, o la ha despertado. Me resulta imposible expresar la angustia que sentí allí parado, agarrotado entre el cesped y la carretera, al revivir fotograma a fotograma cada secuencia sensitiva del espanto con una nitidez portentosa. Y desde entonces ando sumido en un estado de impacto, temeroso de miradas, mudo de palabras, buscando cobijo de una angustia insoportable que se me ha agarrotado en el pecho y que se interroga una y otra vez por el estado real de los míos, mi gente: eso es vital, por favor, por favor. Desencantado de casi todo y casi todos, extraño de mí mismo y extraño entre las calles de esta ciudad de mierda que disimula sus miserias en el gozo indisimulado del dolor ajeno.

Eso fue lo que pasó.