Pérdida
De repente, siento que este blog ya no tiene sentido.
... "La Idea del Norte" es en sí misma una excusa, una oportunidad para examinar esa condición de soledad que ni es exclusiva del Norte ni de los que van hacia allí, pero que quizá sí aparezca con un poco más de claridad en quienes hayan hecho, aunque sólo sea en su imaginación, el viaje hacia el Norte.
(Glenn Gould, "La Idea del Norte", 1967)
Alex North: "The Story of Michael Furey" (The Dead, 1987)
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Yo nací dando la nota: el cirujano me rompió la córnea izquierda con el forceps, luego se le cayó un bisturí en la frente (si me retiro el pelo del flequillo se me nota la cicatriz, mira, ves?) y a los dos días tuvieron que operarme de fimosis. Por aquel entonces no había microcirugía, lo micro era lo otro.
"La ficción es como una tela de araña, quizá sujeta siempre de modo muy ligero, pero en todo momento sujeta a la vida. Y esa ligazón es apenas perceptible"Hay quien asegura haber visto al joven Malvás algo decaído estos días. He mirado por si acaso pero eso no venía en mis notas.Virginia Woolf, "Una habitación propia"
Etiquetas: Más sobre Malvás
A veces yo también me canso. Quiero decir que, bueno, no siempre voy con la sonrisa puesta ni juego con las palabras todo el rato y eso, qué va, pero supongo que eso ya lo intuyes. A veces me quedo callado o me pongo a mirar por la ventana o qué se yo. Te puedes ir cansando poco a poco o cansarte de golpe, como ayer, sentado en esa silla y escuchando al médico. Era la vuelta al cole y me preguntó qué tal estás y yo le respondí que irregular. Querrás decir regular, dijo él. No, quiero decir irregular, a veces mejor y a veces peor, le aclaré yo. Pues vaya. Pues ya ves. Y al rato llamó a la enfermera para que me hicieran un análisis de sangre porque otra vez ha subido el hematocrito y dice que no es normal que suba tanto y tan rápido a lo que le contesto que nada es normal. Uy, dice él, ¿estamos bajos? Y yo: de hematocrito no. Me refería a los ánimos. Pues hombre. Y puntos suspensivos. A veces dices pues hombre y sobra el resto.
Este es el Sujeto de una Fuga compuesta en 1949 por Samuel Barber:
Un día alguien echó un vistazo a esta portada:
Etiquetas: "Aquellos maravillosos años"
Qué paciencia, Señor.
El único reducto vivo de mi infancia está en la puerta del laboratorio de Juan Argerich, analista clínico. A la derecha del marco, una pequeña plaquita recuerda que el horario de extracciones es de lunes a viernes de 8 a 11 de la mañana y por si te corren prisa los resultados, puedes pasarte por la tarde de 4 a 7. Sábados cerrado. El primer análisis de sangre que me hizo Juan en presencia de su inseparable Angelines debió ser cuando yo tenía 4 o 5 años. Angelines me decía que mirara por la ventana mientras Juan introducía la aguja con un cuidado tal que no te dabas ni cuenta. Yo miraba por la ventana por si acaso me mareaba y desde allí veía el Paseo de Invierno y por alguna razón que no sabría explicar, ese territorio de juegos, carreras y columpios de tantas tardes ha quedado en mi memoria fotografiado en una mañana de niebla densa desde la ventana del quinto piso donde Juan te hacía el análisis y luego Angelines te regalaba una piruleta. Yo vivía en el segundo y bajaba por las escaleras con la piruleta en la boca y la mano derecha apretando el brazo izquierdo donde me acababan de poner un trozo de algodón y una tirita.
Portada de la edición electrónica del diario "El Mundo" a las 2:06 AM de ayer:
No es por ser agorero pero la cosa se acaba. Lo del enamoramiento digo. Se acaba siempre. Por eso cuando la gente se ha puesto a investigar la cosa han dirigido sus pesquisas al calendario para intentar determinar cuánto dura la batería y, de paso, mirar de qué está hecha la batería. Stendhal definió el enamoramiento como un trastorno momentáneo de la atención y calculó que "momentáneo" es una palabra que dura entre dos y tres años. Stendhal era de letras y por eso la definición le salió muy precisa pero los números no tanto. Ahora los científicos han hilado más fino y dicen que ni dos ni tres, sino que son cuatro: el enamoramiento caduca a los cuatro años. ¿Seguro?, les preguntas. Seguro seguro, te contestan. Hombre, a ver, trimestre arriba trimestre abajo, que tampoco se trata de fardar como cuando Tamariz te acierta la carta que has cogido de la baraja. Lo que quieren decir es que la naturaleza lo tiene todo calculado y cuatro años es el tiempo que necesita una cría humana para ser lo suficientemente independiente como para que pueda haber alguien que no sean los propios padres para ocuparse de ella.
Barbarita me ha pasado un meme. No me hagas explicarte qué es un meme porque no lo tengo muy claro pero para mí que es un cuestionario que se va pasando de uno a otro, como aquello de las cartas en cadena que debías mandar a no sé cuántos porque si no para qué te voy a contar la de desgracias que te podían pasar, como aquella señora que tiró la carta a la basura y al día siguiente amaneció calva. Pues ahora la cosa no trae consigo desgracias y se llama meme. No es la primera vez que recibo el testigo pero siempre me había hecho el memo ante un meme porque me dan una pereza horrorosa, por eso me hizo mucha gracia leer que Barbarita me lo pasaba "por ser la persona que más veces postea por semana y creo que no le va a dar pereza responder al cuestionario". Y como resulta que me da una pereza horrorosa pero también da la casualidad que soy muy contradictorio pues me he dicho: al meme.
Es curioso. Lo de la frase, digo. Acabo de leer en el blog de toni la frase que le oí a mi amigo Carlos cuando vino a verme por Navidades. Lo que no me acuerdo es qué vericuetos tomó la conversación para que, de pronto, Carlos pusiera gesto de recordar y citara la frase de la película "Princesas": "¿Se puede tener nostalgia de algo que no ha pasado?". Y ahora la acabo de leer en el blog de toni, es curioso. Hay preguntas como esa que seguramente no esperan respuesta y que se hacen para dejarte pensativo. Bueno, a mí no, porque yo siempre he sentido nostalgia de las cosas que no me han pasado y según cómo me pille me afecta poco o me pone muy melancólico o me pongo a mirar por la ventana como si por la ventana fueran a pasar las cosas que no han pasado. A mí me pasa, sí, yo siento nostalgia por las cosas que no han pasado, que no me han pasado. Por eso me emociona un poco y a veces un mucho que las cosas le pasen a ella, o a él, o a ellos, lo que pasa es hay veces que no lo digo, quiero decir que expreso mi alegría pero no digo el fondo de la cuestión, es una especie de alegría sincera que deja en el cajón una alegría íntima. Somos muy complicados: te puedes alegrar por algo que al mismo tiempo te duele un poco, porque la nostalgia es un ay dicho en voz baja. La conclusión es que se puede sentir nostalgia por las cosas que no han pasado pero te pasan a tí, y a tí, y a tí, y eso es suficiente. Uno no sólo late en su propio corazón o quizá en el propio corazón resuenan latidos de otros corazones. Eso era lo que quería decir.
Después de haber hecho los deberes, es decir, tomado los medicamentos prescritos a la hora señalada durante el tiempo establecido, hoy me han hecho en el hospital el esperado control para saber cómo va la cosa. Ellos lo llaman "objetivar". El resultado ha sido que, tal y como era de esperar al haber tenido que retirar la medicación sospechosa de causar la aparatosa y preocupante sintomotalogía que quedó anotada aquí en su día, mi enfermedad se ha reactivado, así lo ha hecho constar ese sismógrafo particular que es el numerito que aparece a la derecha de la Proteína C Reactiva (PCR). Lo novedoso ha sido que los otros parámetros, aquellos que dieron la tabarra para que los llevara a dar una vuelta por el hospital, parece que le han cogido gusto al sitio; de hecho, el hematocrito está que se sale de contento. Vamos, que estamos otra vez parecidos. Todo esto se resume de la siguiente manera: yo entré en el hospital con una enfermedad crónica controlada y una sintomatología paralela e imprevista de causa incierta y ahora me encuentro con una enfermedad crónica descontrolada y una sintomatología paralela e imprevista de causa incierta. Seamos positivos: al menos lo segundo sigue igual.
La hoja de papel es blanca, sin cuadrícula, y en ella se asientan cifras y signos cuya combinación perseguirá sin duda ciertos propósitos, como lo atestigua finalmente ese conjunto de números y comas encerrados en un marco rectangular de trazado irregular y ligeramente tembloroso, no sabemos si por premura de tiempo, o premura del propio pulso inquieto, o quizá porque la postura en la que se dibujó ese marco no fuera la más apropiada.
"No digáis a nadie lo que nadie sabe:...........................................J. Guridi
todos mis amores sólo sueños son..."
Lo más bonito de ayer fue que en el calor del aplauso las bocas dibujaban la palabra gra-cias, así, en compás de dos por cuatro. Una señora lo hizo con el gesto discreto de quien actúa para que no se entere el vecino de al lado, lo que pasa es que los vecinos de al lado, el de la derecha y el de la izquierda, estaban haciendo lo mismo, convencidos que sus respectivos convencinos no les veían. Es lo más bonito que te puede pasar: tener la suerte de transmitir entusiasmos y que al final hasta te den las gracias. Y después de lo que viene sucediendo en las últimas fechas, es la voz de dentro la que, después, que es muy paciente, a solas, te dirá: "he podido". Qué reconfortante sensación: volver a latir en las palabras, mirarte en otras pupilas, encontrarte. Y reconocerte, al fin.