EMEJOTA: Buenas noches.
NARRADOR: Buenas. Pase, pase.
M.J: ¿qué hace usted aquí? ¿No hay nadie en casa?.
NARRADOR: sí, sí, es que está haciendo las maletas. Las vacaciones empiezan mañana, como usted bien sabe. Pero pase y siéntese que enseguida viene. Si me permite una observación aprovechando la espera...
M.J: dígame.
NARRADOR: ...creo que no debería subestimar mi función aquí.
M.J: ¿ah, no?.
NARRADOR: pues no, porque de mí depende, con apenas una breve indicación, que lo que él pueda decirle mientras esperamos suene realmente desde la otra habitación, es decir, que suene con el tono de quien habla desde el otro lado del pasillo.
m.j: ¡enseguida estoy con usted!
NARRADOR: ¿lo ve?
M.J: lo oigo, más bien.
NARRADOR: ...de la misma manera que mi modesta contribución al entramado narrativo no sólo posibilitará sino que dará veracidad al hecho de que usted eleve ligeramente el tono de voz para responder que...
M.J: ¡No hay prisa, tranquilo, le espero!
NARRADOR: en fin, lo dicho.
M.J: humm, no sé si me convence esta dependencia respecto de usted... Lejos de ser un ente neutral usted es en realidad un gran manipulador!
NARRADOR: no exagere, únicamente me limito a contar y matizar lo que ocurre. Mire, ya viene.
M.J: buenas noches.
m.j: buenas tardes.
M.J: ¿todo listo?
m.j: no, no, y yo aún menos. Es un día horrible, horrible. La culpa es del viento sur, sin duda. Cuando sopla arremolinado tiene efectos adversos considerables en el ánimo. Y lo peor es que viene sin prospecto así que no sabes a qué atenerte ante las posibles complicaciones. Observe por la ventana, ¡parece un huracán! Y tan caliente (el viento, claro) No me extraña que el
cante jondo de allí abajo tenga esos ayes y esas quejumbres. Bendito invierno. Una vez hice con
Peter un
"Viaje de Invierno" por aldeas remotas y cumbres nevadas del Norte y cuando salimos a la civilización para repostar nos encontramos en
Santander justamente un día que soplaba un viento que se conoce como
Surada. Ya el nombre es terrible: Surada. La Surada propició el incendio de la ciudad entera una vez, cuando la ciudad era de madera. No le digo más. Bueno sí, que el día que llegamos a Santander iba yo caminando por el paseo marítimo con una congoja y una agitación del ánimo que parecía a
Ingrid Bergman en
"Luz que agoniza".
M.J: ¡Jesús!
m.j: Aquel día caminé en blanco y negro.
M.J: le noto hablador...
NARRADOR: pero está correctamente puntuado, a mi parecer.
m.j: bah, las palabras se las lleva el viento... sur. Los puntos y las comas también. En días como hoy hay que decir como
Lex Luthor en boca de
Gene Hackman: "Al Norte,
señorita Tesmacher, siempre al Norte!".
M.J: pero usted no va al Norte.
m.j: no, voy al Este. Al
Mediterráneo. Pero siempre hay que confiar en la brisa.
M.J: tengo curiosidad por saber qué lectura lleva este año en el equipaje.
m.j: y yo. Tenía elegida una novela pero me puse a ojearla y, bueno, lo de apagar el móvil y estar fuera de la circulación es lo que tiene, que la acabé. Habrá que elegir otra. O no, según me de. ¿Sabe una cosa? Me encuentro un poco desorientado ante estas vacaciones.
M.J: ¿A qué se refiere exactamente?.
m.j: me refiero a que tras un año sabático veo en mi mente el cartel de "Vacaciones" y me pregunto: ¿vacaciones de qué?. Se supone que unas vacaciones son el descanso de una actividad. Por eso creo que afronto estas vacaciones con cierto sentimiento de culpa.
M.J: no veo el motivo, sinceramente.
m.j: pero entonces, de qué me tomo vacaciones?
M.J: ¿qué tal de un año especialmente agitado en percances médicos? Eso quema un montón.
m.j: no le digo que no pero entonces llegamos a otra cuestión que me desconcierta... ¿en qué ha quedado el necesario año sabático si éste ha sido el año más duro en percances?.
M.J: pues me temo que queda en un año duro en percances. Me interesa preguntarle sobre estos meses de recogimiento voluntario, llamémoslo así, recogimiento, porque ha sido más bien eso en lugar de un aislamiento.
m.j: no crea, vivo bastante aislado del entorno. Yo creo que llegué a este estado por diversas circunstancias tanto personales como ambientales y el resultado ha sido una cierta impermeabilización en dos direcciones.
M.J: ahondemos en eso, si el tema es permeable.
m.j: es sencillo: por un lado me he blindado un poco del exterior pero por otra, y esto es nuevo porque se supone que me dedico profesionalmente a ello, he dejado de sentir la necesidad de exteriorizar aquello que me mueve y conmueve. Es por eso que escribir un artículo, impartir una charla, o cosas similares en estos momentos resultaría poco fructífero, además de un suplicio.
M.J: siente algo parecido a una anestesia emocional entonces.
m.j: no, no tiene que ver. Me estoy refiriendo a la necesidad de comunicar. Una cosa es sentir, vibrar y otra muy distinta sentir la necesidad de comunicar ese sentimiento, o ese entusiasmo. O sentir esa necesidad pero sin entusiasmo, que también puede ser. Y ya sabe usted que si yo no me apasiono por las cosas, las cosas no van.
M.J: ahora entiendo. Las cosas no salen con el suficiente impulso como para traspasar la barrera del exterior, por así decirlo.
m.j: por así decirlo, sí. A fin de cuentas, lo importante es vibrar por dentro. Puede que al transmitir esa vibración consigas transmitir algo a alguien pero hay circunstancias que te hacen cuestionar, si no la efectividad, sí la necesidad de hacerlo. Porque cada uno vibra en una frecuencia particular y tengo una teoría que dice que la frecuencia de las vibraciones de uno está en proporción a las coordenadas en las que se desenvuelve.
M.J: no se nos estará volviendo vago...
m.j: pues seguramente también, por qué no.
M.J: sin embargo soy de la creencia de que al final las cosas siempre vuelven a su cauce.
m.j: quién sabe. Mire, le pondría varios ejemplos de lo que acabo de decir pero es que tengo el equipaje a medio hacer...
M.J: suena a excusa siendo no obstante verdad lo del equipaje...
m.j: las dos cosas son verdad, no le engaño. Pero si quiere, el Narrador le podrá ilustrar al respecto.
NARRADOR: lo prefiere con profusión de adjetivos o de manera resumida?
M.J: lo prefiero de ninguna de las maneras. Prefiero volver a la vuelta de las vacaciones y escuchárselo a usted.
m.j: como quiera.
NARRADOR: qué carácter.
M.J: ¿algo que añadir?
m.j: sí, el cargador de la cámara de fotos. Se me olvidaba.